El código del diablo
Existen muchos
manuscritos medievales que ha día de hoy, y tras numerosos estudios, continúan
siendo un verdadero enigma para muchos. Sus contenidos, sus ilustraciones y su
historia son sinónimo de misterio. Hablamos hoy del más grande de todos ellos,
el conocido como Codex Gigas, “libro grande en latín”, también conocido como
“código o biblia del diablo”.
Características del manuscrito:
Lo de “libro
grande” es un título de lo más acertado, ya que el Codex está considerado como
el manuscrito más grande conservado de la época. Sus dimensiones son
impresionantes; 92 x 50,5 x 22cm. Contiene 624 páginas iluminadas con tintas
roja, azul, amarilla, verde y pan de oro. Entre los textos variados se incluyen
un buen número de ilustraciones recreadas con tremenda maestría. Su peso, nada
menos que 75 kg.
Se encuentra en un
estado de conservación excelente y conserva la unidad estelística con la que
fue creado. De su interior faltan algunas páginas, que en algún momento de la
historia fueron arrancadas, ignorando el contenido que pudieran tener.
El enorme tamaño
está en consonancia con el de las Biblias que se manufacturaban en Europa en
los siglos XI y XII, con su tamaño, los papas reformistas pretendían poner de
manifiesto la importancia de los sagrados textos.
A menudo, estas
valiosas Biblias o manuscritos eran regaladas a las iglesias o monasterios por
sus poderosos mecenas como medio para indicar su condición, o bien eran regalos
de obispos que querían defender su poder y hacer hincapié en la importancia de
la fe en tiempos difíciles. Su enorme tamaño los reducía a uso de atril, posiblemente
para uso en el refectorio monacal para las lecturas a la hora de comer o en el
prebisterio de la iglesia para los servicios del día. No están considerados
como libros litúrgicos, pero si que podrían ser complementarios.
El Codex Gigas se
podría considerar como el último gran manuscrito de estas características, ya
que en las fechas en las que fue creado comenzaban a aparecer en París las
Biblias de pequeño formato y un solo volumen, que acabarían por resultar
bastante más prácticas que estos gigantescos pliegos.
Origen del Codex Gigas:
El manuscrito llamó
la atención de todo aquel que conocía su existencia desde el primer día en que
fue expuesto. La ilustración del Diablo entronizado en una de sus páginas fue
lo que le valió el famoso apodo de Biblia del Diablo.
En la época
medieval el manuscrito figuraba entre las maravillas del mundo y se le atribuía
un enorme valor material. La autoría del pliego se le otorga al monje Herman el
Recluso del monasterio de Podlažice, aunque este es un dato bastante confuso y
en realidad no se sabe a ciencia cierta quien escribió e ilustró sus pergaminos.
Una nota en el
interior de la portada, de finales del siglo XIII, apunta a que ciertamente, el
manuscrito fue creado en el monasterio benedictino de Podlažice. Más tarde,
éste monasterio que pasaba por dificultades económicas, empeñaría el manuscrito
al monasterio cisterniense de Sedlec. Más tarde, sería comprado de nuevo por
los benedictinos, pero esta vez en el monasterio de Břevnov, financiando la
compra el arzobispo de Praga, por encontrarla ajustada a derecho a apropiada
para el tesoro de su orden. En todos los casos, el manuscrito siempre se
encontró en sus orígenes dentro de la provincia de Bohemia, en la República
Checa.
Allí estuvo hasta
que en 1594, Rodolfo II, gran amante de cualquier obra enigmática, transfirió
la obra a su colección personal en el castillo de Praga. Medio siglo más tarde,
tras la Guerra de los Treinta Años, el castillo fue expoliado por el ejército
sueco y el libro, junto a muchos otros tesoros, pasaron a formar parte de la
colección de la Reina Cristina de Suecia. Desde entonces se encuentra en ese
país, primero en la biblioteca real y más tarde, desde 1877, en la biblioteca
nacional de Suecia, en Estocolmo.
Durante el paso de
los siglos, y muestra de la atracción que ejercía el manuscrito, muchos
incluyeron en él sus firmas, como los típicos “Yo estuve aquí”, de los baños
públicos. Se encuentran inscripciones de los siglos 16 y 17, en incluso se
pueden encontrar los nombres de Josef Pečirka y Beda Dudik, dos estudiosos
checos pioneros en el estudio científico del manuscrito.
Contenidos del Codex Gigas:
Su contenido, sin
duda, es lo que hace de este manuscrito un volumen especial, único y
enigmático, alejándolo de las biblias típicas manuscritas de la época.
El Codex incluye,
entre otros muchos temas:
El Antiguo y Nuevo Testamento.
Traducciones
latinas de Flavio Josefo, Antiquitates Iudaicae y De Bello y ss Iudaico,
trabajos sobre la historia de los Judios.
Las etimologías
enciclopédicas de Sevilla, en veinte libros, de Isidoro.
Ocho libros médicos.
Los primeros cinco de origen griego o bizantino, que bajo el título de Ars
medicinae fueron lectura obligatoria para estudiantes de medicina en el sur de
Italia a partir del siglo XII. Al final estos libros se convirtieron en textos
de medicina en toda la Europa medieval.
Los otros tres
tratados médicos se dedican a la medicina práctica y fueron escritos por
Constantino el Africano, que fue monje benedictino sobre la mitad del siglo XI
en Monte Cassino, suponiéndose traducciones de éste de otra serie de escritos
médicos árabes.
Tras el final del
Nuevo Testamento se encuentran sus famosas ilustraciones, una de la Jerusalén
celestial y, enfrente, la del famoso diablo.
En páginas
siguientes se encuentra una confesión de los pecados y una serie de conjuros
escritos en gran formato.
La Crónica de
Bohemia, escrita por Cosmas de Praga.
La Regla de San
Benito.
Calendarios.
Listas de nombres,
presumiblemente de los miembros o benefactores de la comunidad monástica local.
Santoral y
Esquelas.
Todo esto, mezclado
con textos cortos de antiguas historias, curas medicinales y encantamientos
mágicos. Un peculiar puzle que recogió en su día los textos más importantes en
varias materias, junto con fechas y nombres, para convertir el manuscrito en un
ejemplar único.
La leyenda de la Biblia del Diablo:
A parte de la
ilustración antes mencionada de Satanás en una de sus páginas, la verdadera
leyenda que siempre ha acompañado al manuscrito cuenta que el supuesto monje
Benedictino al que se le atribuye la obra, fue condenado a ser emparedado vivo
por un grave crimen y, para que la pena le fuera condonada, el monje propuso
crear una obra monumental y única que todos alabarían y que llenaría de honores
al monasterio y, si eso fuera poco, la ciclópea obra sería escrita por él en
tan solo una noche.
Los monjes permitieron
al atrevido escriba llevar a cabo su imposible tarea que, a la mañana
siguiente, presentó su gigantesco libro acabado y reluciente.
Nadie podía creer
que tan magna tarea hubiese podido ser realizada en tan corto periodo de tiempo
y no se tardó en rumorear que el joven monje, para cumplir su promesa, había
solicitado la ayuda del mismísimo Satanás, y que fue éste y no el escriba el
que escribió todos y cada uno de los caracteres del manuscrito.
Mito y leyendas, lo
cierto es que el Codex Gigas ha conservado su poder de atracción hasta día de
hoy. De un precio incalculable, ha sido codiciado por muchos y los intentos de
robo se han repetido a lo largo de la historia. Temor y obsesión, quien sabe si
con algún mensaje oculto o sobrenatural que todavía permanece allí, esperando a
que algún avezado lector se atreva a descifrar las auténticas palabras del
Diablo.
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