El
fabuloso país del oro
Después del descubrimiento de América
por Cristóbal Colón en 1492, numerosos aventureros y soldados españoles, los
conquistadores, se lanzan a la conquista del nuevo continente, atraídos por su
fama de inmensa riqueza, apoyados en el mito de Eldorado.
Este fabuloso país, cuyo subsuelo
estaría, según se dice, repleto de oro ejerce una fascinación extraordinaria
sobre estos hombres ansiosos por enriquecerse. Además, la magnitud de los
botines de Cortés en México y de Pizarro en el Perú parece confirmar la idea
que ese reino existe realmente.
El
cacique de Guatavita
El mito de Eldorado encuentra su origen
en la leyenda del "hombre dorado”. El cronista e historiador Gonzalo
Fernández de Oviedo sitúa la primera aparición oficial de esta leyenda en 1534.
Sin embargo, hace varios años ya que los españoles escuchan insistentes rumores
sobre ese reino, situado en alguna parte al interior de las tierras.
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Diadema de oro, arte colombiano, 500 a.C. |
Los indios chibchas, nativos de
Cundinamarca, el “país del cóndor” (la actual Colombia), celebran cada año una
extraña ceremonia. Durante esta ceremonia un cacique, o sea, un soberano local,
se unta de grasa de tortuga y de polvo de oro y luego camina, resplandeciente,
en medio de sus súbditos, que cantan su alegría y baten tambores. El rey y los
nobles suben a una piragua y en medio del lago Guatavita lanzan oro y
esmeraldas como ofrenda a los dioses, Finalmente, el cacique se sumerge en el
lago y reaparece en medio de un estallido de aplausos.
Así nace la leyenda del “hombre durado”
llamada luego, simplemente, El Dorado, supuesto rey de un país mágico. Pero, a
lo largo de los años, el mito sigue modificándose y Eldorado, en una sola
palabra, se convierte en el reino mismo del oro, cuyas calles están
pavimentadas con pepitas y donde casas y objetos están recubiertos con metales
preciosos.
El
oro, un metal indispensable
El oro siempre tuvo un rol particular en
la historia de las naciones, pero su importancia ha variado según as épocas. Es
así como después de la caída del Imperio romano este metal perdió gran parte de
su valor, pues la disminución de los intercambios hizo menos necesario el uso
del efectivo.
Pero el retorno al comercio, a fines del
medioevo, junto con el agotamiento de las minas de oro en explotación
conocidas, acrecienta nuevamente y de manera considerable la sed de oro. El
descubrimiento de América en 1492 suscita expectativas con respecto a la
aparición de nueve lugares de abastecimiento para Europa.
España, especialmente, muy empobrecida
tras su lucha contra la ocupación musulmana (la Reconquista), alimenta
ambiciosos designios políticos y vislumbra ahí una oportunidad extraordinaria.
Por ello, la reina Isabel de Castilla y luego Carlos V se dedican a promover
las expediciones de los conquistadores en busca de Eldorado.
La
búsqueda de los conquistadores
El primero en lanzarse a la búsqueda de
Eldorado es un hombre cruel: el alemán Ambroise Alfinger. Financió sus
expediciones, entre 1529 y 1538 vendiendo indios marcados con fuego como
esclavos en Santo Domingo.
Este fracaso no disuade a los demás
conquistadores. Uno sólo, sin embargo, alcanza el éxito: el español Gonzalo
Jiménez de Quesada, un antiguo abogado fascinado por la aventura, que recibió
del biógrafo Germán Arciniegas el sobrenombre de "el caballero de
Eldorado".
Después de un largo y difícil periplo,
durante el cual sus hombres son acosados por los indios y consumidos por las
fiebres tropicales, penetra en enero de 1537 en Cundinamarca y conquista la
capital, Bogotá. Encuentra, efectivamente, oro y diamantes, pero nada que se
parezca a las inagotables reservas que el reino del oro poseía supuestamente.
Esta desilusión convence a los conquistadores que Eldorado se encuentra en otro
lugar. Por ello se dirigen en vano al este, hacia el Orinoco y las Guyanas
(1559-1569). A pesar de los fracasos, el sueño de Eldorado sobrevive todavía en
el siglo XVI. Los maravillosos relatos del explorador inglés sir Walter Raleigh
contribuyen a propagarlo en los siglos XVII y XVIII; incluso Voltaire sitúa ahí
una aventura de Cándido.
El
fin del mito
La leyenda muere definitivamente a
principios del siglo XIX, a manos del sabio alemán Humboldt. A pedido de los
españoles, que todavía creen en Eldorado, explora los valles del Apure y del
Orinoco. Sus apuntes topográficos de gran precisión no dejan ninguna duda:
Eldorado no existe.
En 1954, unos arqueólogos colombianos
establecen que un meteorito cayó hace miles de años en las aguas del lago
Guatavita. La ceremonia del hombre dorado” conmemoraba, tal vez, ese
acontecimiento, junto con rendir homenaje a un dios que se supone descendió al
fondo del lago. Y los conquistadores españoles, pagando el precio de grandes
sufrimientos, tal vez no hicieron más que perseguir una estrella fugaz, apagada
hace siglos.
A
la conquista de El Dorado.
Durante más de dos siglos los
conquistadores se lanzan en decenas de expediciones que terminan, casi todas,
en tragedia y en sangre, pero permiten progresivamente la exploración y la
colonización de la parte septentrional de América del Sur.
Repetidos fracasos. Jorge de Spira llega
al pie de los Andes (1535-1536), pero debe regresar después de haber perdido a
mayor parte de sus hombres, víctimas de los indios y del agotamiento, Nicolás
Ferdermann, Sebastián de Belalcázar y después Gonzalo Jiménez de Quesada llegan
cada uno separadamente al altIplano de Bogotá (1537-1539), sólo para conocer
los mismos fracasos que sus antecesores.
Un mandato utópico. De 1584 a 1597, el
incansable Antonio de Berrío busca en vano la laguna de Manoa en los Llanos y
la Guyana. Ahí se encontrarla el mítico reino, según se creía en la época. A
los sesenta años es incluso nombrado gobernador de Eldorado y de la Guyana,
pero muere quince años más tarde sin jamás haber encontrado el reino cuyo
gobierno está, en teoría, a su cargo.
El lago de la leyenda. Por lo demás, se
hicieron entre 1540 y 1912 numerosas tentativas de dragado o de bombeo de las
aguas del lago Guatavita para encontrar el oro y las joyas lanzados en él
durante las ceremonias. Terminaron cada vez con resultados prácticamente nulos.
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