¿Somos cobayas humanas?
A lo largo de la historia existen
infinidad de casos de personas que han sido secuestradas por alienígenas,
relatos que narran como fueron abducidos y examinados dentro de sus OVNIS y
posteriormente devueltos sanos y salvos al mismo lugar en el que fueron capturados.
Normalmente la memoria de esos momentos queda bloqueada, el abducido es incapaz
de recordar nada de lo ocurrido, sienten como un espacio perdido, un vacio o
lapso de tiempo del cual no tienen recuerdos.
Sin embargo con el tiempo algunas de
esas personas ya sea por metodos naturales o por regresiones hipnóticas pueden
llegar a recordar las experiencias vividas mientras fueron examinados e incluso
dar detalles del interior del OVNI y descripciones de los alienigenas que les
examinaban.
Una de las constantes marcadas dentro
del fenómeno de las abducciones es el hecho de que las personas que viven uno de
estos episodios sólo los recuerdan fragmentariamente, como si o bien los
secuestradores presuntamente extraterrestres les hubieran borrado la memoria
consciente del hecho, o como si –más razonable aún– el propio cerebro del
testigo ante el trauma que supone una experiencia de este tipo, hubiera
decidido «olvidar» esos angustiosos momentos y alejarlos –a modo de mecanismo
de protección– de la consciencia del abducido.
La comunicación con los seres
extraterrestres, suele ser en la mayoría de los casos telepático, según relatan
posteriormente las personas que han tenido el contacto.
Las abducciones suelen producirse por la
noche. En muchas ocasiones el secuestrado va conduciendo tranquilamente su
coche por alguna carretera comarcal cuando de repente este parece detenerse,
toda comunicación parece imposible puesto que aparatos de radio y telefonía se
apagan y no reciben señal alguna. Tras ver una luz potentísima, el abducido ve
cómo se acercan al automóvil unos seres pequeños y macrocéfalos que, tras
anular su voluntad, lo llevan a bordo de una nave. Por norma general las
descripciones que dan los “abducidos” suelen tener muchos puntos en común, el
retrato robot del tipo de entidades más frecuentemente reportadas en los
sucesos es de apariencia humanoide, con una estatura media de 1,20 metros,
cabeza desproporcionadamente voluminosa, ojos muy grandes y prolongados
lateralmente, piel grisácea, boca y nariz apenas esbozadas y brazos muy largos.
El abducido una vez dentro de la nave,
es despojado de sus ropas y se le somete a un reconocimiento médico en una
cámara contigua, de aspecto clínico, con paredes blancas y una «mesa de
operaciones», semejantes a las de los quirófanos, en el centro del habitáculo.
El reconocimiento es llevado a cabo por los propios humanoides, aunque no son
pocos los casos en que las tareas clínicas son llevadas a término por entidades
que parecen estar en un plan de dependencia de otras, generalmente más altas y
más «humanas», que aplican diversos aparatos al abducido, le toman muestras de
sangre, a veces de semen, de cabellos, de piel, etc., y si se trata de una
mujer, le hacen lo que parece ser un «reconocimiento ginecológico»,
introduciéndole por el ombligo una larga aguja. En algunas ocasiones finalizan
con la implantación de «algo» en la nuca o bajo el cuero cabelludo (¿un
microaparato?). Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos empleados en tratar
de localizar estos implantes, muy pocos casos han acabado arrojando alguna
clase de «prueba».
El objetivo final de las abducciones de
seres humanos es un misterio, ni la hipnosis posterior más profunda puede
desvelarlo. Cuando se llega en la regresión hipnótica a este punto, el corazón
del abducido se acelera, llegando a alcanzar hasta 120 pulsaciones y obligando
a suspender la experiencia para no poner en peligro su vida.
Otra característica es que los testigos
aseguran haber sufrido un lapso importante de «tiempo perdido», es decir, que
sienten una rara sensación de haber pasado un tiempo prolongado, pero no
recuerdan absolutamente nada o casi nada de ese lapso transcurrido.
Lo interesante es que la mayoría de los
supuestos abducidos a lo largo y ancho del planeta cuentan, sin conocerse entre
sí, similares historias de los acontecimientos.
Por su parte,
el folklorista Thomas E. Bullard realizó un estudio sobre
trescientos nueve casos de este tipo, mostrando que siguen cierto orden y en el
que destacan ocho episodios clave. A saber: captura, examen, deliberación,
excursión, viaje a otros mundos, teofanía, regreso y consecuencias. Si bien
todos los elementos no aparecen en todos los casos, según él y sus propios
criterios acerca de que se considera captura, examen, deliberación, excursión,
viaje a otros mundos, teofanía, regreso y consecuencias, hay un 84 por ciento
de situaciones en los que el orden se cumple.
Abducción en la antigüedad
A partir del argumento que desde el
pasado más remoto, el ser humano ha tratado de expresar lo que veía de acuerdo
con su entendimiento, relacionando las distintas manifestaciones con objetos
conocidos, manteniendo de esta forma la semejanza con lo observado; hay
creyentes que postulan que si estos vehículos aéreos podrían haber sido
tripulados, produciéndose el contacto con los eventuales observadores, y
transmitiéndoles enseñanzas diversas. Así indican que cabe la posibilidad de
que se les pudo haber llamado a estas «naves»… vehículo de los dioses, carros
de fuego, vímanas, discos solares, nubes, nubes de fuego, el bórax
resplandeciente, nubes con ángeles (en el Corán islámico).
carro de flores (en el Ramaianahinduista), escudo que vuela, luces
cósmicas, perlas luminosas, discos solares, flechas ígneas, serpiente de las
nubes, escudo yacente, esferas transparentes, y otros cientos de nombres en
distintas culturas planetarias, como un posible ejemplo de las distintas naves
aéreas que surcaban los cielos en épocas lejanas en el tiempo.
Así, hay creyentes en el fenómeno de la
abducción, que igualmente afirman también que varios personajes de la
antigüedad, tales como algunos personajes indicados en relatos bíblicos y
pre-bíblicos habrían sido abducidos en supuestas «nubes» o carros de fuego a
través los cuales «ascendieron a los cielos». El caso del
profeta Ezequiel, o de Elías (ascendiando al Cielo a través de
un carro de fuego que provenía del cielo), o incluso la Virgen
María o el propio Jesucristo (subiendo ambos al Reino de Dios a
través de una nube) hace lanzar a algunos ufólogos la idea de que el fenómeno
no es solamente actual, sino que existió a través de los años, incluso en la
más remota antigüedad.
Frente a estos argumentos, los críticos,
la comunidad científica y escépticos indican que la hipótesis de la
abducción no deja de ser una explicación ad hoc ya que las nubes y
carros de fuego podrían ser metáforas para un relato religioso y no hay ninguna
evidencia de que esos relatos deban ser interpretados de otra forma. Aunque
para otros no se trataría de una explicación ad hoc, sino de un argumento
desde la ignorancia: no se sabe con un 100% de seguridad a que se refieren esas
historias, por lo tanto «tienen que tratarse de extraterrestres».
El argumento desde la ignorancia es aplicable a muchas de las
afirmaciones de vida extraterrestre visitándonos.
Regresiones hipnóticas
Mediante la regresión hipnótica,
profesionales como el hipnólogo psiquiatra estadounidense Leo Sprinkle, el
hipnólogo y psiquiatra estadounidense Berthold Schwarzy y el
hipnólogo e ingeniero estadounidense James Harder, han conseguido obtener
relatos de varios centenares de abducciones. Este último investigador llegó a
estudiar 104 casos, de los cuales el 39 por ciento eran varones y un 16 por
ciento se trataba de niños acompañados de adultos. El 50 por ciento eran
parados o trabajadores no especializados, un 10 por ciento oficinistas y
alrededor de un 5 por ciento estudiantes universitarios. Lo que en líneas
generales «implica un nivel ocupacional o educativo relativamente elevado».
Hay algo que sorprende en un primer
momento en estos testimonios, el parecido que todos presentan entre sí, y al
mismo tiempo lo parecido que son con las historias que se difunden en la
televisión. Hasta tal punto es así porque, según dice el estudioso británico
John Rimmeren en su obra The Evidence for Alien Abductions (1984),
basándose solamente en relatos bien documentados ha podido construir un
«modelo» de abducción, según el cual las personas abducidas (pertenecientes a
ambos sexos, aunque con preponderancia del masculino) son seres humanos sanos,
normales y no interesados particularmente por el problema Ovni.
El escritor español Antonio Ribera,
en su obra Secuestrado por extraterrestres(1981), escribe: «Los
sujetos, por lo general, recuerdan el principio y el final del episodio, pero
la parte central del mismo —la más importante— ha sido borrada de su mente
consciente. Este borrado ha sido hecho sin duda mediante la hipnosis: se les ha
impuesto un bloqueo para que no recuerden unas experiencias, que en ocasiones
podrían resultar muy traumáticas».3
El problema es que la técnica de
regresión hipnótica no es en absoluto fiable. La hipnosis es un estado en el
que el individuo es altamente sugestionable y está demostrado que no es fiable
en absoluto a la hora de relatar recuerdos veraces. Peor todavía, en estado de
hipnosis se tiende a inventar recuerdos,4 con lo que la
regresión hipnótica pasa de ser un argumento a favor a un argumento en contra
de la tesis ufológica de las abducciones.
Así ocurrió en los Estados unidos cuando
de repente salieron a la luz toda una avalancha de supuestos casos en los que
individuos sometidos a terapia hipnótica de repente parecieron recordar como en
su infancia habían sido sometidos a todo tipo de vejaciones sexuales e incluso
obligados a participar en actos satánicos por sus propios padres,
descubriéndose posteriormente (cuando la vida de dichos padres ya había sido
arruinada por los medios de comunicación e incluso por sentencias
condenatorias) que efectivamente todo era consecuencia de un falso recuerdo
introducido mediante la terapia hipnótica. Aunque también hay que decir que
esto no explica los supuestos sucesos de «tiempo perdido» y las supuestas
marcas y/o cicatrices en el cuerpo de los aparentemente abducidos, que por otra
parte se pueden explicar con argumentos diferentes.
Algunos casos de abducciones
famosos:
Caso de Betty y Barney Hill
19-Septiembre-1961
El primer caso reconocido de abducción
se remonta al 20 de septiembre de 1961. Betty y Barney Hill viajaban en coche
por New Hampshire, hacia la medianoche cuando vieron un “objeto en forma de
empanadilla con dos hileras de ventanas” que parecía seguirles. Barney abandonó
la carretera y se deslizó hasta situarse a unos 25 m de “una enorme nave en
forma de anillo con una especie de aletas y luces rojas que producían un
extraño zumbido “.
Aterrorizados, los Hill aceleraron para
huir, pero el coche empezó a vibrar. Luego, oyeron un extraño sonido y se
vieron envueltos por una neblina. Más tarde, cuando llegaron a su casa, se
dieron cuenta de que sus relojes habían estado parados durante dos horas, pero
no fueron capaces de recordar lo ocurrido durante ese tiempo. Posteriormente,
ambos tuvieron pesadillas y aceptaron someterse a una terapia conocida como
regresión hipnótica para descubrir lo que les había ocurrido.
La regresión hipnótica permite aflorar
el subconsciente y los recuerdos ocultos. Los Hill declararon bajo hipnosis
haber sido transportados a bordo del ovni por “alienígenas de un metro y medio
de estatura, de piel grisácea, cabezas sin pelo y en forma de pera y oblicuos
ojos de gato”.
Betty hizo un vívido retrato de lo que
había ocurrido durante esas dos horas. Recordó haber sido sometida a un examen
médico. Contó que le extrajeron muestras de la epidermis y le introdujeron una
larga aguja por el ombligo como parte de lo que ella llamó una “prueba de
embarazo”. También le enseñaron un mapa de Zeta Reticuli. Betty Hill cree que
los alienígenas le mostraban el lugar de donde procedían.
Caso del Cabo Armando Valdés
25-Abril-1971
LUGAR: Pampa Lluscuma a 5 km. de Putre,
CHILE. Ocho soldados que se encontraban patrullando la zona, junto
al Cabo ARMANDO VALDES GARRIDO, el protagonista de este hecho, divisaron
una luz muy potente. Como él mismo diría a la televisión a los pocos días del
hecho: ”La luz estuvo allí toda la noche. Nadie sabía de qué se trataba.
Hasta que empezó a descender…Pero al fin, cuando descendía de la montaña,
lentamente nos parecieron dos luces. Una siguiendo a la otra, desde muy cerca”.
Valdés increpó hacia la luz, pidiéndole
que se identificara, avanzó y penetró en una extraña niebla para desaparecer
completamente. “De los quince minutos, no recuerdo nada. Los conscriptos dicen
que al entrar en la niebla me esfumé, yo sabía que estaba entrando en la
niebla, pero no recuerdo más. Les aseguro que quiero recordar porque necesito
saber qué sucedió. Lo único que guardo en mi mente es haber tenido un sueño
profundo, haber caído en el fondo de un abismo y en lo demás mi cerebro está
vacío. ¡Quiero saber qué pasó!”.
“Cuando reaparecí, tras quince minutos,
los muchachos oyeron mis gritos detrás de donde ellos estaban cuando me esfumé.
Era una zona oscura, allí reaparecí, donde no llegaba la luz que emitió el
objeto. Yo decía: ¡Muchachos… muchachos… socorro!. Dos llegaron justo en el
momento en que perdía el conocimiento, yo no recuerdo ninguna cosa, más tarde,
desperté, pero ya no estaba en aquel lugar, sino en la enfermería”.
“Quiero saber qué me pasó durante esos
quince minutos, tengo que averiguarlo, no voy a poder vivir con esa incógnita”.
Entre los fenómenos ocurridos en los
quince minutos que duró la abducción, se destaca:
- El calendario del reloj digital se
adelantó algunos días.
- A Valdés, le creció la barba algunos milímetros.
- A Valdés, le creció la barba algunos milímetros.
Caso de Próspera Muñoz
Verano de 1947
Probablemente los hechos tuvieron lugar
en el verano de 1947. Aquel año –donde las noticias de platillos volantes
empezaban a asomar tímidamente en las páginas de periódicos de todo el mundo–
en una casa de campo situada en las inmediaciones del pueblecito murciano de
Jumilla (España).
El verano de 1947 –en un pueblo de
España llamado Jumilla– cambió la vida de una niña llamada Próspera Muñoz. En
las inmediaciones de la casa vio como aterrizó un objeto discoidal, del cual
salieron dos seres extraterrestres, los cuales iban a abducirla para someterla
a pruebas y experimentos.
Próspera y Ana, dos niñas de 7 y 11 años
respectivamente, ven cómo un objeto discoidal se sitúa, a plena luz del día, en
las inmediaciones de une de las ventanas de la casa. De él salen dos seres de
entre 1,40 y 1,20 metros de altura, vestidos con trajes blancos ajustadísimos,
de cara muy delgada, complexión débil y enormes ojos alargados hacia los
laterales, que acaban entrando en la casa y entablando una conversación
–bastante anodina, por cierto– con las niñas.
A partir de ese momento Ana, la mayor de
las dos hermanas, no recuerda prácticamente nada. «Tengo la impresión –afirma
en una carta fechada en Febrero de 1986 y dirigida al Investigador José Ruesga–
como si en aquellos momentos tuviese veinticuatro o cuarenta y ocho horas en
blanco. No sé sise marchó el objeto o si se quedó. Por más que mi hermana
intenta que recuerde, no recuerdo nada más». Afortunadamente para nosotros.
Próspera ha ido rescatando de su memoria aquellos hechos, rememorándolos con
mucha nitidez. Aquellos visitantes, tras pedir un vaso de agua –que nunca
llegaron a tomar– e interesarse por las fases de la Luna que aparecían marcadas
en un calendario de pared, volvieron a desaparecer, tras asegurar a ambas niñas
que regresarían pronto a por una de ellas. Desde su partida, una serie de
insólitos acontecimientos rodearon la vida de la familia Muñoz durante los días
siguientes: la puerta de la despensa se bloquea, los alimentos se pudren en su
interior con inusitada rapidez, como afectados por algún tipo de radiación y
los extraños seres acaben reapareciendo al cuarto día llevándose a Próspera a
bordo de un OVNI estacionado, en plena noche, sobre un gran campo de olivos.
Una vez dentro le enseñan, a través de
una especie de gran «pantalla de cine», escenas cotidianas de Próspera y su
familia tal y como –al parecer– fueron recogidas por los tripulantes de aquel
OVNI días atrás. Como sucede en tantos otros casos de abducción, a Próspera la
tumban sobre una camilla y realizan sobre ella una serie de análisis médicos
que concluyen con una especie de operación quirúrgica en la que le es insertado
una especie de «microcápsula» en la base del cuello… Y después, más de tres
décadas de silencio.
Detalle de un implante sustraído a una persona supuestamente abducida |
Abducción de Cergy-Pontoise
26-Noviembre-1979
Lugar: Cergy-Pontoise,
Francia. Algunos de los casos de ovnis son importantes por su misterio,
mientras que otros lo son por su resolución final. La abducción de Franck
Fontaine pertenece al segundo grupo.
El 26 de noviembre de 1979, por la
mañana temprano, Franck Fontaine y unos amigos estaban en el exterior de un
bloque de apartamentos de las afueras de París cuando vieron un ovni encima de
ellos. Fontaine se metió en el coche para poder verlo mejor, pero cuando sus
compañeros llegaron hasta allí había desaparecido. Apareció una semana después
y no era consciente de que había estado perdido. Poco a poco fue contando que
había sido secuestrado por un ovni y que le habían llevado a un extraño
planeta. Franck dijo que los pasajeros del ovni estaban muy interesados en uno
de sus compañeros, Jean Pierre Prévost, a quien estaban seleccionando para que
fuera uno de sus misioneros en la Tierra.
Los tres jóvenes disfrutaron enormemente
con la notoriedad que habían adquirido. Según el informe que me envió el
reputado investigador francés Claude Maugé, eminentes ufólogos como Michel
Piccin y miembros del grupo de investigación asociado al gobierno francés
(GEPAN) habían llegado a la conclusión de que el asunto era una burla. El
propio Fontaine lo admitió más tarde.
Supuestos implantes a personas abducidas |
Supuestos implantes a personas abducidas |
Abducción de Livingtone
9-Noviembre-1979
Aproximadamente a las diez y cuarto de
la mañana del viernes 9 de noviembre de 1979, Robert Taylor, de 61 años,
guardabosques y habitante de Livingston, Escocia, se topó con un ovni y unos
seres de naturaleza muy extraña.
Acompañado de su perro, Taylor se
dirigía en su furgoneta a examinar unos árboles jóvenes del bosque, situados en
una zona cercana a la autopista M8, que comunica Edimburgo con Glasgow. Detuvo
la furgoneta y se encaminó al lugar que quería inspeccionar. Cuando levantó la
vista se quedó atónito ante lo que veía: en el claro había un objeto flotando
en el aire, encima de él.
El objeto medía unos 6 m de ancho por
3,65 de alto; era casi esférico, pero tenía un reborde parecido al ala de un
sombrero. De ese borde salían hacia arriba lo que parecían unas hélices
inmóviles. Por detrás, y en el cuerpo principal del objeto, se veía el perfil
de unas portillas, o por lo menos un trozo de un color diferente. El objeto era
más oscuro en la parte de debajo del borde, y al testigo le dio la sensación de
que quizá estuviera intentando camuflarse creando una especie de niebla. El
señor Taylor no estaba seguro de si el objeto era transparente o reflectante,
pero le pareció que su color normal era de un gris apagado, y que tenía la
textura del papel de lija. Pero las verdaderas sorpresas todavía no habían
llegado…
Unos segundos después de haber divisado
el objeto, dos pequeñas esferas apoyadas sobre unas puntas salieron de su
interior o de debajo, y avanzaron balanceándose hacia donde estaba Taylor.
Medían unos 90 cm de ancho y eran de un gris apagado, como el del cuerpo de la
nave. Cuando llegaron hasta él, cada una de las esferas se agarró a una pierna,
y lo arrastraron hacia el objeto. Estaba aturdido por un olor muy fuerte, y
terminó por desmayarse.
Cuando volvió en sí, los objetos se
habían ido y el perro saltaba a su alrededor muy excitado. Aparentemente había
perdido la voz, y le costaba mantenerse de pie. Se vio obligado a andar a
rastras unos 80 m hasta llegar a su furgoneta, pero, en su desesperación por
marcharse de allí, se metió en un lodazal y tuvo que irse andando a casa.
Cuatro horas después tenía un dolor de cabeza enorme y una sed que no
desapareció en dos días.
Las investigaciones realizadas en el
lugar del suceso demostraron la existencia de marcas en el suelo, que
correspondían a las puntas de las esferas. Los destrozos de sus pantalones
tenían una importancia especial: éstos eran de estameña azul muy resistente,
pero cada una de las piernas estaba desgarrada, justo en el lugar donde los
objetos esféricos le habían agarrado. Los desgarrones tenían una trayectoria
ascendente, lo cual sugería que se habían producido cuando le arrastraban; la
Asociación Británica para la Investigación de los Ovnis conservó los pantalones
por si tenían que ser sometidos a un posterior análisis.
En cuanto al propio testigo, se le
describe como un hombre honesto y responsable, no precisamente el tipo de
persona que se dedica a gastar bromas. Cuando se investigaron sus
circunstancias personales, se encontraron con una persona que apenas bebía
alcohol, que normalmente tenía una salud buena, y que no presentaba un
historial de enfermedades mentales, ni padecía dolores de cabeza ni pérdidas de
conocimiento. Según el examen médico, estaba bien del oído y usaba gafas sólo
para leer. Quizá con alguna reticencia, ahora cree que vio una nave
extraterrestre y unos robots. Durante cierto tiempo llevó una cámara
fotográfica por si volvía a encontrárselos.
Como en muchos otros casos, sigue
abierta la cuestión de si esa experiencia fue real o fue algo inventado por el
propio Taylor. Sin embargo, la minuciosa investigación llevada a cabo por
Steuart Campbell sugiere que las huellas del suelo y la evidencia física
encontrada no demuestran suficientemente el argumento de que no había ningún
objeto físico presente.
Por otra parte, la investigación también
sugirió que no era probable que el objeto estuviera hecho por seres humanos,
puesto que no había ningún fabricante de ese tipo de objetos en las
proximidades. De todas formas, es muy extraño que un objeto como ése, que
volaba hacia el claro de un bosque, no hubiera llamado la atención de ningún
conductor que circulara por la autopista M8, una de las más transitadas de
Escocia. Aunque se produjo en un lugar muy cercano a la autopista, el encuentro
en sí mismo no se podía haberse visto, puesto que los árboles tapaban el claro.
En cualquier caso, sí se hubiera visto la trayectoria del vuelo, pero no se
produjo ni una declaración que corroborara el suceso. ¿Apareció el objeto en el
claro de alguna otra manera, o se trató de algún fenómeno natural que no
percibió Taylor?
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