¿Soldados
que se esfuman en una nube?
Uno de los casos de desapariciones más
famosos, tal vez porque no se trata de un individuo, sino de un grupo de
hombres, se produjo durante la Primera Guerra Mundial, cuando el batallón del
Regimiento Real de Norfolk se desvaneció en los Dardanelos, en plena campaña,
en el mes de agosto de 1915.
Entre marzo y diciembre de 1913,
Inglaterra y Francia intentan adueñarse de los Dardanelos, punto estratégico
que controla las comunicaciones entre el Mediterráneo y los puertos rusos del
Mar Negro. Pero los ejércitos del Imperio otomano, dirigidos por los alemanes,
mantienen en jaque al cuerpo expedicionario occidental. Las pérdidas son tan
importantes (46.000 muertos), que los aliados abandonan finalmente la lucha en
diciembre.
La
desaparición del Norfolk
La historia de la desaparición del
batallón de Norfolk es conocida por el relato de los soldados de la
Mancomunidad que asistieron a este acontecimiento. El 21 de agosto de 1915,
durante el ataque de la península de Gallipoli, uno de los episodios más
sangrientos de la campaña de los Dardanelos, veintidós soldados neozelandeses
de una compañía de ingenieros vieron al cuarto regimiento de Norfolk, formado
por 267 hombres, dirigirse a socorrer al cuerpo de ejército del Comando Unido
de Australia y Nueva Zelanda (CUANZ), que estaba atacando la cota 60, al sur de
la bahía de Suyla.
![]() |
La península de Gallipoli en Turquía, ocupada por los soldados de la Mancomunidad británica en 1915. |
Mientras se encontraban en el lecho seco
de un río, los soldados del Norfolk penetraron dentro de una extraña nube. En
cuanto todos los hombres desaparecieron detrás de la cortina de bruma, la nube
se elevó suavemente para alejarse en el cielo, contra el viento, perdiéndose
rápidamente de la mirada de los observadores. No se veía ningún ser vivo en el
pequeño valle y Turquía afirmó no haber capturado jamás a ningún miembro de ese
regimiento.
El testimonio de los soldados
neozelandeses (1965) (El 21 de agosto de 1915)
El día había despuntado y estaba claro,
sin nubes a la vista (...) Sin embargo, había quizás seis u ocho nubes en forma
de "hogaza de pan" todas parecidas que flotaban encima de la cota 60.
Se pudo ver que a pesar de un viento sur que soplaba con tina velocidad de 6 a
8 km/h. estas nubes no cambiaban ni de lugar ni de forma. Con respecto a
nuestro punto de observación de una altura de 150 m, planeaban con cerca de 60
grados de elevación (1.200 m de altura). Bajo este grupo y en posición
estacionaria sobre el suelo, se encontraba otra nube parecida en cuanto a su
forma, que medía cerca de 250 m de largo, 65 m de alto y 60 m de ancho. Esta
nube era extremadamente densa, hasta el punto de parecer sólida, y se
encontraba a una distancia de entre 900 y 1.100 m del combate que se
desarrollaba en el territorio ocupado por los ingleses (...) Nuestra posición
en altura dominaba la cota 60 por unos 90 m. Un poco más tarde, esta nube
singular recubrió el lecho seco de un río a menos que haya sido un camino
encajonado, y pudimos distinguir perfectamente sus costados y sus extremos,
mientras estaba posada sobre el suelo. Como todas las demás nubes, era de color
gris claro. Se vio entonces que un regimiento inglés compuesto por unos
centenares de hombres, el cuarto de Norfolk, remontaba ese camino o lecho de
río hacia la cota 60.
Cuando llegaron hasta la nube,
penetraron en ella sin vacilar pero ninguno de ellos salió para combatir sobre
la cota 60. Cerca de una hora más tarde, una vez que el último soldado hubo
desaparecido en su interior, la nube se elevó muy discretamente del suelo y,
como cualquier nube o neblina, subió lentamente hasta juntarse con las otras
nubes (...) que parecían “arvejas dentro de su vaina”. Durante todo este
tiempo, el grupo de nubes se había mantenido inmóvil, pero en cuanto la extraña
nube que se había levantado del suelo alcanzó su mismo nivel, partieron todas
hacia el norte, es decir hacia Tracia (Bulgaria). Después de unos 3/4 de hora
habían desaparecido
Las
contradicciones
Este relato se apoya sobre el testimonio
hecho cincuenta años después de la campaña de los Dardanelos, Redactado, luego
de un encuentro conmemorativo del CUANZ, por tres soldados neozelandeses que
pertenecían a la tercera sección de la primera compañía de ingenieros, este testimonio
fue presentado como un llamado a prestar declaración destinado a las personas
que eventualmente se encontraran todavía vivas y que hubieran asistido a este
hecho. Un examen del documento reveló, sin embargo, varios errores de hecho en
el relato, que hacían dudar de su confiabilidad. Así, el cuarto regimiento de
Norfolk mencionado por los tres soldados no es un regimiento sino un batallón y
éste, por lo demás, terminó la campaña de los Dardanelos. En cambio, otro
batallón del mismo regimiento, el quinto de Norfolk, fue efectivamente
reportado como desaparecido luego de un ataque.
![]() |
Este valle de Gallipoli, hoy día tan apacible guarda tal vez los restos de los soldados capturados por una misteriosa nube. |
Este tuvo lugar, no el 21 de agosto como
lo indica el documento sino el 12, de acuerdo con los archivos militares
ingleses y sucedió a cinco kilómetros de la posición supuesta por los testigos
neozelandeses. Sin embargo, existe otro texto que relata un episodio similar,
escrito poco después de la campaña, en el que no se encontró ninguna
contradicción ni afirmación dudosa, y cuyo testimonio parece claramente más
confiable.
¿Recuerdos
verídicos o sugestiones posteriores?
Se trata del Informe final de la
Comisión de los Dardanelos, publicado en 1917. Según este documento, una
extraña bruma, que reflejaba los rayos del sol, cubrió la bahía y la llanura de
Suyla el 21 de agosto, desdibujando las trincheras ocupadas por los otomanos y
permitiéndoles, de ese modo, disparar más fácilmente sobre los aliados. Pero
por más extraño que esto pareciera, tal fenómeno meteorológico era al parecer
corriente en la región. Es igualmente ese mismo día 21 de agosto, en el curso
de la tarde, que el informe cita el ataque de la famosa cota 60 por 3.000
hombres del CUANZ.
Al leer los dos episodios descritos en
este documento oficial, las semejanzas con el tardío testimonio de los soldados
neozelandeses son impactantes. De hecho, este último más parece una mezcla de
los dos acontecimientos presentados en el informe final, como distintos, pero
relatados en dos páginas enfrentadas.
![]() |
Los hombres del Comando Unido de Australia y Nueva Zelanda se lanzan al ataque. Mientras trataban de apoyar a este cuerpo de ejército, desaparecieron los soldados del Norfolk. |
Tal vez esta disposición pudo influir en
la memoria de los tres testigos. Habría que agregar que del quinto de Norfolk,
que se reportó efectivamente como desaparecido se recuperaron 122 cadáveres a
partir del 23 de septiembre de 1919. Y, si se toma en consideración que 27.000
de los 34.000 muertos, entre soldados ingleses y del CUANZ, nunca fueron
sepultados, se puede suponer que los cuerpos de los 145 soldados que faltan
hayan podido ser mezclados con la tierra de un campo de batalla ahogado bajo un
calor terrible que podría haber sido un factor de putrefacción acelerado. Estos
diversos elementos no constituyen ningún apoyo en favor de la autenticidad del
testimonio de los tres neozelandeses.
Sin embargo algunos autores siguen
viendo allí el relato de un hecho real y justifican las contradicciones sobre
la identidad del batallón a la fecha de aparición de la extraña nube aduciendo
ciertas fallas en la memoria que serían del todo norma les después de cincuenta
años. No es tampoco menos cierto que los documentos oficiales de la época
hablan de una bruma de una gran superficie y no de una nube de 250 metros de
largo posada sobre el suelo. Se podría pensar que si un fenómeno como ese se
hubiera producido habría llamado inmediatamente la atención de los observadores
militares que están siempre al acecho de un ardid del enemigo.
Extrañas
víctimas de guerra
En su libro Desapariciones misteriosas,
editado en 1973, Patrice Gasten cita otros casos de grupos de militares que,
aparentemente, se desvanecieron tan repentinamente en medio de la guerra.
En España. En 1707, durante la guerra de
la Sucesión Española, 4.000 hombres del archiduque Carlos de Habsburgo, que
luchaban contra los ejércitos de Felipe V, se pusieron en camino una mañana
hacia un corredor de los Pirineos. Nunca más se supo de ellos, a pesar de todas
las investigaciones. Habían desaparecido con sus armas y pertrechos.
En Vietnam. En 1858, cuando los
franceses atacaban al ejército del reino vietnamita, 650 zuavos del cuerpo
expedicionario avanzaban hacia Saigón, que se encontraba a unos 20 km. Los
seguía otro grupo de soldados y repentinamente, desaparecieron sin que nadie
pudiera saber qué les pasó.
En China. En diciembre de 1923, Japón
habla invadido una buena parte de China y sus ejércitos avanzaban hacia Nankín,
la capital china. El coronel LI Fu Sien decidió oponer una última resistencia y
colocó a 3.000 de sus hombres bien armados a lo largo del Yangtsé. A la mañana
siguiente, se dio cuenta que todos habían desaparecido, menos un centenar que
se había guarecido cerca de un puente. Ni éstos ni ningún otro centinela vieron
a los 3.000 hombres abandonar su puesto y los archivos japoneses no mencionan
haber capturado a ninguno de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario