Me desperté. Escuché un susurro a mis espaldas y un frío de ultratumba acarició mi nuca como si fuera el proio aliento de un fantasma. En un acto reflejo, mis puños golpearon el viento y me serené, pensando que era pura imaginación. Mientras contemplaba las paredes de la estancia, cubiertas de mugre y tinieblas, una fría gota de sangre cayó sobre mi frente y descendió hasta posarse en mis labios. Entonces alcé la vista al techo y contemplé estupefacto como una inmensa criatura de enormes fauces y ojos blancos se abalanzaba sobre mi cuello, y justo en el último instante, sentía aquel escalofrío con el que había soñado innumerables veces... Es el escalofrío que percibes antes de morir, es un escalofrío mortal.
sábado, 20 de agosto de 2011
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