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Poveglia, una isla envuelta en muerte y tormento. |
Conocida como "la isla del no-retorno", la
enigmática Poveglia se alza sobre las superficies de las verdosas aguas
ubicadas entre la ciudad Venecia y el Libo, en la Laguna de Venecia, en el
norte de Italia. Dividida por un angosto canal, Poveglia aparece como una isla
investida en un aura de silencio, muerte y prohibición, ya que no es permitido
poner un solo pie en sus tierras, donde siglos atrás miles de personas fueron
incineradas; y sus restos, como negándose a ser enterrados en el olvido, aún
todavía suelen llegar a las costas de Venecia, cual fúnebre recordatorio de que
allí, entre los árboles callados y las construcciones solitarias de la isla,
todavía bullen numerosas voces de almas en pena, muchas de ellas carcomidas por
una angustia de siglos...
Pero lo peor vendría a comienzos del Renacimiento; cuando,
en pleno siglo XIV, paralelamente al retorno humanístico de la herencia
helénica, aparecería la Peste Negra, que se cobraría unos 34 millones de
víctimas y, en el contexto de la cual, Venecia se convertiría en un infierno en
la Tierra, ya que las aguas sucias de sus canales, la humedad del ambiente y
otros elementos insalubles desatados en parte por lo intenso de su vida
comercial, la convertirían en un sitio del que sería prácticamente imposible
escapar, y en el que los cadáveres apilados formarían parte del macabro paisaje
cotidiano. En esa situación, las autoridades y el Clero estuvieron de acuerdo
en usar a Poveglia como un depósito de cadáveres.
Convertida en ánfora de muerte, día tras día Poveglia fue un
sitio en que los pestilentes cadáveres, amontonados como basura, ardieron
devorados por el fuego, levantando altas humaredas, que impregnaban el aire de
un inquietante olor a carne chamuscada... Aunque lo peor estaba por venir, ya
que después se decretó que también los afectados por la peste, estando vivos,
serían llevados a la isla. Por ello, en unos pocos años, más de 160.000
personas, entre hombres, mujeres, niños y ancianos, terminaron sus días
abandonados en aquella siniestra isla...
Según se sabe, tan colosal crematorio llegó a ser Poveglia
en el siglo XIV, que una ancha capa de su suelo está prácticamente conformada
de restos humanos, de modo que todavía los remanentes de aquellas osamentas
continúan llegando a las costas. A causa de todo esto, la isla se ha
transformado en una especie de zona podrida, pues la humedad de sus suelos,
mezclándose con las cenizas humanas, ha hecho que se cree una capa de materia
pegajosa; que, pese a su carácter repulsivo, es ideal para el cultivo de vides.
Como ya se dijo antes, entrar a Poveglia esta prohibido,
excepto para los dueños de los viñedos, pues ni siquiera los pescadores,
temiendo pescar huesos humanos, se acercan a la isla.
Poveglia, hogar de locos y fantasmas
Tiempo después de que Poveglia quedara totalmente
abandonada, sobre ella se edificó, en el año 1922, un enorme hospital
psiquiátrico con un gran campanario que aún hoy puede verse desde las costas
venecianas, incluso en aquellas tardes en que la isla yace envuelta en niebla
fantasmal.
Hospital Psiquiátrico en la actualidad
Ahora bien, todos sabemos que algunos enfermos mentales,
tales como los esquizofrénicos, ven alucinaciones que confunden con la
realidad, aunque así mismo circula la creencia de que, en realidad, muchas
veces los "locos" pueden percibir auténticos espíritus. Así, los
pacientes del psiquiátrico fueron la primera fuente de que brotaron numerosos
informes de fantasmas; los cuales, según los enfermos mentales, pertenecían a
víctimas de la peste negra y estaban inmersos en un estado de profundo
tormento. Pero, como quienes veían a los fantasmas eran "locos", los
testimonios sobre almas en pena fueron desacreditados.
Un malvado doctor castigado por los espíritus
La parte más negra de la historia de Poveglia fue cuando el
director del hospital psiquiátrico empezó a usar a los enfermos mentales para
experimentar, en la torre del campanario, nuevos métodos de curación, que
incluían procesos como lobotomías y trepanaciones, dentro de los cuales se empleaban
cinceles, martillos y taladros de mano, que a veces, en medio de la intensa
agonía de los "conejillos de indias", acababan de abrir las bóvedas
craneales con un resultado que no era la sanación, sino la muerte o la
agudización de la enfermedad, todo con una estela de sufrimiento, sangre y
esquirlas, que salpicaban la limpieza del lugar de operaciones, como indicios
irrefutables de lo cruel que puede ser la Ciencia en manos equivocadas.
Se cuenta que muchos fueron las pacientes que murieron por
los experimentos, o que fueron literalmente torturados con excusas científicas.
Pero las atrocidades del doctor no habrían de quedar en la impunidad; puesto
que, tras varios años de experimentar con los enfermos, el médico empezó a ver
a los espíritus de los que habían muerto por sus experimentos y a los espíritus
que habían quedado de aquellos tiempos en que la peste azotó Italia. Prisionero
del terror cotidiano que le infundían sus visiones, el doctor, según se supo
por una enfermera que presenció el suceso, terminó por saltar desde lo más alto
de la torre del campanario... Al caer, se cuenta que, mientras se retorcía de
dolor sobre su sangre, el terror se apoderó de su cara cuando, subitámente, del
suelo surgió una niebla que lo envolvió y lo "estranguló hasta
matarlo"...
Aquel fue el fin del perverso doctor, y desde entonces su
espíritu condenado pasó a engrosar las filas de las almas que penan en la
silente Poveglia. Pero no es cualquier fantasma: él habita en la torre del
campanario y, según se cuenta, a veces hace sonar la campana, y muchos escuchan
su ronco tañer, sabiendo que muy probablemente no hubo viviente alguno que
pudiera haberlo causado...
Tras la muerte del doctor
Después de que el médico que experimentaba con enfermos
mentales se suicidara saltando de la torre del campanario, el hospital
psiquiátrico fue clausurado y la isla quedó aún más sola hasta que, después de
que el gobierno italiano la vendiera, su nuevo propietario intentara, en la
década de 1960, vivir allí, cosa que no consiguió porque los fantasmas turbaban
constantemente su paz...
Posteriormente al incidente de los 60, la reputación de la
isla se ennegreció todavía más cuando una familia adinerada compró una
propiedad en la isla y mandó a construir una casa allí. Supuestamente pasarían
unas vonitas vacaciones en la casa de Poveglia, pero lo cierto es que no
aguantaron un solo día, y que lo que experimentaron allí estuvo casi a la
altura de Amityville, ya que ni siquiera aceptaron contarlo; pero, el desgarro
que una de las hijas sufrió en la cara y por el cual tuvieron que hacerle 14
puntos de sutura, habla más que suficiente sobre lo que esa pobre familia vivió
en la isla maldita...
Después de lo sucedido con aquella familia, varios psíquicos
visitaron la isla en busca de signos de actividad paranormal, relatando que
todo el tiempo sentían una atmósfera densa, pesada y oprimente, que tenían la
sensación de que alguien les respiraba en el cuello, que a veces se cruzaban
sombras con forma humana y, esto es lo peor, que podían escuchar alaridos y
gemidos, como si, además de almas en pena, los horrendos sucesos del pasado
hubiesen quedado estampados en el plano astral, repitiéndose una y otra vez,
como ecos en una oscura habitación...
Abundan así las historias, no solo de psíquicos sino de
buscadores de aventuras que han comprobado en carne propia la ruptura entre el
más acá y el más allá que existe en Poveglia. Tal fue el paradigmático caso de
un grupo que se adentró en el hospital y allí, entre las paredes deterioradas
por el paso del tiempo, escucharon con claridad a una voz sin fuente alguna
que, en tono disgustado y contundente, les dio esta orden: "Salgan
inmediatamente y no vuelvan"...
Como ese hay muchos más casos escalofriantes, aunque hace
poco, pero solo durante el día, la isla fue sometida a un proceso de
refaccionamiento.
Fuente: Pasar miedo
Fuente: Pasar miedo
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