En varias iglesias
europeas es posible contemplar, metidas en urnas de cristal, estatuas
reclinadas de algunos santos. Algunas de ellas son solo modelos simulados, pero
otras son auténticos cuerpos incorruptos que se han conservado durante muchos
años, cuando no siglos.
El misterio en
torno a estos cadáveres no se ha resuelto todavía de forma satisfactoria. Unos
se han conservado de forma deliberada recurriendo a técnicas especiales de
embalsamamiento, pero otros se han mantenido intactos accidentalmente. En
cualquier caso, son cuerpos cuya conservación parece milagrosa, ya que no
presentan la rigidez de las momias, ni están tan secos como estas. Además, con
frecuencia se han preservado frescos en condiciones de humedad y temperatura
que suelen favorecer la putrefacción.
Maria Magdalena de Pazzi |
Algunos ejemplos
son realmente sorprendentes. Santa María Magdalena de Pazzi fue
desenterrada un año después de su muerte y, aunque sus ropas estaban húmedas,
su cuerpo se mantenía intacto. Lo mismo le sucedió a Santa Magdalena
Sofía Barat, cuyo cuerpo se mantuvo perfectamente conservado con ropas húmedas
y mohosas dentro de un ataúd que se encontraba en avanzado estado de
desintegración. Según la costumbre de su época, Santa Catalina de
Bolonia, fue enterrada sin ataúd, directamente en el suelo, pero su cuerpo
se preservaba intacto dieciocho días después. Otro caso espectacular es el del
religioso del rito maronita Charbel Makhloud(1828-1898), enterrado
también sin ataúd: durante su exhumación el cadáver fue encontrado flotando en
el barro en una tumba inundada, pero incluso en la actualidad permanece flexible
y emite una especia de fluido sanguinolento.
Charbel Makhloud |
Se conocen los
casos de algunos santos martirizados cuyos cuerpos soportaron condiciones
durísimas, como el enterramiento en el agua o haber sido sepultados con heridas
abiertas, lo que potencia la corrupción del cadáver. El ejemplo del jesuita
polaco San Andrés Bobola(1591-1677) es prototípico: fue brutalmente
torturado y asesinado y su cuerpo permaneció colgado varios días a la
intemperie sin descomponerse. Sus discípulos le enterraron en una cripta y
sesenta años después un equipo médico confirmó que, a pesar de las heridas
abiertas, estaba incorrupto. La conservación de su cuerpo fue reconocida
oficialmente en 1835.
La lista de santos
incorruptos como los citados es exhaustiva. La investigadora Joan Carroll Cruz
ha contabilizado al menos un centenar de ellos en su libro The Incorruptibles
(1974)., pero hay muchos más, ya que también se conocen casos de personajes no
santificados. ¿Cómo se explica que estos restos mortales hayan permanecido en
ese estado aunque muchos de ellos fueran enterrados en las citadas
circunstancias?
San Carlos de Sezze |
¿Sustancias
químicas?
Son diversas las
hipótesis que se han avanzado para explicar el fenómeno de los cuerpos
incorruptos. Resulta plausible la relativa a las dietas frugales, especialmente
en los casos de inedia, ya que la abstinencia de comida y bebida favorece que
el cuerpo n o se pudra del modo en que lo haría en circunstancias normales
porque se produce una notable disminución del metabolismo. Sin embargo, tal
hipótesis no se puede aplicar siempre. Además, podría repetirse igualmente en
víctimas el hambre y no hay ninguna constancia de que el fenómeno se haya
manifestado en esos casos. Otros alegan que la causa es la vida espiritual, que
se manifiesta victoriosa sobre la materia corporal mediante una transformación
bioquímica que va más allá del último suspiro, pero los escépticos más
acérrimos alegan que los cuerpos incorruptos son fraudes perpetrados por los
integrantes de la orden religiosa a la que pertenecía el santo en cuestión, o
bien por sus devotos.
Santa Zita |
Precisamente en
Italia, el país en el que se han producido más casos de santos incorruptos, se
vienen utilizando desde hace siglos ciertas técnicas secretas de
embalsamamiento que producen este efecto en los cadáveres. Resultan
especialmente notables las llevadas a cabo en Palermo (Sicilia) por los frailes
capuchinos. En la década de 1920 se momificó el cadáver de Rosalía
Lombardo, una niña de dos años. Según el escritor Mauro Piccoli, el
responsable de proceso fue el doctor Solafia mediante inyecciones de diversas
sustancias químicas, Su aspecto actual es extraordinariamente fresco: tiene los
ojos cerrados y la piel esponjosa y sonrosada.
Rosalia Lombardo |
Para obtener tales
resultados se recurre a la transformación de la grasa en cera cadavérica, algo
que se observa también en el fenómeno natural denominado adipocira, que se
produce cuando un cadáver se expone a un ambiente de humedad relativa pero
estéril. En el Cementerio de los Inocentes de París se descubrieron cientos de
cuerpos incorruptos en las fosas comunes donde se almacenaban desde hacía
siglos miles de cadáveres apilados. Tras haberse producido la primera fase de
saponificación de los tejidos por hidrólisis de las grasas, las partes blandas
se transforman en un material de apariencia plástica. Desaparecen las
estructuras microscópicas, pero la piel mantiene su elasticidad hasta el punto
de parecer curtida.
Santa Virginia Centurione Bracelli |
Sin duda, no todos
los cuerpos incorruptos de santos se han conservado debido a un fenómeno de
adipocira, ni todos han sido tratados con inyecciones de sustancias químicas y
mantenidos en atmósferas secas, como sucedió en el siglo pasado con el papa
Juan XXIII, a cuyo cadáver se inyectó una mezcla de formaldehido y alcohol
metílico, además de otros conservantes artificiales. Pero ¿realmente pueden
inscribirse todos los cuerpos incorruptos en el marco de los citados
procedimientos?
La ciencia no
acepta que el fenómeno que protagonizan los santos católicos se deba a hechos
sobrenaturales, ya que se ha observado también en místicos de otros credos y en
personas no religiosas. Lo atribuye a determinadas prácticas de embalsamamiento
y a factores relacionados con las condiciones ambientales.
El caso de
Ursula Micaela Morata
Grabado del siglo XVIII |
En España existen
muchísimos casos de cuerpos incorruptos, citaré en este post uno en especial,
que me llegó gracias a Zanobbi y que ha sido la causa de haber escrito sobre
este tema, en los enlaces del final podréis encontrar información al detalle
sobre muchos más.
El caso en cuestión
es el de Úrsula Jerónima Morata e Iscaya, que nació en Cartagena en
el año 1628 y murió en Alicante en 1703, y que fue la fundadora del convento de
Clarisas Capuchinas de Alicante. La última de 13 hermanos, no disfruto mucho de
sus padres pues estos fallecieron con tres días de diferencia cuando ella tenía
tan solo 3 años, haciéndose cargo de la pequeña su hermana mayor Sebastiana.
Según se extrae de
su autobiografía, a los cuatro años tuvo su primera experiencia mística
mientras sufría un proceso de viruela que la puso al borde de la muerte.
«…dióme un
paroxismo que estuve, a mi entender, sin sentidos veinticuatro horas poco más o
menos. Lo que en ese tiempo gozó mi alma no es posible de declarar… Halléme en
una inmensa claridad y luz divina, que sin ofrecerme objeto ni imagen alguna a
la vista gozaban las potencias y sentidos, que a mi parecer parecía estaba ya
en la gloria.»
Autobiografía, Cap. I.
Personalmente creo
que con cuatro años no se si se tiene la madurez para ser consciente de estas
cosas, pero en fin, continuamos con la vida de Úrsula Jerónima.
Por disposición de
su hermana aprendió a leer y a escribir, algo poco común en la época, y también
tuvo un aprendizaje espiritual bastante estricto y dominante, con oración,
ayunos y mortificaciones día sí, día también.
Tras un sueño en el
que profetizó la muerte de un sacerdote conocido de la familia ingresó en el
Monasterio de las Capuchinas de Murcia. Allí profesó el 20 de enero de 1647,
adoptando el nombre de Micaela.
En 1648 la peste
azotó Murcia convirtiéndose Sor Úrsula en enfermera de las
apestadas. En 1651 y 1653 el desbordamiento del río Segura obligó a la
comunidad de religiosas a abandonar el monasterio y refugiarse en el Monte de
las Ermitas. Durante este período, Sor Úrsula Micaela vivió la noche oscura,
etapa de crisis espiritual entre los místicos. En 1652 recibió el mandato de su
confesor de escribir su autobiografía.
En 1653, como
conclusión de la noche oscura, experimentó la transverberación del corazón de
modo semejante a Santa Teresa de Jesús:
«Me fue
mostrado en espíritu un ángel con un dardo de fuego que me lo metió en el
corazón. Fue tan grande el dolor y fuego que sentí, que me penetró todos mis
huesos y caí en tierra desmayada. Mas el ángel me detuvo para que no me hiciese
mal. Estuve así cosa de una hora gozando y padeciendo lo que yo no sé decir,
sino que me abrasaba y quemaba en llamas de amor divino»
Autobiografía, Cap. VI
Sor Úrsula Micaela
vivió diversas experiencias sobrenaturales también presentes en otros místicos:
visiones, locuciones, milagros, percepción extrasensorial, etc. Destacando
especialmente por la bilocación, que la llevó incluso a otras naciones; y por
la profecía, que la convirtió en un oráculo al que se acercaba el pueblo en
busca de consejo, entre ellos Carlos II y Juan José de Austria, con quienes
mantuvo correspondencia epistolar.
En 1661 fue elegida
consejera y secretaria de la comunidad.
En 1672, y tras
arduas gestiones y complicaciones, fundaría el convento de Clarisas Capuchinas
en Alicante. Primero en una residencia provisional, y más tarde en el conocido
como monasterio Triunfos del Santísimo Sacramento, que sería costeado por las limosnas
de los alicantinos y por Juan José de Austria.
Ejerció el cargo de
vicaria hasta 1699 en que fue elegida abadesa, oficio que desempeñó hasta su
muerte. En su Autobiografía no recogió sus últimas vivencias,
pues dejó de escribir en 1684. Sin embargo las monjas contemporáneas dejaron
testimonios y escritos referentes a esta última etapa de su vida. Además la
ciudad de Alicante editó un panegírico de honras fúnebres tras su
fallecimiento, donde registraron los datos más importantes de su vida.
Tras dos años de
penosa enfermedad murió el 9 de enero de 1703, a la edad de 75 años. La fama de
santidad y el prestigio social que había alcanzado hizo que su cadáver
permaneciese expuesto en la iglesia por 6 días. El cuerpo permaneció
incorrupto, caliente y flexible en todo momento, por lo que no se le dio
sepultura. En 1742 el obispo de Orihuela D. Juan Elías Gómez de Terán, al
encontrarlo todavía intacto, mandó que el cadáver permaneciese en un arca sin
ser enterrado. Así se ha conservado hasta la actualidad, permaneciendo todavía
incorrupto y flexible.
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