martes, 22 de enero de 2019

La verdad oculta en los huesos: las misteriosas reliquias de María Magdalena

Magdalena penitente’, (1598-1602), óleo de Domenico Tintoretto.

María Magdalena es uno de los personajes más fascinantes de la época de Jesús. Aunque cada año hay más y más gente que la idolatra como si de una superheroína se tratara, la historia de su vida ha sido malinterpretada durante siglos. Pero recientes descubrimientos sobre ella están ayudando a situarla en el lugar de la historia que le corresponde. Sus reliquias se encuentran en diferentes lugares del mundo, y constituyen uno de los vínculos principales entre esta misteriosa mujer y sus actuales seguidores.

El papel que desempeñó María Magdalena en la vida de Jesús aún no está claro, aunque parece que sin duda fue para él una compañera importante. Pese a que no sabemos mucho sobre su vida, incluso la Biblia confirma el estrecho vínculo que existía entre la Magdalena y Jesús, mucho más fuerte que el que mantenía el Maestro con el resto de sus discípulos. Este hecho queda perfectamente reflejado en el pasaje en el que María Magdalena le reconoce tras su resurrección. Citamos el Evangelio de Juan (20,17): “Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»”

 
‘Jesucristo se aparece a María Magdalena.’ (1835) Óleo de Alexander Andreyevich Ivanov. (Public Domain)
El evangelio de Juan, que oficialmente se cree escrito por María Magdalena, arroja algo de luz sobre la historia de su vida, pero debido a la ausencia de otras fuentes los vestigios más importantes que nos ha legado la Magdalena son sus reliquias, ocultas en las cámaras de diferentes iglesias.

Existen al menos tres relatos diferentes que explican cómo murió María Magdalena. Uno de ellos sugiere que vivió y murió en Tierra Santa. En otro se cuenta que tras la muerte de Jesús viajó a Éfeso con San Juan y María, madre de Jesús. De hecho en Éfeso se encontraban unas posibles reliquias de María Magdalena, trasladadas posteriormente a Constantinopla (hoy Estambul). Según la última versión, escapó de Tierra Santa por mar llegando a lo que hoy es el sur de Francia, donde vivió con su hija hasta su muerte.




La calavera de María Magdalena

La más asombrosa de las reliquias de María Magdalena es su calavera, que podemos encontrar en el sur de Francia, en la población de St. Maximin-la-Sainte-Baume. Su culto en Francia está conectado con la leyenda del Santo Grial y con la historia de su huida de Tierra Santa.

La cuestión de la calavera de María Magdalena resulta muy difícil de explicar, ya que la reliquia paree tener su origen en Francia – al menos, lleva allí desde que se inició la construcción de la imponente iglesia gótica que la alberga, en 1295. Por aquel entonces la región se encontraba bajo el dominio de Carlos II de Anjou, rey de Nápoles, Conde de Provenza y sobrino de San Luis (rey de Francia).

Según la leyenda que se cuenta en la población en la que la basílica fue construida, María Magdalena fue enterrada por su amigo Maximino, primer obispo de Aix. Siglos más tarde, la tumba fue abierta el 10 de diciembre de 1279. Los que abrieron la tumba encontraron en el interior del ataúd polvo y una tablilla de madera recubierta de cera con una inscripción que rezaba: “Aquí yacen los restos de María Magdalena.” Durante la apertura de la tumba en 1279, los presentes en la exhumación fueron testigos del maravilloso olor a perfume que desprendía el ataúd abierto.

La Basílica de María Magdalena en St. Maximin-la-Sainte-Baume, cuya construcción se inició en 1295.
Los huesos de su mandíbula fueron exhumados anteriormente, antes de la invasión sarracena del año 710, y enviados a Roma. Sin embargo, en 1279 el papa Bonifacio VIII decidió devolver la mandíbula a Francia, y el 6 de abril de 1296 se unió de nuevo oficialmente a la calavera de María Magdalena.

Durante la Revolución Francesa la calavera de María Magdalena fue retirada de la iglesia, aunque más tarde fue donada al arzobispo y guardada en un relicario de oro. Curiosamente la reliquia está ataviada con una peluca roja. Se encuentra custodiada simbólicamente por las esculturas de cuatro ángeles de oro, presumiblemente añadidos en 1860, ya que en su dorso aparecen grabados los números romanos “MDCCCLX”.




La calavera de María Magdalena.

¿La mano de la esposa de Jesús?

Otra famosa reliquia de María Magdalena es su mano, que se encuentra en el Monasterio de Simonopetra del monte Athos (Grecia). Es la mano izquierda de una mujer, una mano portadora de mirra que según la tradición perteneció a María Magdalena. De ella se cree que es incorruptible y muy milagrosa. También se cuenta de esta reliquia que desprende un agradable aroma, exactamente igual que en el relato de la apertura de la tumba francesa de María Magdalena.

Se conocen numerosas historias en relación con los milagros obrados supuestamente por esta preciada reliquia. Se cree por ejemplo que la mano de la Magdalena protege a los campos y cultivos de los agricultores, y que se encarga de eliminar continuamente a los gusanos que devoran las plantas.

La cosa no queda ahí: también se cree de esta reliquia que cuando se produjo un gran incendio en el año 1945 en un bosque cercano al monasterio, María Magdalena ayudó a traer agua suficiente para apagar el fuego y salvar al bosque y al monasterio. De forma parecida a la reliquia francesa, la mano izquierda de la Magdalena se encuentra protegida en el interior de un estuche decorado, y es venerada por miles de peregrinos todos los años.

La mano izquierda de María Magdalena.

Leyendas de una mujer olvidada

María Magdalena tuvo un enorme impacto en el cristianismo, y puede que incluso fuera la pareja sentimental de Jesús. En la actualidad se ha convertido en una especie de icono del poder femenino en la época bíblica. Los lugares en los que se encuentran las reliquias constituyen aún a día de hoy un importante destino para numerosos peregrinos.

En nuestros días resulta casi imposible confirmar el origen de los huesos de estas reliquias. Las iglesias en las que se encuentran no han dado permiso para que se comparen a fin de comprobar si pertenecieron a la misma mujer. De todos modos, independientemente de dónde fuera enterrada o de a quién pertenecieran realmente los huesos considerados desde hace siglos las reliquias de Santa María Magdalena, sin duda continúan siendo en la actualidad un precioso tesoro para los creyentes cristianos.

‘Magdalena penitente’, óleo de El Greco.

Fuente: www.ancient-origins.es

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