Un
masón en la prisión de la Bastilla
De Roma a Londres, de Madrid a San
Petersburgo, de París a Amsterdam, Cagliostro se introduce en todas las cortes,
seduce, fascina, forma discípulos y se enriquece. Tan sincero en su amor por el
dinero como en sus investigaciones esotéricas, el extraño conde sigue siendo un
personaje inasible.
En Palermo bajo el duro sol de Sicilia
nace en 1743 Giuseppe Balsamo, hijo de un empleado de tienda. Desde su tierna
infancia, el pequeño Giuseppe es inquieto e indisciplinado. Es admitido en el
seminario a los doce años y se hace expulsar después de una serie de pequeños
hurtos. Su padre lo coloca entonces como aprendiz con el boticario de un
convento, La manipulación de polvos y ungüentos es una revelación para
Giuseppe. Por primera vez, es un alumno atento, apasionado por la química y la
farmacopea.
Sin embargo, también es expulsado
después de algunos meses por una broma poco apreciada por los monjes: recita
sus oraciones reemplazando los nombres de las santas por los de prostitutas
famosas. En Palermo y luego en Nápoles, Giuseppe se vuelve primero pintor para
los turistas, luego falsificador de cuadros, fabricante de documentos de
identidad, proxeneta... Aprende el arte de la prestidigitación y enriquece sus
trucos de magia utilizando productos químicos.
Giuseppe Balsamo, conde de Cagliostro, (1743-1795), grabado inglés de fines del siglo XVIII (París, Museo de Carnavalet). |
Convertido en mago, vive explotando la
credulidad del público. Una de sus presentaciones termina mal cuando un
cliente, al ver que ha sido estafado, quiere recuperar su apuesta de sesenta
onzas de oro. Giuseppe Balsamo debe huir de Nápoles aprisa.
Un
retrato de Cagliostro
Un contemporáneo de Giuseppe Balsamo, el
conde Geugnot. traza en sus Memorias (publicadas en 1866), el siguiente
retrato: “Era de estatura más bien baja, bastante gordo, con la tez aceitunada,
el cuello muy corto, el rostro redondo, adornado con dos grandes ojos salientes
y una nariz ancha y respingada. Tenía todo el aspecto exterior y los avios de
un charlarán y causaba sensación, sobre todo entre las damas apenas entraba en
un salón. Ese día llevaba un traje a la francesa, numerosos anillos de valor y
las hebillas de sus zapatos eran tan brillantes que parecían de diamantes finos”.
“Divina
Serafina”
En Roma, Giuseppe retorna a sus
actividades habituales: falsificación de cuadros, colectas a favor de órdenes
religiosas imaginadas y charlatanerías de toda laya. En 1768 conoce a una mujer
muy bella, Lorenza Feliciani, con la que contrae matrimonio.
Algunas damas consultan las cábalas de Cagliostro antes de escoger un número de la lotería, grabado del siglo XVIII (París, Museo Carnavalet). |
Hija de un pequeño artesano, inteligente
y ambiciosa, empuja a Cagliostro para que no se contente con sus pequeñas
truhanerías y lo bautiza con el nombre de conde de Cagliostro. Ella se
transforma en Serafina. Invierten en bellos ropajes y parten a hacer fortuna en
España, donde nadie los conoce. Su plan es muy simple: Lorenza-Serafina,
irresistiblemente bella, se deslizará en el lecho de los poderosos mientras que
Balsamo Cagliostro establecerá en los salones conocidos su reputación de mago.
Esta perspectiva no molesta a Cagliostro, quien ya ha oficiado de proxeneta en
Nápoles. El plan tiene completo éxito, ya que apenas llegada a España, Serafina
seduce al virrey. Cagliostro, introducido por ella en la alta sociedad, embauca
a los ingenuos.
Los dos timadores viajan luego a
Inglaterra, donde Serafina aliviana a un viejo lord de una parte de su fortuna
mientras su marido hace evaporase "torpemente” un collar de diamantes en
una experiencia satánica que “fracasa”. En Francia, ella entibia el lecho del
cardenal de Roban. Muy pronto, París no habla más que de la “divina Serafina” y
del maravilloso mago que la acompaña.
La
masonería egipcia
De capital en capital, Cagliostro se da
cuenta de que sus jugadas se vuelven peligrosas y de que puede ser fácilmente
desenmascarado. Ya ha probado la paja húmeda de los calabozos londinenses,
Entonces, modifica su campo de actividades y se interioriza en la alquimia y en
el esoterismo.
Se proclama luego el “Gran Copto de Asia
y de Europa" y cuenta que es el hijo desposeído de un rey de Trebizonda,
recogido en su infancia por el califa de La Meca, quien lo inició en los
secretos de Persia, del Islam y de la India. Habría perfeccionado
posteriormente su educación con los derviches giradores y luego en una secta
egipcia, antes de ser instruido en alquimia en Damasco y después en los
laboratorios secretos de los caballeros de Malta... En los años de 1770, la
masonería experimenta un impulso formidable y Cagliostro, iniciado en una logia
tradicional, decide crear su propia secta, la masonería egipcia, caracterizada
por una estructura jerárquica rígida.
Su éxito es fulminante y el negocio le
produce grandes ganancias. Pero, también, sin duda por primera vez en toda su
existencia, Cagliostro parece apasionarse realmente por sus investigaciones.
Con dos compañeros lioneses, Magneval y Saint-Costard, efectúa un trabajo
esotérico serio y profundo. Y aquí se revela otro Cagliostro: pensó solamente
en documentarse a fin de preparar un nuevo timo, pero se deja llevar por el
juego y se transforma en un verdadero esotérico. Sus sistemas simbólicos
convierten a muchos en discípulos suyos y la masonería egipcia hace escuela.
El
fin de la aventura
En 1786, Cagliostro está en la cima de
su gloria. Paralelamente a la masonería egipcia, no ha podido evitar regresar a
sus actividades como mago y manifiesta su habitual atracción por las piedras
preciosas. De modo que, cuando estalla el asunto del collar que compromete a la
reina María Antonieta, es acusado de haber robado la joya. Detenido, es llevado
a la Bastilla el 22 de agosto. Diez días después, queda libre de toda sospecha.
Sin embargo, permanece durante casi un año en la Bastilla, lo que le permite
aparecer, a los ojos de los liberales, como un símbolo de la arbitrariedad
real. Cuando sale por fin en libertad y mientras los parisinos lo festejan,
recibe un duro golpe: un decreto de expulsión en su contra. Debe abandonar
Francia en el plazo de dos semanas. Regresa a Roma, donde Serafina lo traiciona
definitivamente. Lo denuncia al Santo Oficio de mantener relaciones con
Satanás. Cagliostro es nuevamente arrojado a prisión, donde muere, demente, en
1795. Aún hoy en día los esotéricos se interrogan sobre el verdadero
Cagliostro. Era sin lugar a dudas un pillo sin escrúpulos, pero ello no debería
desacreditar sus investigaciones esotéricas. En muchos lugares se practican
todavía los rituales de la masonería egipcia.
La
masonería hasta el siglo XVIII
Los primeros masones son, según la
leyenda, los constructores del Templo de Salomón. En realidad, es solamente a
partir de la Edad Media cuando se forman las primeras sociedades. Los masones
(llamados también "francmasones” por sentirse francos” o libres de toda
esclavitud) se organizaban entonces en corporaciones, en cuyo seno los miembros
se transmitían secretos estrictamente profesionales, relativos a los métodos y
técnicas de construcción. (En francés “masón significa albañil).
Estas corporaciones fueron declinando a
partir del siglo XV, para renacer bajo un nuevo aspecto en el XVII: las
“logias” que acogen e personalidades de la nobleza, del clero y de la burguesía
sin ninguna relación con el arte de la construcción. Los secretos de los
masones se refieren en lo sucesivo a orientaciones de tipo más filosófico que
práctico. En el siglo XVIII, las logias se multiplican. Es desde Inglaterra,
donde la logia principal es la Gran Logia de Londres, protestante y fundada en
1717, que la masonería se expande en Francia. En 1740 se cuenta con una
veintena de logias y en 1789 ya son más de seiscientas. El Gran Oriente de
Francia ocupa entonces una posición dominante, pero numerosas pequeñas sectas,
entre ellas la masonería egipcia de Cagliostro, tratan de darse a conocer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario