«Harás un arca de madera de acacia de dos codos y medio
de largo, codo y medio de ancho y codo y medio de alto. La revestirás de oro
puro; por dentro y por fuera la revestirás; y además pondrás en su derredor una
moldura de oro. Fundirás para ella cuatro anillas de oro, que pondrás en sus
cuatro pies, dos anillas a un costado, y dos anillas en el otro. Harás también
varales de madera de acacia, que revestirás de oro, y los pasarás por las
anillas de los costados del arca, para trasportarla. Los varales deben quedar
en las anillas del arca y no se sacarán de allí. En el arca pondrás el
testimonio que yo te voy a dar».
Éxodo 25:10-22
Sin lugar a
dudas, una de las reliquias más importantes y sagradas a lo largo de la
historia de la humanidad ha sido, es y será el Arca de la Alianza (también llamada “Arca de Yahveh”, “Arca
del Pacto” o “Arca del Convenio”). Todos hemos
oído hablar de ella o bien hemos leído algo sobre el tema. Incluso la hemos
visto en la televisión o en el cine, ¿quién no recuerda la mítica película de Indiana
Jones “En busca del Arca Perdida”? ¿Quién no recuerda la terrible
secuencia en la que el Arca desata todo su poder y arrasa a los soldados nazis?
Existen muchas historias y esoterismo alrededor de este
objeto. Se dice que en el interior del Arca se hallaban las Tablas de los Diez Mandamientos que Moisés bajó del
Monte Sinaí después de que el mismísimo Yahveh se las entregara como guía para
el pueblo israelita. También contenía supuestamente una vasija de oro con Maná
(el pan que Dios envió a los israelitas durante los cuarenta años que vagaron
por el desierto en busca de la Tierra Prometida) y la Vara de Aaron (una vara
milagrosa que, al ser colocada en el Tabernáculo, floreció y dio frutos). Por
otra parte, era un objeto muy peligroso. Sólo el Sumo Sacerdote utilizando un
ropaje especial tenía acceso a ella, y cualquier otro que lo intentaba
resultaba muerto dado que Yahveh “se mostraba en la nube del propiciatorio”
(Levítico, 16: 1-2). Parece que era capaz de producir luz y energía en forma de
radiaciones antinaturales y rayos de fuego celestial, todo atribuido al Poder
de Dios que moraba en su interior. Podía vencer la fuerza de la gravedad para
autotransportarse y causaba tumores y enfermedades como la lepra a todo aquel
que intentara tocarla, a no ser que fuera uno de los pocos elegidos (los hijos
del Sumo Sacerdote Aaron, Nadab y Abiú, fueron devorados por una llamarada al
intentar tocar el Arca tras infiltrarse en el Sancta Sanctorum del Tabernáculo).
Una reliquia
nómada
La tradición judeo-cristiana cuenta que Yahveh ordenó a
Moisés construir una especie de cofre según un diseño especial que Él le
proporcionó y le dijo que debía ser colocada en el Tabernáculo, el santuario
dedicado a Yahveh que también fue construido según sus indicaciones. Así mismo
le dio instrucciones y advertencias muy precisas para su manejo.
Tras ser utilizada en la conquista de Canaán y de Jericó
(después de que Josué atravesase el Jordan, cuyas aguas de apartaban al
contacto con el Arca), fue trasladada a Silo en el 1467 a.C. hasta que fue
capturada por los filisteos después de derrotar a los guerreros israelitas.
Tras eso, fue llevada al Templo del dios Dagón en Asdod. Pero una serie de
acontecimientos provocaron el terror de los filisteos: la gigantesca estatua de
Dagón quedó dos noches postrada delante del Arca tras lo cual apareció
decapitada, y, además, una serie de plagas y epidemias castigó a todo el país.
.
Después de todo ello, el Arca prosiguió sus interminables
viajes pasando por Gabaá, tras lo cual David la trasladó a Sión, Bet-semes,
Quiryat-jearim y, finalmente, a Jerusalén, donde hizo que fuera instalada en el
lugar más importante del Templo de Salomón. Cuando Nabucodonosor II, rey de
Babilonia, invadió Jerusalén y saqueó y destruyó el Templo, no encontró ni
rastro del Arca. Esto de debe a que el Profeta Jeremías la había ocultado en
una cueva secreta del Monte Nebó (actualmente conocido como Jaban an-Naba), el
monte desde el que Moisés contempló por primera vez la Tierra Prometida y un
lugar que “quedaría desconocido hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le
sea propicio. El Señor entonces mostrará todo esto y aparecerá la Gloria del
Señor y la Nube, como se mostraba en tiempo de Moisés, cuando Salomón rogó que
el Lugar fuera solemnemente consagrado”
Macabeos
2:4-8
Cabe destacar que se han llevado a cabo dos tentativas
para localizar el escondrijo de Jeremías. En 1920 un excéntrico aventurero
americano llamado Frederick Futterer rastreó durante varios meses el monte Nebó
y también el monte Pisgá, que se encuentra adyacente al anterior. Se sabe que
en alguno de los dos descubrió un pasadizo secreto con una inscripción
jeroglífica que decía: “Aquí dentro está el Arca de Oro de la Alianza”. Pero poco
después, Frederick desapareció sin dejar rastro junto con todas sus
investigaciones y no existe constancia de que volviera nunca para rescatar el
Arca del supuesto escondite secreto.
Ceremonias
Secretas
Como decía unas líneas más arriba, Moisés recibió el
encargo de construir el Arca del mismo Dios. Entonces, Bezalel, Aholiab y otros
sabios ayudaron a Moisés en su construcción utilizando materiales suministrados
por el pueblo. Un año después del Éxodo, finalizado y erigido el Tabernáculo,
Moisés guardó dentro del Arca las dos Tablas de la Ley. Seguidamente, colocó
los varales con los que debía transportarse el Arca, la tapó con la cubierta y
la llevó al Tabernáculo. Una vez allí, colocó una pantallaque separaba el Santo
del Santísimo y después, como parte de la ceremonia inaugural, ungió con
aceiteel Arca y todos sus utensilios. A partir de entonces, siempre que los
sacerdotes desmontaban el Tabernáculo al levantar un campamento, empleaban la
misma pantalla divisoria, además de una cubierta de pieles de foca y una tela
azul, para cubrir el Arca con el fin de impedir que el pueblo la mirase “por el
más mínimo momento, y por lo tanto muriese”.
El Arca fue más que un mero cofre para guardar cosas, fue
el símbolo de la presencia de Dios entre los israelitas. Según el Éxodo, Dios
aparecía sentado encima de la cubierta del Arca en forma de nube situada entre
los dos querubines de oro, y desde allí hablaba a Moisés, Josué, Finehás y a
cualquiera autorizado a entrar en la tienda donde se guardaba el Arca. Como ya
se ha comentado, únicamente el Sumo Sacerdote podía entrar en el Santísimo y
ver el Arca un día al año, pero no con el propósito de hablar con Yahveh, sino
para llevar a cabo la ceremonia del Día de Expiación.
Cuando el pueblo levantaba el campamento, era costumbre
que el arca y la nube de Yahveh fuesen por delante. Esto permitía que el Poder
de Dios actuase como heraldo del pueblo de Israel de forma que nada pudiera
oponérsele. De esta forma las aguas del Río Jordán se apartaron cuando Josué
marchó sobre Jericó. Durante esta marcha un contingente militar iba delante,
seguido de siete sacerdotes que tocaban unos cuernos; luego iba el Arca y por
último, los soldados que formaban la retaguardia.
El manejo indebido del Arca contraviniendo las
instrucciones divinas podía tener graves consecuencias como demuestran las
muertes producidas por los rebeldes que querían tocarla o bien la derrota ante
los filisteos, los cuales se apropiaron del Arca y por ello fueron severamente
castigados por Yahveh como se ha indicado anteriormente.
Sin duda la estrecha relación del Arca con la presencia
de Yahveh entre los israelitas exigía que se latratase con el más alto respeto.
Siempre que el Arca se ponía en movimiento o bien cuando era posada debían
pronunciarse salmos de alabanza a Yahveh. Era tal la devoción que causaba que
el propio sumo sacerdote Elí, al enterarse de que los filisteos se habían
apoderado del Arca, perdió conocimiento y al caer al suelo se desnucó, y el rey
Salomón llego a afirmar que “Los lugares a los que ha venido el arca de Yahveh
son cosa santa”.
La simple presencia del Arca por si sola no era garantía
de victoria y éxito. Para obtener sus bendiciones y liberar su poder
destructivo era necesaria una total obediencia a las leyes de Yahveh y una
condición espiritual muy elevada. Esto se puede observar en la derrota de Josué
ante los filisteos: la presencia del Arca en el campamento israelita no impidió
la muerte de 30.000 guerreros, todo debido a sus infidelidades. Incluso cuando
el Arca fue recuperada posteriormente y el pueblo lo celebró con fiestas y
sacrificios, Yahveh los castigó con una matanza por desobedecer sus mandatos y
mirar el Arca con sus ojos.
¿Magia o ciencia?
¿Qué poder encerraba el Arca para que nadie, salvo unos
pocos, pudiera tocarla ni siquiera mirarla bajo riesgo de muerte? ¿Por qué
razón debía ser guardada en la más absoluta oscuridad y los sacerdotes debían
acceder al Sancta Sanctorum del Tabernáculo llevando ropas especial?
Si dejamos de lado las leyendas y el esoterismo podemos
plantearnos la posibilidad de que el Arca fuera el resultado del ingenio y de
la habilidad humanas. No obstante, es difícil imaginar cómo pudo el hombre
fabricar un artilugio tan complejo hace mas de tres mil años con los medios y
la técnica de que se disponía entonces, lo cual ha dado pie a diversas teorías
que hablan de una misteriosa tecnología que podría estar oculta en el pueblo de
Israel o bien que el propio Moisés la trajera de Egipto.
Era costumbre en los ritos funerarios egipcios que las
cajas de madera se forraran con oro, incluso se ha especulado con que Moisés
podría haberse fijado en los sarcófagos de la tumba de Tutankamon (que tenían
forma de arca y eran sostenidos por dos bastones). Todos los enigmas que rodean
la antigua civilización egipcia hablan de una misteriosa erudición científica entre
las clases altas de la sociedad, por lo que no es descabellado pensar que esa
fuente energética del Arca, de supuesto origen divino, tuviera su origen en esa
arcana ciencia secreta, de la cual Moisés podría haber sido un aventajado
iniciado dado que recibió una educación esmerada como miembro de la familia
real que era.
¿Es posible que el verdadero propósito de Moisés al
construir el Arca fuera la preservación de un antiguo y hermético saber de una
civilización más avanzada de lo que nunca se ha pensado? ¿Por qué esa
insistencia en que nadie se acercara a ella ni la mirara? ¿Acaso sólo unos
pocos iniciados en sus complejos secretos científicos tenían capacidad de
manejarla sin sufrir terribles accidentes?
Son muchos los científicos y especialistas en el tema que
ven en el Arca una especie de batería eléctrica o electromagnética, basada en
la idea de los condensadores separados por un elemento aislante como, por
ejemplo, la madera de acacia. Algunos han mencionado también la posible
existencia de dos Arcas, una dedicada a la fabricación de alimento (el famoso
maná) y una segunda con algún mecanismo destructivo de colosal potencia. Los
egipcios conocían la electricidad y Moisés podría haberla aprendido
perfectamente como demuestra por ejemplo la lámpara perennemente encendida en
el Tabernáculo. El hecho de que los sacerdotes tuvieran que usar ropas
especiales hacen pensar en una especie de trajes aislantes con los que
protegerse de la electricidad que se generaba.
Tal vez el Arca pudiera haber sido un auténtico reactor
nuclear capaz de despedir gases y vapores a temperaturas extremas (lo cual
podría explicar las plagas y enfermedades mortales en el país de los
filisteos). Pero ¿cómo sería posible alimentar tal reactor aunque fuera de
concepto muy primitivo. Ello lleva a hablar de las teorías sobre meteoritos y
piedras caídas del cielo que eran adoradas por las antiguas tribus semíticas.
Se ha llegado a pensar que las propias Tablas de la Ley que Moisés introdujo
dentro del Arca no serían otra cosa más que una especie de “pilas” hechas a
base de esas “piedras del cielo” que proporcionaban al reactor la energía
suficiente para producir sus reacciones atómicas.
El Arca también era una vía para comunicarse con Dios y
por el cual Moisés escuchaba la voz de Yahveh surgida entre los dos querubines
dorados. ¿Podrían ser esos querubines realmente una especie deantenas de un
aparato radiotransmisor? La clarividencia era bien conocida y usada entre los
magos egipcios. Los sacerdotes se valían de joyas y piedras preciosas para
realizar sus profecías y conjuros de adivinación. Hoy los científicos
investigan las sorprendentes propiedades de las piedras preciosas en aparatos
como los láseres y transistores, por lo que no es improbable que los iniciados
israelitas las utilizaran a modo de transmisores y receptores aunque no
conocieran ni los principios físicos ni la identidad de los comunicadores
Como se puede ver, existen muchos estudios e hipótesis
científicas sobre los secretos de la “magia” del Arca, pero todo continua siendo
meras teorías.
El destino del
Arca
Actualmente hay diversos lugares candidatos a tener el
honor de ser el hogar del Arca de la Alianza:
* Monte Nebó (de forma que
continuaría estando justo donde el profeta Jeremías la ocultó supuestamente
antes del saqueo del Templo de Salomón)
* Zimbabwe. La tribu africana
conocida como Lemba, la cual sostiene que sus antepasados provienen de Israel,
asegura que hay una reliquia llamada Ngoma lugundu (“La Voz de Dios”) que es
realmente el Arca de la Alianza. Esta reliquia estuvo oculta mucho tiempo en
las montañas y ahora está en un museo. Se le han realizado diversas pruebas y
parece que data aproximadamente del año 1350. Se han formulado teorías según
las cuales no sería el Arca original sino una reconstrucción hecha a partir de
ella a lo largo de la historia.
* Etiopía. En 1989 un periodista
británico llamado Graham Hancock sugirió que el Arca estaría escondida en un
templo de Etiopía. Supuestamente habría sido traslada allí hace más de 1000
años según se relata en el libro sagrado de Etiopía, el Kebra Nagast. Al
parecer la Reina de Saba visitó Jerusalén para conocer al Rey Salomón y, tras
ser conquistada por este mediante una artimaña, tuvieron un hijo llamado
Menelik el cual nació en Etiopía. Tras ser enviado a Jerusalén para recibir una
buena educación, Medelik habría regresado en secreto a Etiopía junto con el
Arca para así protegerla de posibles profanadores. Al enterarse su padre
Salomón de este robo, pensó en enviar un ejército a Etiopía para recuperar el Arca
pero desistió al darse cuenta de que seguramente había sido la voluntad de
Dios.
* Isla del Roble. Una teoría sin
demasiado fundamento sostiene que al finalizar la Tercera Cruzada el Arca fue
llevada a Escocia por los Caballeros Templarios, concretamente a la Isla del
Roble, donde la familia noble Sinclair la habría ocultado en un misterioso pozo
a cuyo fondo no es posible acceder. Este pozo fue supuestamente construido por
los Templarios y no faltan los rumores que dicen que alberga también objetos
como el Santo Grial, el tesoro de Barbanegra o las joyas de María Antonieta.
* Monte de la Calavera de Jerusalén.
En el Jardín de la Tumba que se encuentra en ese monte, Ron Wyatt, un famoso
arqueólogo bíblico, aseguró haber descubierto el Arca de la Alianza así como
otros importantes objetos, aunque numerosos científicos e historiadores han desmentido
esos descubrimientos.
* Templo de Jerusalén. Algunos
rabinos, entre los que se encuentra el director del Instituto del Templo Chaim
Richman (cuya labor es la reconstrucción del templo), afirman que el Arca fue
escondida en las cámaras subterráneas del antiguo templo durante la caída de
Jerusalén a manos de los persas.
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