Grigori
Yefimovich Alias Rasputín
Nació en
Pokróvskoie (Siberia) el 29 de julio de 1871. Hasta 1901 fue campesino y se
dedicó a predicar sus enseñanzas, su fama creció y en 1905 fue presentado a la
corte donde la zarina Alejandra Fiódorovna lo adoptó como su consejero
particular. Influyó tanto en ella que le hizo creer que con sus menjurjes iba a
curar a su hijo Alexis (heredero al trono) que tenía hemofilia.
En 1911 tenía tanto poder sobre la
familia real que designó a varios funcionarios los cuales no respondían a las
expectativas del reino. Cuando el Zar Nicolás II dirigió al ejército ruso
durante la primera Guerra Mundial, quedó a cargo del gobierno. Fue famoso por
sus orgías y se le conocía con el apodo del monje loco. Fue asesinado por un
grupo de aristócratas rusos que lo invitaron a una cena la noche del 29 de
diciembre de 1916.
Es de suponer
que nunca lo sabremos con exactitud, pero como del hombre lo único que pervive
es su obra y por sus obras se le conoce, e identificando a Rasputín con los
hechos de su existencia, diremos que pese a toda la leyenda negra, Grigori
Yefimovich tuvo una vertiente indiscutida de sanador y profeta.
Tal vez, en este
enigmático campesino siberiano, la ley pendular del Yin y el Tang se daba en
toda su amplitud y en él había luz y oscuridad alternativas.
Se afirma que
curaba la hidrofobia, que volvía fértiles a las mujeres ancianas y otros muchos
más prodigios que han llegado hasta nosotros y, en su tiempo, a los oídos de la
zarina Alexandra vía de la gran duquesa Anastasia –no confundir con la
desdichada hija de los zares, del mismo nombre-, su confidente.
La emperatriz, cuyo único hijo varón
está enfermo de hemofilia, recurre a un “milagro” de Rasputín para aliviar los
sufrimientos del pequeño zarevich que por aquel entonces cuenta tres años de
edad, y, a distancia, y por medio de la oración, Grigori Yefimovich, frena una
crisis del ilustre enfermito mejorándose éste posteriormente, ello convence a
la zarina que cae bajo su poderoso influjo, y el resto ya es historia...
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