sábado, 14 de septiembre de 2013

La Foto

Mi estadía en Norteamérica no fue como esperaba, y terminó siendo aterradora. 
Estaba gozando de mi licencia cuando fui a visitar a unos parientes que viven allá. La zona rural donde está la casa no es muy diferente al lugar donde vivo, y como mis parientes trabajaban casi todo el día comencé a aburrirme desde el primer día.

- Ve a pescar al arroyo -me dijo un día mi tía-, pero no vengas muy tarde, que aquí no es como allá.

“Aquí no es como allá”, no comprendí su advertencia. La poca gente que había visto era tan saludadora y servicial como la gente que conozco, y las pocas zonas de la región que no estaban plantadas eran campos agradables y bosques, que, comparados con los montes que frecuento eran jardines.
Sin muchas esperanzas de una pesca buena, partí con una caña al hombro, silbando despreocupadamente. “Sus bosques son un paseo para mí”, pensé.  Llevaba en un bolso, además de agua y algo de comer, una cámara de fotos; me habían pedido que devolviera los peces que atrapara, pero que les sacara una foto para mostrarles y como recuerdo.  Y siguiendo instrucciones bordeé una plantación de maíz, después atravesé una pradera, y al final de esta se encontraba el bosque. Encontré fácilmente un sendero ancho que serpenteaba entre los árboles, y caminé por él algunos cientos de metros. Al llegar a una parte baja y sombría escuché el rumor de una corriente, tal como me habían dicho. No mucho más allá estaba el arroyo.

Minutos después observaba una boya que apenas se movía en el agua turbia. Me senté con la espalda recostada a un árbol y esperé.
El sol fue cruzando por los árboles que se erguían en la otra orilla. Todo estaba calmo, tan sereno como el agua, y no había indicios de peces; pero como soy muy paciente seguí esperando.
Al final de la tarde, cuando unos rayos verticales del sol atravesaban el bosque penumbroso, la boya se hundió repentinamente, y, tras una lucha corta saqué un bagre pequeño.
Igual le tomé una foto. Lo devolví al agua y seguí intentando. Pero pronto los rayos verticales desaparecieron, y tuve que desistir.
Al tomar el sendero ancho ya estaba de noche, mas como era tan limpio, sin ramas caídas ni nada que me hiciera tropezar, la poca luz que aportaban las estrellas y la luna creciente era suficiente para mí.

Pero de un momento a otro sentí una sensación aterradora. No había escuchado pasos ni visto movimiento entre los árboles ni en el sendero, pero sentía claramente que había alguien detrás de mí, avanzando conmigo. No podía ser alguien que me hubiera sorprendido, todo estaba silencioso y tengo muy buen oído.   Por alguna razón supe, que además de aterradora aquella situación era peligrosa, y con la vida en juego pensé rápido. Sin detenerme, saqué disimuladamente del bolso la cámara de fotos. Mi plan era encandilar con el flash a lo que estuviera detrás de mí, y con esa pequeña ventaja voltear y defenderme como pudiera.   Apreté el botón apuntando sobre mi hombro y cerré los ojos, giré inmediatamente y, no había nada.  En el resto del camino no sentí nada extraño.
No comenté nada por orgullo; contar que me había asustado en aquel bosque, jamás. Pero de todas formas mis parientes se enteraron, porque al revelar el rollo de la cámara, salió una foto que mostraba mi hombro, parte de mi cara y cuello, y detrás de mí estaba un hombre sin rostro, era alto y por demás delgado, y vestía de traje.

No hay comentarios:

© Copyright – “Más Allá del Misterio” se reserva todos los Derechos.

El presente artículo puede ser publicado total o parcialmente, si el autor y/o autores del sitio web se afirman claramente y ubique obligatoriamente el link directo, como fuente “masdelmisterio.blogspot.com” junto al artículo

http://masdelmisterio.blogspot.com.es/

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...