Calendarios sagrados y festividades de Año Nuevo: los
ciclos del tiempo y las edades del mundo
La celebración global de un nuevo año simboliza todo lo
que hemos vivido a lo largo del año anterior, así como nuestros sueños y
esperanzas para el año que llega. Estas observaciones se remontan a hace más de
4.000 años, y a menudo acompañaban a los solsticios y equinoccios que marcan
los ciclos de las estaciones en la naturaleza. En la antigua Mesopotamia, la celebración
del año nuevo hace más de 4.000 años podría haber tenido lugar en el día del
equinoccio de primavera, a mediados de marzo, una fecha asimismo reverenciada a
lo largo de la Edad Media. Los egipcios empezaban su año nuevo con el
equinoccio de otoño, y los griegos en el solsticio de invierno. Los antiguos
romanos dedicaban el día de año nuevo al dios de los comienzos (y también de
las puertas y entradas), Jano, de quien recibe su nombre el mes de enero (Januarius en
latín). El Año Nuevo Chino coincide con el primer día del calendario lunar, que
habitualmente cae entre el 20 de enero y el 20 de febrero. No importaba qué
fecha se escogiera, la cuestión era (y sigue siendo en la actualidad) la
importancia de los ciclos temporales y los finales y principios que simbolizan.
Máscara maya. Friso de estuco descubierto en Placeres, Campeche. Período Clásico Temprano (c. 250 d. C. – 600 d. C.) |
Para las culturas mesoamericanas precolombinas, los
ciclos del tiempo estaban marcados y eran medidos gracias a los diversos
calendarios que utilizaban. Uno de ellos, el Calendario Sagrado, también
conocido como tzolkin o “conteo de los días”, era un calendario de 260 días
empleado por los mayas hasta la adopción del calendario gregoriano en el año
1582. El tzolkin medía el paso del tiempo por medio del uso de una cuenta de 13
días y un ciclo de 20 días que transcurre paralelamente con un signo diferente
adscrito a cada día, ciclo conocido por el nombre de “uinal”. La cuenta de
trece días y el uinal implican la asignación de un número único (kon) para cada
día junto con su signo correspondiente. El número total de combinaciones
posibles de signos y números es de 260, coincidiendo el mismo número y signo de
nuevo al cabo de 260 días.
La “Cuenta larga” de los mayas consistía en trece
baktunes, períodos de 400 tunes (siendo cada tun un período de 360 días). Un
baktún es por tanto 400 x 360 = 144,000 días (394,3 años solares). Un período
de 13 baktunes, que totaliza 5.125,36 años, se denomina Edad del Mundo. Cinco
Edades del Mundo equivalen a un ciclo precesional de aproximadamente 25.627
años. En la cumbre de su auge cultural, durante el Período Clásico (250 d. C. –
900 d. C.), los mayas alcanzaron un conocimiento de la astronomía y el cosmos
realmente asombroso, en el que estaba incluida la precesión de los equinoccios,
que muchos historiadores y arqueólogos sugieren que fue “descubierta” por el
astrónomo griego Hiparco hacia el 120 a. C., siendo reelaborado y ampliado su
estudio más tarde bajo la perspectiva de la física de Newton en el año 1687.
La precesión consiste en una lenta deriva en dirección
oeste de los equinoccios a lo largo del plano de la eclíptica, como consecuencia
de la precesión del eje de rotación de la tierra, y que provoca que los
equinoccios se produzcan algo más temprano en cada año sideral. La precesión de
los equinoccios tiene lugar a un ritmo de desplazamiento angular de 50,27
segundos de arco por año, requiriendo una precesión completa 25.800 años. Esta
precesión está causada por la gravedad del Sol y de la Luna al actuar sobre la
protuberancia ecuatorial, creando una oscilación en la orientación del eje
terrestre a lo largo de ciclos de aproximadamente 25.627 años. Este ciclo se
denomina Gran Año o Año Platónico.
Los astrólogos occidentales habitualmente marcan el
comienzo del año en el equinoccio de primavera, cuando el sol se encuentra en
la constelación de Aries. A medida que el sol recorre sucesivamente los signos
del zodíaco, se completa la precesión, aunque el momento del comienzo del año
cambia ligeramente en cada equinoccio de primavera debido a ligeras variaciones
en la posición de Aries. Una era astrológica está definida por el movimiento
del sol de un signo del zodíaco a otro, y dura unos 2.150 años. Los doce signos
totalizan un Gran Año precesional, que suma aproximadamente 25.000 años
terrestres.
Movimiento precesional de la Tierra y su eje de rotación.
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Los calendarios orientales marcan la vida y el tiempo
en la Tierra
Las Edades del Mundo de los mesoamericanos tienen su
equivalente oriental en los yugas védicos, parte de la vasta mitología hindú
que describe la evolución de la vida y el tiempo en la tierra. Cada Yuga
sucesivo es una cuarta parte más corto en duración que el que le precede. Según
la interpretación habitual de los yugas hindúes, un ciclo completo de yugas
tarda en completarse 4.320.000 años. Es lo que se denomina una rotación del
ciclo de yugas, y las escrituras sagradas hindúes incluyen además el concepto
de un ciclo de tiempo aún mayor, el Kalpa, que dura mil ciclos de yugas, es
decir 4.320.000.000 años. Estos ciclos se suceden rotando una y otra vez, por
toda la eternidad.
Detalle: calendario/almanaque hindú de tela correspondiente a los años occidentales 1871-1872 y procedente de Rajastán (India). |
La Kali Yuga que vivimos actualmente está considerada un
período de oscuridad y consternación, en el que los objetivos más materialistas
de la humanidad nacidos de la codicia amenazan al resto de especies poniéndolas
al borde de la extinción. La Kali Yuga sería la última Edad del Mundo, una
época de negatividad y destrucción. El “Visuddhuimagga” del budismo Theravada
menciona un ciclo mundial de 64 edades en el que periódicamente se purifica el
planeta y es destruida la humanidad. Este ciclo de 64 eras está subdividido en
ocho ciclos de destrucción: siete por el fuego y uno por el agua, que se
repiten siete veces. El octavo ciclo es un apocalipsis final de vientos
devastadores. A continuación, comienza un nuevo ciclo de 64 edades.
La Teoría de la Novedad
Un elemento común de todos estos ciclos temporales es la
noción de la aceleración del tiempo. La forma en que el paso del tiempo va
cobrando velocidad, en correspondencia con el despertar de la conciencia
humana, es un concepto que comparten disciplinas tan diversas como la teoría de
la información, la teoría de la singularidad y la novedad en los sistemas
vivientes. La Teoría de la Novedad busca calcular el grado de novedad en el
universo en relación con el tiempo. Algunos de sus principios básicos son:
1. El
Universo es un sistema viviente con un atractor teleológico al final del tiempo
que conduce al incremento y la conservación de la complejidad en las formas
materiales. La palabra “teleológico” deriva del griego telos, que
significa finalidad o propósito.
2. Novedad
y complejidad aumentan con el paso del tiempo en un efecto de bola de
nieve a pesar de haber sufrido retrocesos repetidamente.
3. El
cerebro humano representa la cúspide de la compleja organización del universo
conocido.
4. A
medida que aumentan la complejidad y el desarrollo del pensamiento y la cultura
humanos, la novedad universal se aproxima a una curva de Koch de crecimiento
infinito y exponencial. Lo que en el momento inmediatamente anterior y durante
este punto omega (singularidad) de infinita novedad, todo aquello que la mente
humana pudiera concebir se daría simultáneamente.
Antiguos conceptos y perspectivas para el futuro
Quizás nuestros nuevos ciclos temporales se medirán por
nuestro nivel de conciencia colectivo, más que por el paso de días, semanas,
meses y años. A medida que nos acercamos al punto de infinito conocimiento,
quizás incluso el propio tiempo deje de existir bajo la forma lineal que nos
resulta tan familiar. Entonces habremos alcanzado un nuevo principio, ya no
solo de un ciclo, sino de una nueva humanidad.
Fuente: ancient-origins.net
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