¿qué pasaría si otro de los íconos del
Renacimiento, como Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), sí hubiese escondido
deliberadamente mensajes de un conocimiento secreto en varias de sus obras?
Los cuernos del Moisés
Entre dos columnas de mármol de la
Basílica de San Pietro in Vincoli, ubicada en Roma, se encuentra una imponente
escultura de Moisés, el patriarca bíblico que abrió las aguas del Mar Rojo,
realizada por el genio renacentista Miguel Ángel Buonarroti.
Quienes se acercan a la escultura quedan sorprendidos por la hiperreal expresión de furia que Miguel Ángel le supo imprimir a la obra, dándole a la piedra insospechados límites expresivos.
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A la izquierda, detalle de la nave central de la Basílica de San Pietro in Vincoli en Roma. A la derecha, el Moisés de Miguel Angel que se encuentra a uno de los lados del altar. |
El Moisés de Miguel Ángel tiene una
expresión facial y corpórea tan natural que quienes lo observan sostienen que
el personaje atrapado en la piedra llega a comunicarles sus emociones y
pensamientos. Quizás, esto fue lo que cautivó al padre del psicoanálisis
Sigmund Freud (1856-1939) que, en el año 1913, pasó tres semanas observando la
estatua con la intención de dilucidar el estado emocional del personaje. Esto
posiblemente inspiró su ensayo “El Moisés de Miguel Ángel” (1914):
“..Ninguna estatua ha tenido jamás una
impresión más fuerte en mi que esta. Cuantas veces he subido los empinados
escalones de la desagradable calle del Corso Cavour hacia la soltaria plaza
dónde se encuentra la abandonada iglesia y he tratado de soportar el enfurecido
desprecio de la mirada del héroe…como si yo mismo perteneciese a la turba que
esta observando.” (“El Moisés de Miguel Ángel”. Sigmund Freud, 1914)
Sin embargo, el Moisés de Miguel Ángel
tiene un elemento mucho más importante que ha sido menospreciado por la mayoría
de historiadores del arte. La estatua tiene dos protuberancias, en forma de
cuernos, que sobresalen a cada lado de la cabeza.
Para la historia tradicional, los cuernos
del Moisés son producto de una mala traducción, del hebreo al latín, del pasaje
de la Biblia conocida como la Vulgata Latina, que el artista utilizó como
inspiración para su obra.
Existe, sin embargo, otra explicación que
para Los Divulgadores es mucho más convincente. Los cuernos esconden un mensaje
oculto sobre la evolución del hombre y su verdadero potencial espiritual.
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Detalle de los controversiales cuernos que el artista esculpió en la cabeza del Moisés. |
Una tumba colosal
La escultura tiene aproximadamente dos
metros y medio de alto y se encuentra en la tumba del Papa Julio II al interior
de la Basílica de San Pietro in Vincoli o San Pedro Encadenado en Roma, dónde,
según la Iglesia Católica, se encuentran las cadenas que aprisionaron a San
Pedro.
Moisés está sentado sobre una maciza
estructura en forma de silla con una mirada que expresa, al mismo tiempo, ira,
dolor y desprecio. Su mano derecha protege las tablas de los diez mandamientos
y, al mismo tiempo, juega con su larga barba dándole un aire reflexivo al
personaje. La mano izquierda, un poco más abajo, descansa sobre su vientre. El
torso está orientado hacia la derecha del personaje y su rostro mira hacia el
lado opuesto, generando una sensación de dinamismo en la obra.
Originalmente, el rostro del Moisés, pieza
fundamental de la obra, miraba hacia el frente. Pero, en 1540, cuando la
escultura fue llevada al lugar en el que se encuentra actualmente, Miguel Ángel
decidió cambiar la orientación del rostro para que recibiera la luz que ilumina
ese rincón de la basílica.
Miguel Ángel, con menos de treinta años de
edad, terminó de esculpir alrededor del año 1504 el “David”, que fue entonces
considerada la escultura más hermosa jamás realizada. Es así como la fama de
Miguel Ángel llegó a oídos del Papa Julio II (1443-1513), quien le encargó que
construyera y decorara para él, la tumba más imponente de la historia.
Según los planes trazados por Buonarroti,
la tumba del Papa Julio II tendría una estructura de tres pisos adornada con
más de treinta estatuas, entre ellas la del Moises, la mayoría de dos a tres
metros de alto, y estaría coronada por la imponente figura central del Papa.
Tomando en cuenta el perfeccionismo de
Miguel Ángel, el trabajo necesario para terminar el ambicioso proyecto podría
haberle tomado lo que le restaba de vida. Sin embargo, nunca sabremos si el
artista realmente pudo haber terminado la monumental tumba puesto que el mismo
Papa Julio II le pidió que detuviera los trabajos y se dedicase a pintar el
techo de la Capilla Sixtina.
Luego de la muerte del Papa Julio II en
1513, sus herederos presionaron a Miguel Ángel para que acabase la tumba. Ante
el apremio, el escultor tuvo que reducir de manera considerable su proyecto
original y logró terminar la obra alrededor del año 1515.
Un extraño Moisés
La palabra hebrea aceptaba ambas
acepciones pero se tradujo como “con cuernos”. Para que esta explicación tenga
sentido, al margen del supuesto error de traducción del hebreo al latín, la
escultura de Miguel Ángel debería representar un momento preciso en la historia
de Moisés y las tablas de la ley.
Veamos si es así.
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A la izquierda, la mirada de furia contenida. A la izquierda abajo, las tablas de la ley vacías; arriba, los polémicos cuernos. |
Según el libro del Éxodo, Moisés subió dos
veces al Monte Sinaí. En la primera, recibió las tablas de la ley creadas y
escritas por Dios. Antes de bajar del monte, Dios le reveló que su pueblo
estaba adorando a dioses paganos. Moisés, entonces, bajó enfurecido y ante
semejante afrenta a su Dios, estrelló las tablas de piedra contra el monte.
Días después, Dios le pidió a Moisés que
subiera al monte una vez más llevando consigo dos piedras lisas en las que iba
a escribir de nuevo sus mandamientos. Es en ese momento, después de que Dios
escribió por segunda vez las tablas de la ley, cuando Moisés baja del monte
“resplandeciente” o “con cuernos” en la cabeza, siempre según la Biblia
conocida como la Vulgata Latina que Miguel Ángel utilizó como fuente de
información.
Si analizamos con detenimiento los
detalles de la narración del Éxodo, nos daremos cuenta que el Moisés de Miguel
Ángel no está representado en un momento exacto del relato sino que es una
mezcla de tres momentos diferentes:
El primer momento se denota en la
expresión de furia de su mirada al observar que su pueblo está adorando a
dioses paganos. Esto corresponde a la primera vez que Moisés bajó del Monte
Sinaí con las primeras tablas escritas por Dios.
Un segundo momento nos lo indican las
piedras lisas, aún sin la escritura de Dios, que lleva en su mano derecha. Esto
solo coincide con el tiempo en el que Moisés tiene las piedras lisas, sin
escribir, antes de subir por segunda vez al Monte Sinaí.
El tercer momento está expresado en los
“cuernos” que tiene el Moisés en la cabeza y que le atribuye la narración,
cuando éste baja por segunda vez del Monte Sinaí con las tablas ya escritas.
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Vista frontal y lateral del Moisés. |
Lo anterior descarta la posibilidad de que
Miguel Ángel haya puesto los cuernos como consecuencia de un simple error de
traducción ya que el artista no estaba representando un momento exacto en la
vida del patriarca sino que quiso plasmar la dimensión espiritual del
personaje.
Pero, aún así, tratemos de entender el
supuesto error de traducción.
Los cuernos de la Vulgata Latina
En los tiempos en los que Miguel Ángel
esculpió el Moisés, a inicio del siglo XVI, la Biblia era de estricto uso
eclesiástico. Es decir, solo los miembros del clero tenían una copia que
utilizaban para las misas y otros rituales católicos. Esta copia estaba escrita
en latín, era conocida como la Vulgata Latina y fue la que utilizó Miguel
Ángel.
¿De dónde provenía esta versión de la
Biblia conocida como la Vulgata Latina?
A finales del siglo IV, es decir, mil años
antes de que Miguel Ángel diera vida al Moisés de mármol, las Biblias que
utilizaban las parroquias de las diferentes comunidades católicas para sus
misas eran una simple colección de manuscritos que, en la mayoría de los casos,
no habían sido revisados para determinar si respondían a la versión correcta
del texto.
Por ejemplo, el manuscrito en el que se
encontraba el libro del Apocalipsis que poseía la comunidad de Tesalónica tenía
un texto diferente al manuscrito que contenía el Apocalipsis que poseía la
comunidad de Corinto.
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San Jerónimo de Estridón (347-420 d.C.), compilador y traductor de la Vulgata Latina. |
El Papa Dámaso I (305-384 d.C.) se percató
de esta caótica situación y le encargó a uno de los intelectuales romanos más
renombrados de la época, Jerónimo de Estridón (347-420 d.C.), que compilase una
versión de la Biblia valiéndose de los mejores y más antiguos manuscritos
griegos y hebreos. Esta sería la versión “oficial” que debía ser copiada y
distribuida a los obispos y presbíteros de las diferentes iglesias.
Los pasajes en los que se inspiró Miguel
Ángel para esculpir el Moisés pertenecen al libro del Éxodo del Antiguo
Testamento de la Vulgata Latina. El texto que hace referencia a los “cuernos”
de Moisés se encuentra en los versículos 29, 30 y 35 del capítulo 34 del libro
del Éxodo. En estos tres versículos, Jerónimo encontró la palabra hebrea
“karan”, que puede traducirse como “resplandeciente” o como “con cuernos” y
decidió traducirla como “con cuernos” utilizando el latín “cornuta” y
“cornutam”.
En nuestras biblias actuales estos tres
versículos han sido traducidos de otra manera. Dependiendo de la versión de la
Biblia que tengamos, estos tres versículos narran que la piel del rostro de
Moisés resplandecía o estaba iluminada.
Para Los Divulgadores, que Jerónimo se
haya equivocado o no en la traducción es irrelevante ya que, como acabamos de
explicar, Miguel Ángel no estaba representando un momento exacto en la vida de
Moisés. Además, el artista tenía acceso a la magnífica Biblioteca de los
Medicis donde encontraría muchas versiones diferentes del Antiguo Testamento,
era amigo personal del Papa y, como veremos en la siguiente entrega, conocía
los secretos de las antigua escuelas mistéricas.
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Miguel Angel habría tratado de expresar la dimensión espiritual de Moisés. |
Por último, si la Vulgata Latina se había
compilado a finales del siglo IV, es decir, más de mil años antes de que Miguel
Ángel esculpiera el Moisés, no les parece que es pertinente preguntarse: ¿Por
qué nadie le dijo a Miguel Ángel que el tema de los cuernos de Moisés era un
asunto controversial? o ¿Miguel Ángel sí estaba al corriente de la controversia
y decidió ponérselos por otra razón?
¿Cuál sería entonces esa razón?
“Pero aquí se objetará que, después de
todo, este no es el Moisés de la Biblia. Por que Moisés realmente cayó en un
ataque de furia y tiró las Tablas y las rompió. Este Moisés es un hombre muy
diferente, un nuevo Moisés de la concepción del artista, por lo que Miguel
Ángel debe haber tenido la osadía de enmendar el texto sagrado y de falsificar
la naturaleza de este hombre santo. ¿Podemos pensar que Miguel Angel fue capaz
de una audacia que casi podría decirse que se acerca a un acto de blasfemia?”
(“El Moisés de Miguel Ángel”. Sigmund Freud, 1914)
En el próximo articulo veremos como Miguel Ángel tuvo acceso a otras fuentes de conocimiento diferentes a las de la tradición católica y empezaremos a revelar el verdadero significado de los cuernos del Moisés.
En el próximo articulo veremos como Miguel Ángel tuvo acceso a otras fuentes de conocimiento diferentes a las de la tradición católica y empezaremos a revelar el verdadero significado de los cuernos del Moisés.
Fuente: http://www.conspiracionesocultas.es/
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