jueves, 4 de agosto de 2011

Horus


     Un legado extraordinario de ciencia y sabiduría, nos deja la civilización egipcia a través de sus pirámides, esculturas, signos y dioses, su grandioso esplendor es debido precisamente a su religiosidad, a la  devoción y respeto  a las cosas divinas y sagradas,  la religión era inherente siempre a su vida, todo cuanto ocurría, desde los aspectos más simples hasta los más complicados eran obra de dios y dependían de su voluntad. Todas las grandes religiones tienen un principio divino y guardan un misterio oculto, que no se revela sino a aquellos que son  iniciados o adeptos (Iniciado es el que se inicia en los misterios y  ha logrado un avance en la búsqueda de la perfección para llegar a un fin que es la unión con Dios o con la divinidad). Todo conocimiento tiene dos aspectos: el público o exotérico y el esotérico para el adepto y es obvio que debemos adentrarnos primero en el círculo exotérico para posteriormente, si así lo anhelamos, ir avanzando gradualmente hacia la meta final.  
     Horus en el antiguo Egipto era hijo de Hathor,  (Casa o morada  de Horus). Hathor era una diosa celeste. Es madre, esposa y compañera al mismo tiempo. Se le representa como mujer o como vaca  con el disco solar entre los cuernos identificada  como la madre  y  esposa de Horus,  era  deidad del cielo y también  del amor, de la maternidad y de los niños, de la alegría, la música, la danza  y la alegría; pero este papel fue adoptado por Isis posteriormente, cuando Osiris tomó gran importancia en Egipto, Horus fue hijo de Osiris e Isis. Hathor e Isis fueron las diosas más veneradas en Egipto.

     Osiris, Isis y Horus fue la triada más importante de los dioses egipcios.
     Horus era el Dios de los cielos,  el Ser interior que se transforma en héroe solar, es hijo de Isis la Divina Madre, cada quien tiene a su Divina Madre Interior y su Ser interior.

    Horus es  un guerrero que tiene que estar siempre en lucha contra las tinieblas del ego o yo psicológico, el alma que nosotros tenemos es del Ser (Horus), el alma sufre, trabaja, adquiere experiencia, comete faltas, es imperfecta. El alma es pecadora, se deja llevar por las pasiones y por eso sufre, si el alma quiere dejar de sufrir, debe acabar con los defectos, volverse pura y así llegar a fusionarse con el Intimo.
     El Intimo es una llama, el alma es otra llama y cuando el alma se perfecciona, se une a la llama del Ser y forman una sola y se convierte en un hombre o mujer perfecta, en un ser verdadero.

     El Espíritu Universal de vida se manifiesta a través del Ser, es fuego viviente que está dentro de todo lo que existe, dentro de  una roca, en  el aire, el fuego, el agua, etc. existe en todo el espacio infinito.
     Los egipcios, grandes sabios conocieron profundamente los misterios de la vida y de la muerte, el libro de los muertos es un texto iniciático, escrito en las paredeses  del sarcófago de las momias de los faraones del antiguo Egipto o  bien en un  misterioso rollo  que se colocaba bajo la cabeza del difunto, el cual    narraba en  forma simbólica, el viaje de ultratumba del alma, según los sacerdotes de Ammón-Ra.

     Se transporta al difunto sobre la barca de Isis, Junto a él Isis y Nephtis le protegen.
     Vienen después los sacerdotes, portadores de emblemas, algunos llevan las ofrendas, otros las urnas y una copa. Se dirigen a la cerrada tumba que guardará los restos mortales del difunto.

     El postulante se arrodilla ante Horus, hijo de Ra y dirige una ferviente plegaria para obtener las fuerzas que necesita para someterse con éxito a las pruebas a las que será sometido.
     Así el aspirante va enfrentando una a una  las pruebas a las que es sometido por los dioses; cada vez debe hacerlo con más perfección, sintiéndose seguro porque ha hecho las cosas para su Padre Osiris. El fin supremo que se propone conseguir el iniciado es alcanzar a Dios, identificarse con él. Ha de acomodar su marcha a la del Dios solar, avanza hacia el oeste, hacia el acceso a la región del submundo, donde penetrará cuando llegue para él el instante de la muerte, pero la muerte es solo una apariencia, un cambio de estado, el alma sobrevive y progresa.

     No se puede obtener  ni  retener la mirada de Dios si no se posee la necesaria rectitud de pensamiento y la indispensable pureza de corazón.
     El nuevo iniciado debe ahora purificar su corazón para que esté libre de mancha. En virtud de esta pureza de corazón y de esta vigilancia de sentimientos su conciencia está firme, su voluntad reina sobre sus facultades, bajo la tranquila mirada de Ra.
LOS 4 DIOSES DE LA MUERTE:
     El adepto debe de resistir las tentaciones de Mestha, Hapi, Duamutf y Kebhsenuf,  los cuatro dioses de la muerte e hijos de Horus, quienes procurarán apartarle de la senda mediante la atracción de placeres impuros.
     Estos cuatro dioses representan también a los 4 Animales Misteriosos de la Alquimia: el toro alegoriza al elemento tierra, el pájaro o ave al elemento aire, el león al elemento fuego y cara de humano al elemento agua. Con estos  4 Elementos (Tierra, Agua, Aire y Fuego),  debe trabajar el alquimista.
    Arrodillado delante de los cuatro dioses funerarios, el adepto afirma que su corazón está bien sujeto y bajo la propia e incesante vigilancia. Ha sido renovado, latirá eternamente y dirigiéndose a su propio corazón dice:
     “Soy tu dueño: tú estás en mi pecho; tú nunca más te separarás de mí. Yo te dará órdenes que tú escucharás en la divina región inferior”
     En virtud de esta pureza de corazón y esta vigilancia de los sentimientos ha adquirido la certeza de que jamás se inclinará a utilizar los poderes conferidos en acciones condenables. Su conciencia está firme, su voluntad reina sobre todas sus facultades, bajo la tranquila mirada de RA: porque es puro, la pureza es su cualidad.
     A  los cuatro Dioses de la Muerte debemos rendir culto y permanecer siempre en estado de  alerta y en guardia   a cualquier asalto de pensamientos, emociones y acciones impuras, para lo cual utilizamos la auto-observación psicológica, el recuerdo de sí, la transformación de impresiones, la comprensión y la meditación, en el diario vivir y en convivencia con nuestras amistades, en nuestra casa, en la calle, en el trabajo donde los defectos que llevamos escondidos, afloran en forma espontánea.
    Defecto descubierto debe ser comprendido profundamente, enjuiciado y desintegrado utilizando la técnica de la meditación. La victoria en cada prueba confiere al adepto conciencia despierta, poderes, virtudes, etc. Todo aquel que trabaja con ahínco en la eliminación de los defectos, convivirá en las regiones divinales con los Dioses santos.
     La Barca de Ra es la vida en  el mundo físico. Los dioses de trenzas largas y flotantes de los dioses que habla el Libro de los Muertos son los cuatro dioses de la muerte que se convierten en cuatro pilares sostenedores de las cuatro esquinas del cielo, así como son gobernantes de los cuatro puntos cardinales. Ellos sostienen las fuerzas de la vida universal.
    Para el trabajo de disolución de los defectos psicológicos, es necesario el auxilio de las jerarquías divinas y podemos invocar a cada uno de los Dioses, según sean nuestras necesidades, con pureza de corazón.
    Recordemos que si el germen no muere la planta no nace, la vida nace de la muerte y necesitamos comprender los misterios de la vida y de la muerte para descifrar el sentido de la vida.

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