El primer texto en el que se menciona a Merlín es la Historia de los reyes de Britania,de Geoffrey de Monmouth. Se publicó en 1138 y enseguida se convirtió en una de las obras más influyentes de la Edad Media
Su autor, un clérigo de origen galés, fue nombrado obispo en Londres y destacó como un apasionado defensor de las tradiciones celtas. De hecho, su tierra pasaba por ser el último reducto en toda Inglaterra que mantenía las leyendas y la forma de vida de esa cultura ancestral tras la invasión anglosajona.
Su mente albergó la idea de escribir una historia de los reyes celtas más sobresalientes con el fin de evitar que aquella época gloriosa cayera en el olvido. De entre ellos destacaba poderosamente la figura de Arturo. Al iniciar su proyecto, Geoffrey de Monmouth descubrió que apenas existían fuentes escritas de las que extraer documentación, por lo que recurrió a su inventiva y creó un relato que se desarrollaba durante varios siglos y en el que se mezclaban episodios y personajes reales con otros claramente ficticios.
Uno de los libros que cayó en sus manos fue La profecía de Britania, obra del año 930 en la que se reunían diversos vaticinios que presagiaban la caída de los anglosajones y el resurgimiento de los celtas británicos. Uno de aquellos presagios se atribuía a un tal Myrddin, hombre que había gozado de una gran reputación siglos atrás y que era autor de otras profecías, en su mayor parte oscuras.
Cautivado por esta figura, Geoffrey de Monmouth decidió incorporar el personaje de Myrddin a su Historia de los reyes de Britania bajo el nombre de Merlín y lo enlazó con el relato del rey Arturo.
Así nació la leyenda, que, como hemos visto, se basa en un personaje real. En la historia de Arturo y sus célebres caballeros, Merlín ocupa una posición primordial: es quien propicia el nacimiento de Arturo ayudando a su padre, Úter Pendragón, a conquistar mediante hechizos a su enamorada, además de quien cuida del joven rey, quien le asesora y quien le ayuda a vencer a sus enemigos.
Tan grande fue el éxito de la obra de Geoffrey de Monmouth que se realizaron cientos de copias manuscritas para distribuirlas por toda Europa. Después, los nombres de Arturo y de Merlín serían recogidos por otros autores aumentando su leyenda. El más importante de aquellos libros posteriores: La muerte de Arturo, escrito en el siglo XV por Sir Thomas Malory.
Merlín el profeta
Durante la Edad Media y algún tiempo después se creyó firmemente que Merlín había sido un personaje real del siglo V, autor de una serie de profecías que circulaban por el continente. Los comentaristas franceses sostenían que estas se habían cumplido con exactitud y los italianos lo elevaron a la altura de profeta bíblico, como Isaías. Hoy no es así, pero la pregunta sigue en pie: ¿quién fue realmente este personaje? La hipótesis más aplaudida sostiene que se trata de un profeta antiquísimo –ya se le menciona como tal en el siglo IX– que actuó bajo un nombre diferente al de Merlín, por supuesto. Para corroborarla basta la existencia real de los vaticinios mencionados. Sus profecías, escritas a finales del siglo V, han sido recopiladas. Ocupan diez páginas escritas en latín y se dividen en dos partes sin transición visible entre ambas. Muchas de ellas describen cómo serán expulsados de la isla los anglosajones, así como la llegada de un libertador,
El Jabalí de Cornualles –primera alusión al rey Arturo–, cuyas hazañas servirán “de alimento a los narradores”. Hasta el momento los estudiosos de su obra no han logrado alcanzar un acuerdo sobre la precisión de las interpretaciones y, mucho menos, sobre su cumplimiento. El problema radica en que este profeta utiliza un lenguaje oscuro, abstracto, plagado de menciones a animales y seres mitológicos como el dragón. “Descenderá el zorro de las montañas, se transformará en lobo y, con el pretexto de mantener una conversación con el jabalí, se acercará taimadamente a él y lo devorará por entero”, reza una de ellas. Otras parecen más claras, como la que dice lo siguiente:
“El Canal de la Mancha se hará tan estrecho que la gente podrá mantener una conversación de orilla a orilla”. Para los más entusiastas, se trata de una clara alusión al actual túnel trazado bajo el Canal. Sus profecías siempre terminan entre inundaciones y tormentas, lo que no equivale al fin del mundo. A pesar de esta falta de claridad, se ha comparado a su autor con Nostradamus. Incluso se ha llegado a aventurar que este no habría existido sin el primero o, al menos, que no habría gozado de tanta popularidad.
A este enigmático personaje se le atribuyen numerosas profecías. Escritas cerca del año 400 de nuestra era. Las que fueron atribuidas a el Mago Merlín, fueron recopiladas por Volta en el año 1450.
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