El calendario europeo más antiguo conocido está basado en
la constelación de Orión
A finales de los años 70 del siglo XX, durante la
construcción de un refugio atómico, fue descubierta una antigua vasija hecha
pedazos entre los escombros. Los arqueólogos de entonces quedaron muy perplejos
ante los extraños dibujos geométricos que se observaban en esta pieza cerámica,
datada en torno al año 2600 a. C., hasta que el Dr. Aleksandar Durman
finalmente descifró su código: se trataba de un calendario. Aunque, a
diferencia de los calendarios egipcios o sumerios de la misma época, este
calendario europeo no estaba basado en el sol o en la luna, sino más bien en
las estrellas. En el centro de las constelaciones trazadas sobre su superficie
se encontraba la que recibe el nombre del noble cazador de la mitología griega:
Orión.
Esta pieza cerámica fue desenterrada el 21 de marzo del año
1978, en el transcurso de la construcción del que es ahora el Hotel Slavonija
de Vinkovci, Croacia. Los arqueólogos reconocieron rápidamente el hallazgo como
perteneciente a la antigua cultura Vučedol, que se desarrolló en las márgenes
occidentales del Danubio entre los años 3000 a. C. y 2200 a. C. Sin embargo,
aunque los investigadores sabían que la pieza pertenecía al pueblo Vučedol, sus
dibujos no fueron descifrados hasta décadas más tarde.
Mapa del área de influencia de la cultura Vučedol. |
La cultura Vučedol era contemporánea de la incipiente Troya,
el Imperio Antiguo de Egipto y el imperio sumerio de Mesopotamia. A diferencia
de estas civilizaciones, los Vučedol eran de origen indoeuropeo, y por lo tanto
no adoraban a la luna. Era el sol el astro al que los Vučedol rendían culto,
aunque no pudiera ayudarles a comprender las estaciones siendo un pueblo que
vivía en el paralelo 45. Como muchos ya sabrán, en el hemisferio norte el sol
no nace y se pone en el mismo lugar a lo largo del año, como ocurre en el
Ecuador. De este modo, los Vučedol tomaron como referencia en su lugar los
precisos movimientos de las estrellas.
De suma importancia era Orión, una constelación fácilmente
reconocible por el ‘cinturón’ del mítico cazador, constituido por tres
brillantes estrellas que forman una línea recta. En la región en que vivían los
Vučedol, Orión se ocultaba en el horizonte cierto día del año para desaparecer
durante todo el verano.
“En la época de la cultura Vučedol, el cinturón de Orión,
que es la constelación invernal dominante, se ocultaba en el horizonte
exactamente el 21 de marzo, marcando de este modo el equinoccio de primavera,”
afirma el Dr. Aleksandar Durman. Los Vučedol observaron que Orión indicaba el
comienzo de un nuevo año. A partir de esta sencilla constatación, fueron
capaces de construir un calendario completo para todo el año.
La constelación de Orión a simple vista |
Este calendario Vučedol puede observarse en la vasija
hallada en el año 1978. Sus dibujos decorativos están divididos en cuatro
hileras, una para cada estación. La hilera inferior, cercana al fondo de la
vasija, representa la primavera. La pieza cerámica está rota, de modo que no
pueden verse todos los cuadrantes de cada una de las hileras, pero los dibujos
que se conservan de la primera franja representan al sol y al cinturón de
Orión.
La segunda hilera representa el verano. En los cuadrantes de
esta franja aparecen las constelaciones de las Pléyades, el Cisne y Casiopea:
constelaciones igualmente importantes que fueron también utilizadas por los
griegos para determinar los movimientos celestes. Casiopea en particular
resulta útil para llevar la cuenta del paso del tiempo a lo largo del año.
Durante el verano, sus cinco estrellas forman una ‘W’. A medida que el año
progresa, la W gira hasta que, cuando llega el invierno, las cinco estrellas
adoptan la posición de una ‘M’. En la leyenda griega, Casiopea está encadenada
a su trono y condenada a girar eternamente en el cielo porque había afirmado
que su hija era más bella que las Nereidas.
La tercera franja representa el otoño. Los cuadrantes de
esta hilera nos muestran las Pléyades, Géminis y Pegaso/Piscis. Finalmente, la
franja superior es la del invierno. Aquí podemos observar el símbolo de
Casiopea girado 180 grados, así como a Pegaso/Piscis, las Pléyades, Géminis y
el regreso de la constelación dominante de invierno, Orión.
Aunque no podemos estar seguros de cuáles eran algunos de
los dibujos de la vasija, al encontrarse incompleta, los investigadores creen
que cada hilera tenía en un principio 12 cuadrantes, lo que podría
corresponderse con el número de semanas de cada estación.
La sociedad Vučedol estaba muy jerarquizada. Se han hallado
evidencias de personajes de esta cultura, que aparentemente gozaban de una alta
consideración, enterrados con joyas de oro. En un principio ganaderos, los
Vučedol alcanzaron la maestría en la fundición del cobre hacia el año 3000 a.
C. El trabajo con el cobre no solo aportaba beneficios económicos, sino que
también estaba considerado poderosamente mágico. El escalafón superior de la
cultura Vučedol era por tanto el de los artesanos del cobre, una casta dominada
por los chamanes. Se creía antiguamente que estos chamanes-artesanos podían
alcanzar el corazón de la tierra y extraer de él su esencia vital: el cobre.
Además, el chamán artesano era capaz de manipular el mineral
por medio de procesos naturales a fin de alterar su naturaleza para que
prestara un mejor servicio al ser humano. Debemos tener en mente que la
fundición del cobre no es tarea fácil. El chamán-artesano sabía cómo evitar las
emanaciones de gas venenoso, arsénico, inherentes a la fundición del cobre. Con
el tiempo, el chamán-artesano acababa perdiendo su capacidad de coordinar los
movimientos corporales, ya que el arsénico, cuya inhalación nunca podían evitar
por completo, le mataba lentamente. En la cultura Vučedol, cada individuo nacía
con una casta y una profesión que le acompañaba hasta su muerte.
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