viernes, 5 de agosto de 2011

Ecología contra contaminación

     El humilde árbol se alimenta de la tierra, del agua, del aire y de la luz del sol, y él mismo se convierte en alimento para la naturaleza con el oxígeno que exhala, el fruto que provee, y el estiércol en el que se convierte cuando muere. Y así como el árbol depende de la naturaleza y la naturaleza del árbol, esta misma dependencia existe entre el hombre y el planeta. Nosotros nos alimentamos de lo que provee el planeta y a su vez el planeta se alimenta del alimento que nosotros le proveemos. Esta dependencia también existe entre el planeta y el sistema solar, entre el sistema solar y la galaxia, entre la galaxia y el Cosmos, y así, ad infinitum entre todo lo que existe.
     Esta alimentación recíproca está dictada por la Ley del ETERNO TROGO AUTOEGOCRATICO COSMICO COMUN y en términos simples diremos que esta es la ley de tragar y ser tragado, y como humanos, nosotros alimentamos el planeta de dos formas. Primeramente nuestro cuerpo es parte de la capa orgánica que cubre la tierra, y en sí mismo es una antena que recibe vibraciones cósmicas que nos llegan desde el infinito.
     El cuerpo como una máquina bioquímica y electromagnética transforma estas vibraciones depositándolas por los pies en las capas anteriores de la Tierra. Una vez estas vibraciones son recibidas y aprovechadas por el planeta, este las devuelve al cosmos a través de la zona mineral donde se encuentran los mundos mineral, vegetal, animal, nuestros cuerpos, el agua, y el aire. Es así como los demás planetas se alimentan de la Tierra y entre ellos, de unos y otros.
     Cuando abusamos de los recursos del planeta, contaminamos el aire y alteramos las plantas y los animales, desestabilizamos la zona mineral de forma tal que se le hace imposible al planeta el poder recibir el alimento que le llega del cosmos infinito. La suciedad y el caos exterior es simplemente una proyección del caos que cada uno lleva dentro y con el paso de los años la situación se empeora. Poco a poco nos acercamos más al momento en el que la naturaleza hará lo necesario para recobrar aquello que por derecho le corresponde.
     Es claro que la Naturaleza no conoce de finanzas, de compromisos, ni de moralidad y cuando ella reclama lo que le corresponde lo hace en forma de catástrofes, guerras y destrucción, todas muy dolorosas para nosotros. Por eso resulta urgente el que nos apliquemos a sí mismos el concepto aquél del Balance ECOLOGICO (eco = oikos = casa; -logía = logos = el Verbo Creador).
     Tal balance nos invita a re-establecer la voluntad del VERBO (El Logos Solar) del primer instante. Esto nos lo enseñó el Salvador del Mundo y lo hemos repetido muchas veces sin darnos cuenta cada vez que decimos “…que se haga Tu voluntad así en la Tierra como en los cielos”. Claro, no solamente se refiere a la Tierra como medio ambiente, sino también a nuestro cuerpo, la Tierra Filosofal de los Alquimistas, al cual el Apóstol Pablo llama “Templo del Espíritu Santo”. 
      Ha llegado la hora de que seamos buenos dueños de casa y comencemos un cambio radical a nivel de nuestra psiquis, de nuestros hábitos y de nuestras emociones; que sustituyamos nuestros valores actuales por los valores superiores del SER; que nuestra imagen y nuestra identidad se conviertan en instrumentos del Íntimo y no de nuestra personalidad y de las pasiones.
     Podemos empezar este cambio poniendo nuestra psiquis bajo control; refrenando el deseo de prestarnos para la crítica, el chisme, el doble sentido, la morbosidad, y el dice-que-se-dice y colaborar de alguna manera y en forma consciente de la necesidad de buscar el equilibrio en nuestro planeta que es nuestro hogar, el único que tenemos, pero si continuamos con el odio, el egoísmo, la codicia, la crueldad, la competencia, etc. será un hecho que todos pereceremos antes de tiempo. Estamos al borde de una catástrofe final y no queremos comprenderlo, así sucedió también con los con los Atlantes en vísperas del gran cataclismo que destruyó a la humanidad entera. Nosotros, en nuestras instituciones luchamos por la paz, por la felicidad y la libertad mediante la llamada Comprensión Creadora, sin embargo es necesaria la tranformación del individuo, solamente así es posible la transformación del mundo, necesitamos cambiar internamente, solo así podemos cambiar el mundo. Estamos ante el dilema del Ser o no Ser de la filosofía: o cambiamos o pereceremos.

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