lunes, 29 de marzo de 2010

La maldición de Tutankhamon

     En Noviembre de 1922 los arqueólogos Howard Carter y Lord Carnavon descubrieron la tumba de Tutankhamon (1400 a 1350 a.C.). Traspasaron la primera entrada de la antecámara mortuoria y se encontraron ante una segunda puerta con una inscripción en la piedra que decía:
     “A todos aquellos que perturben al faraón, la muerte les matará con sus alas”.
     A partir de ese momento la maldición su puso en marcha, el primer obrero árabe que traspasó la puerta de la cámara mortuoria murió fulminantemente víctima de unas súbitas fiebres. Los dos descubridores entraron en la cámara con las 22 personas miembros de la expedición. Todos se encontraban bien de salud, sin embargo acabaron siendo victimas de la maldición de Tutankhamon.
     Tras un duro día de trabajo y en el momento de abandonar la antecámara, Lord Carnavon exclamó: A los dos meses del descubrimiento, el 5 de abril de 1923, moría repentinamente. Según la versión oficial fue debido a la picadura del mosquito.
     Howard Carter sufrió un gravísimo accidente del que salvo la vida de forma milagrosa aunque quedó gravemente herido. Nunca más volvió a recuperarse plenamente.
     Un millonario americano, Mister Goud, mecenas de las investigaciones quiso examinar la tumba personalmente, dos días mas tarde murió.
     El 21 de febrero de 1930 Lord Westbury, de 78 años de edad, otro de los implicados en el descubrimiento, fue presa de un repentino ataque de locura y se arrojó del séptimo piso de su apartamento de Londres, muriendo en el acto. Su hijo, que había sido secretario de Lord Carnavon en la época del descubrimiento, en el mes de noviembre se acostó completamente sano y apareció muerto en su cama, sin poderse esclarecer nunca las causas de la muerte.
     El prestigioso egiptólogo Arthur Weigall fue la siguiente victima en la larga lista mortuoria que ya alcanzaba veintiún fallecimientos. En 1924 Sir Archibald Douglas Reid quiso hacerle una foto interior al cuerpo-momia de Tutankhamon, examinándola con rayos X, murió en el acto. Otra de las victimas fue Arthur C. Mace, arqueólogo del Museo Metropolitano de Nueva York, y ayudante de Carter en el momento de abrir la cámara sepulcral. Este hombre queriendo escapar del trágico destino de la maldición, y viendo que la muerte se le venia encima, abandonó el trabajo y se embarcó precipitadamente rumbo a Estados Unidos, pero ya era demasiado tarde, porque la muerte lo atrapó en plena travesía
     Lo cierto es que en el año 1930 todos los miembros que habían intervenido en la expedición del descubrimiento habían muerto.
     Sin embargo, la maldición no termino aquí, un miembro de la familia Carter, murió en un accidente que tuvo lugar en Estados Unidos. En 1934 el autor literario Luis K. Siggnis, quien escribió la primera obra teatral sobre los misteriosos hechos acabó convirtiéndose en la siguiente victima de la maldición. En 1935 el profesor Breasted, fundador del Instituto de estudios orientales de la Universidad de Chicago y uno de los peritos del descubrimiento de Tutanhhamon, murió inexplicablemente, como los demás.

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