¿Un
reino tragado por el agua... o un Paraíso perdido para siempre?
Que una civilización grandiosa haya
podido existir y desaparecer súbitamente es suficiente para fascinar Un nombre,
La Atlántida, resume esta historia o este sueño. La palabra evoca una isla
misteriosa, bañada por los rayos de un sol ardiente, y un pueblo fundador de
una cultura brillante y efímera.
En el siglo IV antes de Cristo, el
filósofo griego Platón es el primero en mencionar la existencia de la
Atlántida, Desde entonces, la ciudad fabulosa inspira divagaciones y utopías
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Platón (h. 427- h. 348/347), detalle del fresco de Rafael La escuela de Atenas (Vaticano). El filósofo griego es el creador del mito de la Atlántida. |
El
testimonio de Platón
Hacia el año 355 antes de Cristo, dos
diálogos de Platón, el Tirneo y el Critias, fundan el mito de la Atlántida.
Como las otras obras del filósofo, los textos se presentan bajo la forma de
conversaciones entre varias personas Sócrates, el maestro de Platón; Timeo,
filósofo pitagórico; Critias, político acusado de no tener escrúpulos, y
Hemócrates, antiguo general de Siracusa.
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La Atlántida, mapa del siglo XVII (Paris. Museo de Artes decorativas). ¿Una isla desaparecida entre África y América? |
En el Timen, Critias, pariente de
Platón, cuenta una historia que le narró su abuelo, a quien se la contó su
padre, habiéndola este último escuchado relatar por el sabio griego Solón.
Cuando Solón estaba en Egipto, al rededor del 590, un sacerdote del templo de
Sais le hizo la siguiente confidencia:
Hace 9.000 años existía una isla llamada
Atlántida, «salida del mar Atlántico», situada más allá de las Columnas de
Hércules (hoy Gibraltar) y más grande que Libia y Asia juntas (para los griegos
de esa época, representa el norte de África y Asia Menor). Era entonces posible
pasar de esta isla a otras islas y, desde éstas, alcanzar un continente que se
extendía frente a ellas (¿América?).
La historia del pueblo que habitaba esta
isla es la siguiente. Los reyes atlantes, poderosos y prósperos, animados por
objetivos expansionistas, conquistaron las riberas del Mediterráneo,
apoderándose particularmente de Libia y Egipto y avanzando por Europa hasta
Tirrena (Italia occidental). Pero fueron finalmente repelidos y vencidos por
los atenienses, todo esto recuerda algunos aspectos de las Guerras Médicas (de
492 a 448 antes de Cristo) sostenidas entre griegos y persas. Poco después se
produjeron gigantescos terremotos y cataclismos y la orgullosa Atlántida fue
tragada por el mar.
La
Atlántida según Platón
«Sí Solón, hubo un tiempo, antes de la
más grande destrucción por las aguas, donde la ciudad que es hoy de los
atenienses era, de todas, la mejor para la guerra (...). En ese tiempo se podía
pasar por este mar (¿el océano Atlántico?). Había una isla delante de ese
pasaje que ustedes llaman Las columnas de Hércules. Ahora bien, en esa isla
Atlántida sus reyes habían formado un gran y maravilloso imperio (...). Esta
potencia, habiendo concentrado todas sus fuerzas, emprendió de un solo impulso,
la dominación de vuestro territorio y del nuestro, y de todos los que se encuentran
de este lado del estrecho. Fue entonces, oh Solón, que el poderío de vuestra
ciudad hizo estallar a los ojos de todos, su heroísmo y su energía. Porque la
venció por sobre todo, por su fuerza moral y por el arte militar (...) Pero en
el tiempo que siguió hubo terremotos espantosos y cataclismos. En un solo día y
una noche temible, todo nuestro ejército fue tragado de una sola vez por la
tierra, y, así mismo la isla Atlántida se sumió en el mar y desapareció. Es por
esto que aún hoy día, este océano es difícil e inexplorable por el obstáculo
del fondo fangoso y muy bajo que la isla, al hundirse, depositó.»
Tirneo, traducción 1925.
La
más bella de las capitales
En el Critias, el filósofo entrega más
información acerca de la Atlántida. Después de la creación del mundo, los
dioses se lo repartieron y Poseidón, soberano de los mares, recibió la
Atlántida. De su unión con una mortal, Cleito, tuvo diez hijos, y cada uno
heredó una parte de la isla. El mayor, Atlas, llegó a ser el rey y recibió la
mejor y la más grande de las regiones, la isla era muy rica y se beneficiaba de
importantes recursos tanto agrícolas como mineros. Los sabios que la gobernaban
hacían reinar a más perfecta felicidad, distribuyendo metódicamente el trabajo.
La Atlántida, descrita en el Critias se
divide en distritos. Los numerosos canales que la surcan convergen hacia la
capital, de forma circular. En el corazón de ésta, se levanta el palacio real,
antigua residencia del dios del mar. Se trata de una ciudadela de forma
igualmente circular y de un diámetro de alrededor de cinco kilómetros. Anillos
concéntricos de tierra y de mar, unidos por túneles y puentes, componen esta
acrópolis. Abriga templos, palacios y edificios públicos, así como campos de
deportes. El más formidable de los templos es el dedicado a Poseidón. Sus
fachadas exteriores están completamente cubiertas de plata y sus techos
enchapados en oro. Al interior, las bóvedas son de marfil cincelado, con
incrustaciones de oro, plata y auricalco (metal bastante misterioso que se
puede suponer seria cobre o una aleación de cobre y oro). El templo está
adornado con numerosas estatuas de oro. Una de ellas sobrepasa a todas las
demás, es la que representa a Poseidón «de pie sobre un carruaje de seis
caballos alados, y de tal magnitud que la figura toca la bóveda del edificio».
La descripción de Platón muestra la riqueza y el poderío de la Atlántida. Sin
embargo, el Critias quedó inconcluso y no se sabe nada más acerca de esta isla.
Hipótesis
para una ubicación
SI se admite que la Atlántida realmente
existió y que no se trata sólo de una simple fábula de valor moral o político,
surge un problema, el de su ubicación exacta.
De América a Escandinavia. Algunos
ubican la Atlántida en América del Sur, con los mayas, y otros, en Heligoland,
isla del mar del Norte, cerca de las costas danesas y alemanas (J. Spanuth) o
en el Sahara (Idea popularizada por P. Benott en su novela La Atlántida, 1919).
Finalmente, algunos ven en la antigua ciudad de Tartesos (situada en la
desemboca dura del Guadalquivir, en España) la ciudad atlante.
Las Azores. Tomando en cuenta el texto
de Platón, esta ubicación parece ser la más lógica. Ya en 1882, 1. Donnelly
adelanta esta hipótesis. Más tarde, O. H. Muck, desarrollando argumentos
adelantados por los arqueólogos Kírcher y Schliemann, sostiene que las Azores
son la antigua Atlántida. Insiste en la situación geográfica de las Azores y
acota que forman una zona de fractura en la corteza terrestre y que existe
abundancia de volcanes en actividad.
Bimini... Pero otros piensan que la
Atlántida se encontraba de hecho en la parte oeste del océano Atlántico, en las
proximidades de la Isla de Bimini (archipiélago de las Bahamas). En 1968, una
estructura sumergida fue descubierta en esta zona. Siguieron expediciones,
llevadas a cabo por M. Valentine, conservador honorario del museo de ciencias
de Miami, y D. Rebikoff, experto en fotografía submarina. Se reconocieron dos
muros, orientados perpendicularmente uno respecto al otro. Tomando en cuenta
que Bimini se hunde en forma paulatina en el mar, los dos investigadores
dataron estas construcciones en 8.000 a 10.000 años, es decir, en una época en
que ningún pueblo de la región conocido por los arqueólogos poseía un nivel
cultural y técnico que le permitiera realizar tales muros. El único problema es
que se ha puesto en duda el origen humano de tales estructuras, consideradas
hoy día más bien como un fenómeno natural.
... O Santorin. Finalmente, la hipótesis
más reciente, sostenida particularmente por el científico marino francés, el
comandante Jacques-Yves Cousteau, reubica la Atlántida en el Mediterráneo y la
identifica con la isla de Santorin, próxima a Creta, desmantelada súbitamente y
transformada en archipiélago en 1470 antes de Cristo, a raíz de la erupción de
su principal volcán.
Un
pretexto para utopías
El texto de Platón es interpretado hoy
en día como la primera de las utopías es una alegoría destinada a alabar los
méritos del Imperio ateniense, que se encontraba en esa época en decadencia.
¿Pero la ciudad ideal que describe el
filósofo es puramente imaginada, o la construcción platónica descansa en una
tradición que podría tener orígenes históricos? Este debate aún no ha
terminado. Los antiguos comentaristas parecen ellos mismos divididos sobre el
sentido de los diálogos platónicos. Aristóteles, en el siglo IV antes de
Cristo, afirma que la Atlántida no es más que un mito. Por otra parte un
discípulo de Platón afirma haber visto, en Sais, los jeroglíficos que relatan
la historia contada a Solón.
En la Edad Media, la Atlántida es
prácticamente olvidada. El interés por esta isla tragada por el mar renace en
el siglo de los descubrimientos, incluso algunos autores se arriesgan a
identificar como América a la isla platónica. Con mayor frecuencia, los
filósofos retoman el procedimiento del filósofo antiguo para disertar sobre la
noción de ciudad ideal. Así, el filósofo inglés Francis Bacon redacta en 1627
una Nueva Atlántida ( Nove Atlantis ), especie de novela científica donde
navegantes, llevados por los vientos a regiones inexploradas del océano,
acceden a las costas de una isla desconocida donde un gobierno iluminado hace
reinar la felicidad absoluta: el sueco Olav Rudbeck ve una alegoría de su
propio país como cuna de la civilización (Atland o Manhem, 1679-1702); el
catalán Jacint Verdaguer hace del continente perdido el objetivo de Cristóbal
Colón (La Atlántida 1876).
El
fin de la Atlántida
Según Platón, la Atlántida desapareció
en un día y una noche víctima de un cataclismo. Varios autores, partiendo de la
hipótesis que la isla realmente existió, han tratado seriamente de encontrar
una explicación a esta desaparición.
La solución más evidente es la de la
erupción de un volcán, pero es impensable que una explosión, aunque titánica,
haya hecho desaparecer totalmente en un día una isla del tamaño de la que
Platón describe en el Critias. También algunos evocan la hipótesis de un
gigantesco meteorito que habría caído sobre la tierra, desencadenando el más
formidable maremoto de la historia de la humanidad, una catástrofe de la que el
mito del Diluvio guardaría el recuerdo. A menos que no haya que ver en la
catástrofe evocada por Platón sino un efecto literario destinado a dramatizar
la caída relámpago de una civilización brillante, la civilización cretense en
este caso, asimilada a la declinación más progresiva de Atenas.
La
Atlántida: ¿la isla de Santorin?
En la época contemporánea, el mito de la
Atlántida continua alimentando utopías filosóficas y ficciones novelescas, A
comienzos del siglo XX, el escritor francés Pierre Benoit publica una Atlántida
pronto famosa, donde la isla misteriosa se encuentra en pleno desierto.
Dos oficiales perdidos se encuentran
retenidos en ella por la turbadora Antinea. Más seriamente, arqueólogos y
especialistas del mar han buscado identificar la isla. Para los griegos
Galanoupoulos y Marinatas, así como para el francés Cousteau, a Atlántida no
seria otra que la isla de Santorin, situada a 110 kilómetros al norte de Creta.
La isla es en efecto circular y en 1500 antes de Cristo, Creta estaba en el apogeo
de su poderío. Su civilización minoica era brillante y su comercio se extendía
por todo el Mediterráneo. Además, era enemiga de Atenas y practicaba el culto
del toro como lo hacían los atlantes. Pero, en 1470 antes de Cristo, el volcán
Santorin hizo erupción brutalmente. La erupción fue acompañada de grandes
terremotos, lluvias de cenizas y de una ola formidable de varias decenas de
metros de altura. Fue esta ola la que debió abatirse sobre Creta, destruyendo
su civilización para siempre. Mil cien años después de la terrible catástrofe,
¿habrá confundido Platón fechas y lugares, la isla sepultada y la siniestrada
civilización cretense?
¿O mezcló deliberadamente eventos
históricos y una tradición legendaria para forjar una alegoría de alcance
político y moral? Las dos hipótesis son igualmente plausibles.
Las
otras civilizaciones desaparecidas
El tema de tierras desaparecidas dio
lugar a una abundante literatura. El recuerdo nostálgico del paraíso perdido
puede tener algo que ver. ¿Acaso no se pensaba, en la Edad Media, que el jardín
del Edén aún existía más allá de las tierras conocidas? La idea del Diluvio, o
de una gran catástrofe natural, que se reencuentra en numerosas civilizaciones,
le está también ciertamente emparentada. Otros continentes comparten con la
Atlántida la triste reputación de haber sido tragados por el mar.
Lemuria. La invención de este continente que se habría
sumido en las aguas del océano Índico data del siglo XIX. Se debe al zoólogo
inglés Slater, quien creó el nombre a partir de restos de primates -lemúridos-
encontrados en Madagascar y en Malasia. La médium rusa Helena Petrovna
Blatvasky se apasionó con esta historia en el siglo XX; hace de los lemurlanos
unos gigantes provistos de poderes telepáticos. La Lemuria habría desaparecido,
si se le cree, hace millones de años, pero algunos sobrevivientes habrían
podido huir a Asia central: sus descendientes serian los actuales habitantes de
la India.
El
continente de Mu. A principios del siglo XX, tratando de
traducir un texto maya, el codex Troano, el francés Etienne Brasseur de
Bourbourg cree descubrir los símbolos M y U y deduce la existencia de un
antiguo continente llamado Mu. Luego, el coronel John Churchward declara que,
cuando servía al ejército británico en la India, fue iniciado por sacerdotes
hindúes a los secretos de Mu.
Los sacerdotes le habrían enseñado a
leer la lengua del continente perdido usando copias de textos inscritos sobre
tablillas guardadas en templos hindúes y mexicanos... Según él, este misterioso
continente, situado en el océano Pacífico, se extendía desde el estrecho de
Bering hasta Australia y de la India a California. Se habría hundido en el mar
hace 12.000 años.
La
Hiperbórea. Un continente hoy día perdido bajo los
hielos, la Hiperbórea, habría existido en las actuales regiones árticas en un
período muy antiguo en el que éstas (se pretende que antes que los polos
cambiaran de lugar) habrían gozado de un clima y una vegetación tropicales...
Los hombres y mujeres de esta Isla, rodeada de altas montañas, habrían sido de
una belleza extraordinaria.
Pacífica . Finalmente,
dos geofísicos, el Dr. Amos Nur, profesor de la Universidad de Stanford
(California), y el Pr. Zvi Ben Avrham, de Tel-Aviv, adaptaron el viejo mito del
continente desaparecido a la teoría moderna de la deriva de los continentes.
Según ellos, hace 125 millones de años, una masa de tierra, que ellos llaman
Pacífica, habría derivado a través del océano Pacífico antes de hundirse, por
el choque del encuentro con uno de los otros continentes, bajo las costas de
Asia o América
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