Nos remontamos al Madrid de Felipe II. En la actual calle
Sacramento y situado justo donde hoy existe un parking para vehículos existió
una casa hasta 1972 que guardaba una siniestra leyenda que llegado hasta
nuestros días.
En esta casa habían encontrado residencia un matrimonio
musulmán. La relación, si bien estaba marcada por la diferencia de años, entre
el marido y la joven esposa, era normal. Cierto día se cruzó en la vida de la mujer
un joven con creencias cristianas. El tiempo y los constante halagos del joven
a la mujer musulmana hicieron que finalmente el idilio se consumara.
Los amantes se veían aprovechando las ausencias del
marido. Encuentros que se repetían cada vez con más asiduidad hasta que un día,
sin explicación ninguna y sin aviso previo el joven cristiano no se presentó a
su cita. Aunque al principio la joven esposa quedo malhumorada por la repentina
desaparición de su amante, esta sensación de malestar se fue tornando de
preocupación al ver que los días pasaban y no tenía noticias del joven.
La desaparición del joven la inundo en una enorme tristeza.
El tiempo pasó y aunque siguió con la rutina de su vida, nada pudo hacerla
olvidar los momentos que había pasado con su amante.
El paso del tiempo hizo que la muerte visitara antes a su
marido, pues era bastante más mayor que ella. Ya sola, decidió realizar una
considerable reforma en su hogar con el fin de realizar mejoras que la casa
necesitaba. Estas obras afectaron al propio desván de la casa, lugar que para
ella pasaba desapercibido. Fue entonces cuando horrorizada, pudo encontrar el
cadáver del que fue su amante cristiano. Allí había estado durante años,
emparedado en un lugar del desván de su propia casa.
Este hecho le causo tal trauma, que la mujer decidió
convertirse al cristianismo y mando colocar en el tejado una cruz de palo, para
que todos pudieran saber que había cambiado de fe.
Fuente: Fenomeno.es
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