Un
icono con la impresión de Cristo
En el año 1357, la viuda de un noble
francés, Godofredo I de Charny, dona la Iglesia colegial de Lirey, en la
diócesis de Troyes, un sudario marcado con la impresión de un cuerpo que se
dice es el de Jesucristo.
Las vicisitudes de la guerra y de la
política hacen que el sudario deje la región de Champaña en 1418. Se le
encuentra después en Lieja, luego en Chambéry (1453), donde es parcialmente
destruido a raíz de un incendio en 1532. En 1578 llega a Turín, donde se ha
conservado desde entonces y ha sido venerado por millares de fieles.
De
Palestina a Champaña
Hace algunos siglos, el nombre de “Santo
Sudario” fue dado a la mortaja en la que José de Arimatea envolvió el cuerpo de
Cristo después de la crucifixión. Entre ese instante y la reaparición del
sudario en Lirey, cerca de catorce siglos después, se pierde totalmente el
rastro. Sin embargo, los partidarios de la autenticidad del sudario han
encontrado una pista interesante, aunque ésta surge, al principio, de la
leyenda.
Abgar un rey de Edesa (la ciudad de Urfa
en Turquía), convertido al cristianismo a principios del siglo I, habría
conservado el sudario después de haber sido curado de la lepra al tocarlo.
El
sudario de Turín
El sudario es una tela de lino hilado de
color marfil tejido a mano en sarga de espiguillas de canutillo tres-uno, de 4
m de largo por 1,10 m de ancho. Fue remendada después del incendio de 1532 y
tiene marcas de humedad.
Se distinguen dos pálidas imágenes
amarillentas (una de frente y la otra de espalda) de un hombre extendido de
1,80 m que pasara alrededor de 78 kilos, de 30 a 40 años, con las manos
cruzadas sobre el pubis. Sometidas a una ampliación fotográfica, estas imágenes
muestran numerosas huellas de heridas alrededor de la cabeza (¿corona de
espinas?), en la cara, las muñecas, el pecho y la espalda (flagelación), los
hombros (tumefacciones debidas a la carga de objeto pesado y rugoso, el flanco
derecho (herida de lanza) y los pies (clavos).
Su sucesor volvió al paganismo y los
cristianos de la ciudad habrían escondido la reliquia en un nicho durante cinco
siglos.
En 944 los bizantinos, que lo llaman
mandylion (palabra griega que designa un vestido eclesiástico), lo habrían
recuperado de los musulmanes, en ese entonces señores de Edesa. El sudario
habría permanecido en Constantinopla hasta 1204, año del primer saqueo de la
ciudad.
¿Cómo aparece después en Francia?
Quizás, gracias a los templarios, que habrían salvado la reliquia: un gran
maestro del Templo de Normandía, que murió en la hoguera junto a Santiago de
Molay en 1314, se llamaba Geoffroy de Charney, una variante de Charny.
Podría estar el origen de la reaparición
del sudario en Champaña antes de 1356.
¿Una
falsificación genial?
Muerto en 1356 en la batalla de
Poitiers, Godofredo I de Charny se lleva consigo el secreto de la adquisición
del sudario. Los canónigos de Lirey presentan la reliquia como una figura o representación
del sudario de Nuestro Señor Jesucristo’, fórmula que no acaba con el problema
de su autenticidad. Intrigado, el obispo de Troyes manda a realizar una
investigación de la que no sabemos nada excepto la conclusión: la confesión de
un pintor que dice haber realizado la imagen. Desde entonces, la ostensión del
sudario queda prohibida.
Sin embargo, en 1389. Geoffroy II de
Charny obtiene del legado pontificio del Papa de Aviñón, Clemente VII, la
autorización para exponer nuevamente el sudario. Inmediatamente, los peregrinos
afluyen para venerar lo que consideran la impresión incontestable del cuerpo de
Cristo, y esta credulidad popular preocupa tanto al obispo de Troyes que, al
cabo de unos meses, renueva la prohibición de exhibir la polémica imagen, esta
vez, bajo pena de excomunión. Su decisión es rota a principios de 1390 por el
Papa Clemente VII, que, no obstante, solicita a los canónigos de Lirey advertir
explícitamente a los fieles que se trata de una «pintura hecha para representar
el Sudario».
Durante la permanencia de la reliquia en
Lieja, el obispo de la ciudad vuelve a condenar a los que quieren exhibirla
como auténtica. Sin embargo, desde el siglo XVI, es objeto de una inmensa veneración
y nadie piensa más en poner en duda su autenticidad. No obstante, la Iglesia
aún se abstiene de confirmarla.
Repercusiones
científicas
En el siglo XX, paradójicamente, en
tiempos de los modernos peritajes científicos, el problema del origen y de la
fecha del sudario es planteado nuevamente en términos absolutamente insólitos.
En 1898, la primera fotografía tomada de la imagen muestra, en el negativo, un
lujo de detalles invisibles hasta entonces: efectivamente, en la placa de
vidrio no aparece la silueta pálida y vaga que presenta el sudario, sino la
imagen nítida de un hombre de una impresionante belleza. Desde entonces, los
estudios se suceden, a partir de clichés más y más precisos, luego análisis en
la reliquia misma.
Desde 1902, un biólogo y un anatomista,
ambos franceses, los profesores Paul Vignon e Yves Delages, destacan la
extraordinaria precisión anatómica del dibujo sobre el sudario, precisión
inconcebible en las condiciones de la pintura del siglo XIV.
Mucho más tarde, en los años 70, el
tejido y el polvo que lo cubren son cuidadosamente estudiados. La tela está
hecha de lino mezclado con algodón, según un procedimiento de tejido típico del
Medio Oriente, y el polen contenido en el polvo prueba su permanencia en la
región del Jordán y en Turquía, lo que es indicio de su autenticidad.
En 1978, un equipo internacional que
incluye miembros de la NASA lleva a cabo exámenes más profundos, estos muestran
la presencia de sangre en la tela y ponen en evidencia una muy extraña
particularidad del dibujo de la mortaja: su reproducción fotográfica, pasada
por un simple analizador de imágenes, produce un efecto de relieve que sólo
aparatos extremadamente sofisticados restituyen en fotografías de imágenes
“normales”.
El verdadero icono (Verónica) de Cristo... Sin embargo sólo se trata del rostro (pinacoteca de Munich)
Finalmente, un análisis al carbono 14 realizado recientemente, la autorización para llevarlo a cabo fue negada por largo tiempo a los científicos por temor que el examen pudiera dañar la reliquia, confina la posible autenticidad de la imagen, indicando que el lino que compone la tela de la mortaja fue cosechado mucho antes de la Edad Media, más precisamente, en los alrededores del principio de la era cristiana, entre 100 antes de Cristo y 200 después de Cristo.
Sin embargo, todas estas conclusiones científicas incontestables son completamente negativas, aunque hacen poco defendible la versión más racional, la de una obra pintada tardíamente por una mano humana, tampoco dicen cómo la huella de un cuerpo puede encontrarse impresa en la tela...
De manera que la reliquia puede, desde ahora y más que nunca, ser entregada a la fe y la veneración de los fieles que vienen en cantidades a honrarla a Turín.
Otras
mortajas
Como se podía esperar con una reliquia
tan preciosa, la Edad Media no se mostró avara en materia de santos sudarios...
Un cuerpo, varias mortajas... Se
encuentran varias «verdaderas mortajas» en Aquisgrán, en Jaén, Andalucía, en
Enxobregas, cerca de Lisboa, en Tolosa y Maguncia. Roma se lleva la parte del
león, ya que no menos de ocho de sus iglesias, en un momento u otro, aseguraron
poseer una, entre ellas la que tiene expuesta en la basílica vaticana en 1350
para las ceremonias del jubileo y que algunos sospechan sirvió de modelo al
sudario de Turín.
Víctimas de la Revolución francesa.
Llevado, según se dice, desde Aquisgrán por Carlos el Calvo en 877, el sudario
de Compiègne se presenta como un rollo de tela guardado en dos envoltorios de
seda que nadie se aventura a abrir durante las dos inspecciones del relicario,
en 1516 y 1628. Durante la Revolución, el sudario termina como trapo entre
manos ignorantes. Una suerte similar corre, según parece, el sudario de
Besançon, que habría sido traído en el siglo XIII desde Constantinopla.
El sudario de Cadouin. La tradición de
esta localidad de Dordoña, en Francia, quiere que los religiosos de la abadía
de Cadouin, fundada en 1115, hayan recuperado la reliquia que venia de Tierra
Santa en 1117. Esta conoció un recorrido movido entre varios establecimientos
religiosos del sudoeste, luego un periodo de calma entre el siglo XVIII y 1866,
fecha en que una comisión de sacerdotes y sabios emiten una opinión de
autenticidad favorable, lo que estimula los peregrinajes. Desgraciadamente (o
felizmente) para él, el sudario de Cadouin no se ha beneficiado aún del juicio
del carbono 14.
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