El dragón chino de piedra de 369 metros de longitud descubierto en 1988 en la provincia china de He bei. (Fotografía: La Gran Época)
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Al continuar excavando en torno a las 10 figuras, cuando ya
tenían desenterrado alrededor de 18 metros, comprobaron que la cabeza del
dragón gigante se hallaba rota. Casi resultaba imposible que no fuese así,
puesto que el cráneo medía 10 metros. Además, las garras medían 30 centímetros,
mientras que el grosor de cada diente alcanzaba los 5 centímetros de diámetro.
Asimismo, se descubrió que el cuerpo del dragón se hallaba
hueco y que por su vientre vacío debía correr algún tipo de líquido que luego saldría
por sus fauces. Los aldeanos más ancianos no tardaron mucho en confirmar que,
efectivamente, veinte años atrás un curso de agua brotaba, justamente, en el
mismo lugar en que se hallaba enterrado tan colosal dragón.
La escultura del dragón chino de piedra parecía tallada en
granito rojo, pero a través de un corte transversal también mostraba,
curiosamente, patrones circulares como si se tratase de los anillos de un
árbol.
Su color también iba
cambiando, luciendo tonalidades más suaves y claras por su superficie, mientras
que en su interior mostraba una gama cromática mucho más oscura. Se intentó
determinar el origen de la roca en que fue esculpido, pero lo cierto es que no
se ha encontrado hasta ahora ningún material similar en todo el territorio.
Imagen de una sección de la cola del gigantesco dragón de piedra. (Fotografía: La Gran Época)
De hecho, según afirman los expertos, el dragón podría tener
al menos 30.000 años desde que fue esculpido, convirtiéndose, de este modo, en
el más antiguo, además de en el de mayor tamaño.
Curiosamente, existe una legendaria historia en Handan que
relata la vida de una joven llamada Fangbao que se comió un durazno que su
cuñada había encontrado un día flotando en el río, mientras lavaba la ropa.
Poco después, Fangbao
empezó a notar que su tripa empezaba a crecer, como si estuviese embarazada.
Cuando el padre de Fangbao se enteró de lo que le sucedía, avergonzado, llevó a
su hija hasta una choza, lejos del pueblo: no podía permitir que nadie supiera
que su hija estaba embarazada siendo aún soltera.
Un día, cuando el anciano regresaba de dejarle comida a la
joven, se levantó un fuerte viento y comenzó una fuerte tormenta con mucho
aparato eléctrico. Entonces, la choza de Fangbao saltó por los aires y el
hombre pudo observar cómo su hija ascendía a los cielos junto con nueve
dragones.
Pese a lo que había visto, corrió a buscar a su hija entre
los restos de la choza, pero jamás la encontró. Aún en la actualidad, los
vecinos de la zona creen que Fangbao es la madre sagrada de aquellos nueve
dragones.
El muro de los Nueve Dragones Sagrados en el Palacio de la Longevidad Tranquila de la Ciudad Prohibida de Pekín, China. (Public Domain) |
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