“… la adopción, por
parte de la Alemania nazi, de una nueva ciencia, totalmente al margen de la
ciencia occidental, y que, sorprendentemente, es desconocida por la mayoría de
la gente, incluso en los entornos científicos, como si nunca hubiese existido.
Aunque probablemente habría que estudiar a fondo estas extrañas y fantásticas
teorías científicas, antes de rechazarlas radicalmente.
Los horrores del nazismo no pueden ser motivo para rechazar
el estudio de algunos de los importantes hechos que se produjeron durante su
existencia”. Y creo que este nuevo artículo confirma lo indicado en aquellos
artículos. Pero al mismo tiempo, plantea innumerables preguntas sobre unos
hechos realmente increíbles.
Nueva Suabia (en alemán, Neuschwabenland) fue el nombre dado
por la Alemania nazi a una parte de la Antártida que reclamaba como propia,
entre 1939 y 1945. Debía su nombre al antiguo estado de Suabia. Lo que fue el
territorio se localiza en la costa aproximadamente desde los 12° Oeste hasta
los 18° Este y entre los 70° y 75° Sur, incluyendo parcialmente la Tierra de la
Reina Maud, una reivindicación noruega. La Sociedad de Naciones no reconoció la
soberanía de Alemania sobre estos territorios. El capitán Alfred Ritscher
dirigió la tercera expedición antártica alemana (1938-1939). El propósito
aparente era asegurar un área en la Antártida para una estación ballenera, como
parte de un plan para aumentar la producción de grasa animal de Alemania. El
aceite de ballena era entonces la materia prima más importante para la
producción de margarina y jabón en Alemania, y los alemanes eran, además, el
segundo comprador más grande de aceite de ballena noruego, importando
anualmente unas 200.000 toneladas. Además de la desventaja de ser muy
dependiente de recursos extranjeros, la inminencia de la entrada de Alemania en
un nuevo conflicto fue una presión para las inversiones alemanas en el
exterior. Otro objetivo, más oculto, era buscar un lugar para una posible base
naval.
El 17 de diciembre de 1938, la expedición a Nueva Suabia
salió en secreto de Hamburgo hacia la Antártida a bordo del MSSchwabenland
(Suabia), un carguero capaz de transportar aviones que fue adaptado para la
expedición antártica en el otoño de 1938 en los astilleros de Hamburgo. El
barco contaba además con una estación meteorológica. La expedición tenía 33
miembros, además de la tripulación del Schwabenland, compuesta por 24 personas.
El 19 de enero de 1939 la nave llegó a la Costa de la
Princesa Marta en la Tierra de la Reina Maud, estableció una base temporal y
comenzó a realizar un reconocimiento cartográfico de la región. En las semanas
siguientes se realizaron quince vuelos a bordo de dos hidroaviones de 10
toneladas sobre un área de unos 600.000 kilómetros cuadrados. El resultado
fueron más de 16.000 fotografías aéreas.
Para afirmar la reivindicación alemana sobre Nueva Suabia,
se colocaron tres banderas a lo largo de la costa y trece marcas más fueron
colocadas en el interior. Esas marcas eran postes de aluminio con una esvástica
en la parte superior, que fueron probadas previamente en el glaciar Pasterze,
en Austria. También hubo un equipo de reconocimiento a lo largo de la costa,
con el objetivo de registrar la geografía de la zona. La expedición también
avistó por aire la presencia de fuentes termales con vegetación en el oasis
Schirmacher. El lugar forma parte de la falla geológica del Atlántico y fue
nombrado en honor del capitán Richardheinrich Schirmacher que dirigió el vuelo
poco antes de la partida del MS Schwabenland hacia Alemania. En su viaje de
retorno hicieron estudios oceanográficos cerca de la isla Bouvet y de Fernando
de Noronha, arrivando a Hamburgo el 11 de abril de 1939. Dos expediciones más
fueron programadas para 1939-1940 y 1940-1941. Se esperaba que éstas buscasen
más territorios para la pesca de ballenas y, sobre todo, que sirviesen para
ampliar la zona reclamada por Alemania en el continente. La segunda expedición
también incluiría algunas expediciones militares, que investigarían,
probablemente, la viabilidad del establecimiento de bases navales con las que
Alemania pudiese controlar el océano Atlántico sur y el océano Índico junto con
el paso de Drake. Ambos proyectos fueron aparentemente cancelados por el
estallido de Segunda Guerra Mundial.
Hay quienes dicen que algunos de los OVNIs que han sido
vistos por todo el mundo desde después de la Segunda Guerra Mundial pueden ser
armas secretas fabricadas por el III Reich. Muchos de los extraños objetos
voladores avistados desde 1945 corresponderían en realidad a modelos de
aeronaves diseñadas en su tiempo por los nazis y mejoradas probablemente
durante estos años en el interior de bases secretas. Según ciertas
informaciones, durante la guerra y en las cercanías de una ciudad bávara, en
Alemana, se observó como una nave espacial se aproximaba volando a poca altura.
Su tamaño, algo menor
que el propio de una avioneta corriente, emitía un sonido silbante. En su parte
baja presenta tres cúpulas semiesféricas y un punto azul oscuro. También se
distinguía una esvástica con ángulos rectos. La nave, en su conjunto, resultaba
bastante voluminosa y provocaba una sensación inquietante.
La extraña aeronave descendía y tomaba tierra en una zona
desierta, quedando iluminada suficientemente como para permitir observar con
detalle tres cúpulas inferiores asentadas sobre sendos cilindros que servían de
apoyo. El aparato no tenía ventanas, sino dos pequeños orificios enrejados. El
disco volante estaba rodeado de extrañas placas metálicas en forma de palas de
turbina. Tanto en las tres cúpulas inferiores como en la parte superior de este
aparato se veían unas estructuras que semejan tubos salientes.
El aparato tenía un diámetro de entre ocho y veinte metros y
presentaba un aspecto temible. Unas semanas más tarde muchas personas afirmaban
haber visto OVNIs en aquella misma zona bávara. Podemos considerar, pues, que
se trataba del mismo aparato o de otros similares. Quizá sea éste, simplemente,
un testimonio más sobre OVNIs, entre tantos otros, pero existen algunas
singulares coincidencias entre los primeros avistamientos de platillos volantes
y la fabricación de extrañas y secretas armas por los nazis al final de la
Segunda Guerra Mundial. Coincidencias que podrían explicar el avistamiento
antes relatado.
La primera referencia sobre platos voladores nazis se puede
ver en una serie de textos del experto en turbinas italiano, Giuseppe Belluzzo.
El científico alemán Rudolph Schriever admitió haber desarrollado platillos
voladores durante el período nazi.
El ingeniero aeronáutico Roy Fedden remarcó que la única
maquinaria capaz de aprovechar las capacidades atribuidas a los platos
voladores, era aquella diseñada por los alemanes cerca del final de la guerra.
Fedden agregó también que los alemanes estaban trabajando en proyectos
aeronáuticos muy inusuales, aunque no se explayó más en el asunto.
Estos mitos fueron inspirados probablemente por el histórico
desarrollo alemán del avión de reacción Me 262, el misil dirigido V1 y el misil
balístico V2, que formó la base de los primeros programas espaciales y de
misiles de la Unión Soviética y de los Estados Unidos.
Louis Pauwels y Jacques Bergier, en su libro “El retorno de
los Brujos”, escrito en 1967, hicieron una espectacular revelación acerca de la
Sociedad Vril de Berlín. Muchos años después, Jan van Helsing, Norbert-Jürgen
Ratthofer y Vladimir Terziski ampliaron su investigación, relacionando la
sociedad Vril con los OVNIs. Entre otras cosas, escribieron que la sociedad
había contactado a través de la médium Maria Ostich, con una raza alienígena,
dedicada a crear naves espaciales. En compañía con la Sociedad Thule y el
Partido Nazi, desarrollaron una serie de prototipos de platos voladores. Tras
la derrota nazi, la sociedad se retiró supuestamente a una base en la Antártida
y desapareció. Un punto importante es que ésta Sociedad Vril se relaciona con
el wotanismo de Guido von List, con la sociedad Thule, con varias “religiones”
paganas de la Europa antigua, con el ocultismo, así como con las SS Anherbe y
su castillo de Wevelsburg. El Wotanismo (nombre derivado de Wotan, término
tradicional germánico utilizado para el nombre de Odín) es una religión
especulativa en el plano del la aproximación al concepto de genetismo pagano.
La religión wotanista contiene elementos de las tradiciones paganas germánicas
con características procedentes del misticismo germánico, del misticismo nazi y
con una doctrina teológica y cosmológica dualista de origen pagano.
Terziski, un ingeniero búlgaro autoproclamado presidente de
la Academia Americana de Ciencias Disidentes, afirma que los alemanes
colaboraron en su investigación de aviación avanzada con las otras potencias
del eje, Italia y Japón y que continuaron el desarrollo tras la guerra, desde
Nueva Suabia. Él dice que los alemanes alunizaron aproximadamente en 1942 y
establecieron una base subterránea en la Luna. Cuando los rusos y los
estadounidenses llegaron secretamente a la Luna en la década del ’50, dice Terziski,
estuvieron en esta base que aún funcionaba. Según Terziski, “hay una atmósfera,
agua y vegetación en la Luna“.
Por esto la NASA oculta y excluye al tercer mundo de la
exploración lunar. Terziski ha sido acusado de fabricar la evidencia
fotográfica y los videos. En 1978, Serrano, un diplomático chileno y
simpatizante nazi, publicó “El Cordón Dorado”, en donde afirmaba nada menos que
Adolf Hitler era un avatar de Vishnú y estaba en contacto con dioses
hiperbóreos en una base subterránea en la Antártida. Serrano predijo que Hitler
llevaría una flota de OVNIs desde su base para establecer el IV Reich. En 2006
el escritor Felipe Botaya escribió la novela de ficción “Antártida 1947”,
relacionada a lo acaecido en la operación Highjump, la mayor ofensiva militar
llevada a cabo por Estados Unidos contra una supuesta base militar alemana en
la Antártida en 1947. El autor de la novela se ampara en varias circunstancias:
lo relacionado con la operación Highjump sigue siendo material clasificado, hay
muchas incógnitas oficiales sobre el tema y, además, a raíz de todo esto se
formó toda la campaña orquestada para dar salida a la luz pública el fenómeno
OVNI.
Otra fuente en la que parece se inspiraron los ocultistas
nazis es en una serie de textos antiguos, escritos en sánscrito. En efecto, la
cultura de la India, rica en textos antiguos, describe naves voladoras de
formas diferentes, colores y tamaños a las cuales llaman Vimanas. Ejemplos de
estos textos son el Mahabaharata, el Ramayana, el Bhagavad Gita, el Kiratarjuniya
y el Samarangana Subtrahara (escritos antes del 3.000 a.C). Según ellos, en la
India, algunos milenios antes de Jesucristo, existieron vehículos voladores,
denominados Vimanas o Pushpaka, donde las personas que se montaban en ellos
podían volar hacia los cielos y dirigirse a las estrellas y a mundos lejanos,
para luego retornar a La Tierra.
En el Ramayana podemos leer: “… Un hombre puede utilizar
esta nave para trasladarse de forma maravillosa y cubrir grandes distancias en
el cielo. También con esos métodos se puede construir una Vimana grande como un
templo. Debe haber cuatro depósitos de mercurio en su interior.
Cuando son calentados por medio de un fuego controlado, el
vimana desarrolla un poder de trueno por medio del mercurio. Si este motor de
hierro, con uniones adecuadamente soldadas, es llenado de mercurio y el fuego
se dirige hacia la parte superior, desarrolla una gran potencia, con el rugido
de un león e inmediatamente se convierte en una perla en el cielo …“. En estos
vehículos voladores las personas que se montaban en ellos podían volar hacia
los cielos y dirigirse a las estrellas y a mundos lejanos, para luego retornar
a la Tierra.
Y en el Mahabaharata leemos:“Los Vimanas eran máquinas
volantes que tenían la forma de una esfera y navegaban por los aires por el
efecto del mercurio que provocaba un gran viento propulsor. Los hombres
alojados en los Vimanas pueden recorrer grandes distancias en un tiempo
maravillosamente corto. Danava era el disco destructor que poseía armas
terribles lanzando relámpagos de fuego espantosos y capaces de destruir las
ciudades. Cukra, a bordo de su Vimana de gran potencia lanzó sobre la ciudad un
único proyectil cargado con la potencia de todo el Universo.
Una humareda incandescente, semejante a diez mil soles se
elevó en todo su esplendor. Se levantó un viento terrible, la naturaleza
enloqueció y el sol giró sobre sí mismo. Los enemigos caían como briznas de
hierba destruidas por las llamas, hervían las aguas de los ríos y los que se
lanzaron en busca de salvación murieron sin remedio. Ardían los bosques.
Caballos y elefantes corrían desesperados entre el fuego. Cuando el viento
disipó la humareda de los grandes incendios, se vieron millares de cuerpos
calcinados por el rayo terrible”. Este “rayo terrible” aparece como el “Arma de
Brahma“.
Asimismo tenemos otro libro llamado Samarangana Subtrahara.
Este escrito, dedica nada más y nada menos que 250 versículos a hablarnos de
estas extrañas naves. En este libro, descubierto en la India por un grupo de
investigadores ingleses en 1908 y cuyo nombre hindú traducido a nuestro idioma
sería, “Tratado de Aeronáutica”, se divide en varios capítulos, construcción,
mecánica de motores, energía de motores, estrategia o planes de vuelo: “El
secreto de la fabricación de los Vimanas no puede ser desvelado, y esto no es
por ignorancia, sino porque los detalles de la construcción deben mantenerse en
el mayor secreto para impedir que alguien pueda fabricar un Vimana con fines
perversos. El cuerpo del Vimana debe ser fuerte y duradero pero de material
liviano como un pájaro volador. Por medio de la potencia graduada del mercurio
se pone en movimiento el torbellino impulsador del carro aéreo.
Un solo hombre puede viajar de manera maravillosa y ascender
muy alto por los cielos. Puede construirse un Vimana tan grande como el “Templo
de la Divinidad”: para ello, hay que utilizar cuatro depósitos de mercurio en
la parte inferior, una vez calentados estos, puede desarrollarse por medio del
fuego controlado, una potencia equivalente al rayo. Muy pronto el Vimana
asciende convirtiéndose en una perla en el cielo. Por medio de los Vimanas los
hombres pueden ascender a los cielos y los seres del cielo pueden descender a
la Tierra“.
Finalmente en el Bhagavad Gita encontramos que el conocimiento
del Universo, no era un secreto para los tripulantes de los vimanas. Según el
Bhagavad Gita:”… Existen infinidad de universos e infinidad de planetas dentro
de cada universo, y cada planeta está lleno de diferentes variedades de
población ...”. La propulsión se realizaba mediante mercurio, unido a técnicas
vibratorias de determinados sonidos capaces de desencadenar poderosas energías
y, tal y como se describe en elVymaanica-Shaastra, los pilotos eran preparados
para volar, para obtener imágenes en vuelo de los “carros voladores” enemigos,
escuchar sus conversaciones y técnicas capaces de hacer perder el conocimiento
a sus pilotos.
¿Alguien ha pensado por qué los avistamientos modernos de
OVNIs empezaron a producirse a partir de 1947 y no antes? Fue exactamente el 24
de Junio de 1947 a las 2 de la tarde cuando el experimentado piloto
norteamericano Kenneth Arnold, miembro de la organización de seguimiento y
rescate “Airafox”, mientras volaba con su avioneta desde Chelalis a Yakima, en
el estado de Whashinton, con la intención de encontrar un avión militar
accidentado, avistó cerca del Monte Rainer una formación de extrañas aeronaves
circulares que le parecieron “como platos deslizándose sobre el agua“.
Fue así como se acuñó el término “platillo volante“. Kenneth
calculó su velocidad en 2.400 km/h, una velocidad desconocida en 1947. Y
precisamente fue en 1947 cuando parece que los aliados lanzaron su fallida
Operación Highjump contra las bases del Tercer Reich en la Antártida. También
es en 1947 cuando curiosamente se funda la CIA. La Segunda Guerra Mundial
terminó en 1945, y dos años después empezaron a sucederse sin interrupción
hasta la actualidad avistamientos de Objetos Voladores No Identificados,
llamados UFOs en inglés, que hacen maniobras imposibles para los aviones
convencionales, como cambiar su dirección de vuelo en ángulo recto o pasar del
reposo a una velocidad enorme en un instante. Aunque la historia, desde la
antigüedad, está llena de avistamientos OVNI, durante el siglo XX no se habían notificado
tantos avistamientos antes de la Segunda Guerra Mundial.
El Tercer Reich fue para Alemania una época de progreso en
todos los campos científicos y tecnológicos: Alemania poseía los autos más
rápidos, los aviones más veloces y de mayor autonomía de vuelo, la primera
televisión (durante los Juegos Olímpicos de 1936), la industria farmacéutica
más pionera, etc. Pronto volaron los primeros aviones a reacción Me-262 y los
primeros misiles de largo alcance V2. Todo esto es conocido. Mucho menos conocida
es otra tecnología que, por razones obvias, los alemanes del Reich mantuvieron
en secreto y sobre la que los aliados, una vez tuvieron noticia de ella,
mantuvieron el más absoluto silencio.
Basándose en la filosofía ocultista del Tercer Reich
(sociedades Thule y Vril), científicos hitlerianos habrían conseguido avances
científicos (especialmente aeronáuticos y astronáuticos) de una magnitud
inimaginable. El conocimiento de misteriosos aviones circulares alemanes
propulsados por motores anti-gravitacionales con el nombre en clave de “Vril” y
“Haunebu”, que supuestamente fueron desarrollados no basándose en la técnica
convencional, sino en una nueva técnica surgida de la filosofía ocultista y sus
misteriosos contactos con supuestas avanzadas civilizaciones, ha sido siempre
negado por las fuerzas aliadas. Muchos podrán pensar que es imposible que los
alemanes en tan corto espacio de tiempo desarrollaran tan fabulosa técnica,
pero olvidan que no se basaron en los principios científicos clásicos, sino en
la filosofía ocultista de las sociedades germánicas como Thule y Vril.
Así por ejemplo, el científico alemán Viktor Schauberger era
un convencido defensor de la “implosión en lugar de explosión“. Rechazaba el
motor de explosión, pues éste se basa en la destrucción (explosión), pero la
Creación divina es siempre constructiva. Por lo tanto, una técnica basada en la
destrucción es contraria a las leyes de Dios y puede denominarse como técnica
satánica.
En su lugar, proponía los motores de implosión. Éste es tan
sólo un ejemplo de la filosofía de estos científicos. Gracias a la forma de
pensar del Tercer Reich, los alemanes avanzaron en técnica en pocos años lo que
los aliados no avanzarían en cien. El “Andromeda-Gerät” o “aparato Andrómeda”
era una nave nodriza. Desconocemos si llegó a construirse antes de terminar la
Segunda Guerra Mundial; pero de no ser así se construyó en Nueva Suabia tras la
guerra, con los planos y diseños previos. Tenía forma de cigarro de unos 130
metros de longitud; y esto coincide con la descripción de muchos pilotos de
vuelo que dicen haber visto OVNIs con esa forma.
Los aliados los llamaban Foo-fighters y sus creadores
alemanes “Kugelblitze” (“rayos-bola“) o “Feuerbälle” (“pelotas de fuego“). A
partir de 1944, los pilotos aliados que sobrevolaban Alemania para bombardearla
empezaron a reportar informes sobre extrañas bolas brillantes casi
transparentes que se situaban junto a ellos y les acompañaban durante
kilómetros. Según estos informes, no podían derribarlas, aunque las disparasen,
y toda maniobra para despistarlas era inútil. Mucho se ha especulado sobre la
función de este arma antiaérea, pero al parecer interfería los sistemas
eléctricos y los radares de los bombarderos aliados. En ocasiones, su presencia
era tan molesta a los pilotos o les causaban tantos trastornos, que un
bombardeo previsto tenía que ser suspendido y la escuadrilla de bombarderos
regresaba a su base. Los globos de fuego aparecen repentinamente, acompañan a
los aviones durante kilómetros y, según revelan los informes oficiales, parecen
estar controlados por radio desde el suelo.
Esos “globos de fuego” descritos por la prensa de la época
son conocidos por los ufólogos como foo-fighter. Y, como queda claro, eran
considerados por los pilotos aliados como algún tipo de arma secreta nazi. Se
identifican los “foo” con un arma secreta anti radar:
En el otoño de 1944, en Oberammenrgau, en la Baviera alpina,
un centro experimental patrocinado por la Luftwaffe habría ultimado una serie
de investigaciones relacionadas con aparatos eléctricos capaces de interferir
en el funcionamiento de los motores, hasta un máximo de 30 m. de distancia,
mediante la producción de intensos campos electromagnéticos.
Averiando el circuito de ignición de los motores de un
aeroplano se habría provocado infaliblemente la caída de éste. Para convertir
la invención en prácticamente eficaz, los técnicos alemanes se proponían,
empero, triplicar por lo menos el radio de acción del arma, pero cuando el
conflicto concluyó, los experimentos en tal sentido apenas habían sido
esbozados.
Entretanto, como producto derivado de estas investigaciones
para su inmediato empleo bélico, otro centro, regido combinadamente por Albert
Speer, ministro de armamentos y guerra, y por el Estado Mayor Técnico de las
SS, había adaptado la idea del “estorbo radiofónico de proximidad” a la
interferencia sobre los mucho más delicados y vulnerables aparatos electrónicos
de los cazas nocturnos americanos.
Así había nacido una original máquina voladora, redonda y
acorazada, más o menos semejante al caparazón de una gran tortuga. Se movería
con un motor especial de reacción, también aplanado y circular, que recordaba
como principio físico a la famosa eolípila de Herón y generaba un vasto halo de
llamas muy luminoso. Por eso había sido llamada “Feuerball“. No llevaba armas
ni pilotos.
Teledirigida en el acto de despegar, seguía después
automáticamente a los aparatos enemigos, atraída por sus llamas de escape y
aproximándose a ellos sin chocar, lo cual bastaba para poner en estado crítico
sus aparatos de radar. Herón de Alejandría (10–70 d. C.) fue un ingeniero y
matemático helenístico, que destacó en Alejandría (en la provincia romana de
Egipto); ejerció de ingeniero en su ciudad natal, Alejandría. Este griego es
considerado uno de los científicos e inventores más grandes de la antigüedad y
su trabajo es representativo de la tradición científica helenista. Su mayor
logro fue la invención de la primera máquina de vapor, conocida como eolípila o
la Fuente de Herón.
Si efectivamente el Tercer Reich nunca fue completamente
destruido y subsiste actualmente oculto, no podría hablarse en absoluto de que
el Reich perdiera la guerra. El propio Hitler había declarado: “En esta guerra
no habrá vencedores ni vencidos, tan sólo muertos y supervivientes“. Las
razones que los autores del hitlerismo esotérico apuntan para que Alemania no
venciese en la guerra a pesar de esta sofisticada tecnología son varias: El
desarrollo de esa tecnología llegó demasiado tarde, más bien entre 1944 y 1945,
y no se pudo llegar a emplear militarmente.
Ciertamente disponían
de esa tecnología, pero no se llegó a tiempo a la fabricación masiva. Los OVNIs
de Hitler ciertamente eran muchísimo más veloces que cualquier avión existente,
pero esto no bastaba. Se mostraron, al menos en esa fecha, no aptos como
aeronaves de caza. Por alguna razón, los alemanes del Reich vieron la guerra
materialmente perdida y decidieron replegarse, esperar un momento futuro en que
la victoria del Reich fuese tan segura como contundente. No puede descartarse
que poco antes del fin de la guerra se llegase a fabricar una limitada serie de
platillos Haunebu II. Ésta posibilidad es apoyada por las numerosas fotos de
OVNIs tras 1945, que tienen un asombroso parecido con el modelo Haunebu II.
¿Consiguieron los aliados esta prodigiosa tecnología como
parte del botín de guerra? Todo parece indicar que no, ya que sería impensable
que los nazis alemanes fueran capaces de desarrollar semejante tecnología para
luego dejarla caer en manos aliadas. Los científicos alemanes responsables del
desarrollo de esta tecnología y todos sus creaciones habían desaparecido de
Alemania para cuando la guerra terminó. Así por ejemplo, el terreno de la firma
Arado en Brandenburgo, supuestamente empleado por la Vril-Gesellschaft, fue
completamente dinamitado y no quedó nada. Según parece, los alemanes dejaron a
propósito señuelos para despistar y distraer a los aliados.
Estos señuelos eran
flamantes proyectos aeronáuticos del Tercer Reich, así como científicos como
Werner von Braun (gracias al cual los americanos lograrían realizar el programa
Apolo y llegar a la Luna), pero estaban basados en la técnica convencional (motores
de propulsión a reacción o de hélice, a lo sumo). La técnica antigravitacional
fue puesta a salvo con antelación. Según algunos autores, los OVNIs de Hitler
fueron escondidos en algún lugar de la Antártida, razón por la cual se pondría
en marcha la Operación Highjump. Aun hoy hay gente convencida de que los nazis
aun poseen una base de OVNIs y que los llevaron allí, desmontados, en
submarinos.
Hay quienes afirman que los avistamientos OVNIs de la
actualidad se deben a la actividad de los platillos alemanes, pilotados por
pilotos nazis. También han sido muchos los autores que sostienen que los
alemanes del Reich hace muchos años que poseen una base en la Luna. Disponiendo
de semejantes astronaves, no es ningún problema para ellos alcanzar la Luna o Marte.
Los OVNIs del Reich no tienen que preocuparse de llevar miles de toneladas en
combustible líquido, ni del costo, como los programas espaciales de la NASA.
Durante la misión Apolo 11 a la Luna, sus tripulantes mantuvieron una
conversación con el centro de control en Houston, casualmente captada por unos
radioaficionados que escuchaban un “canal reservado“, que revela que tuvieron
un encuentro con aeronaves “muy superiores en tamaño y tecnología a las
nuestras“. Según estos autores, la Luna estaría en manos de los alemanes nazis,
razón por la cual los norteamericanos no han vuelto a ella, ya los nazis les
han prohibido poner pie en la Luna.
Un informe vienés se refiere también a extrañas fotografías
de OVNIs tomadas desde naves espaciales… A una nave tipo Haunebu-3
aproximándose desde la Luna a la Tierra…, a una enorme y extraña letra “S”
trazada sobre el suelo lunar… ¿Podría –se pregunta el informe– ser la inicial
del término militar alemán Stützepunkt o “punto de apoyo”? Tal vez es por ello
que ahora la NASA dice con cierto tono de desprecio que “la Luna ya no
constituye un objetivo interesante para la Agencia Espacial“. La NASA declara
que se interesa más por Marte, donde según autores como Jan Udo Holey o Hans
Altmann también los alemanes están establecidos en construcciones subterráneas
desde hace decenios. Los repetidos fracasos de la NASA en Marte tendrían su
explicación en la actuación de estos astronautas nazis. Parece ciencia ficción,
pero…..
El 14 de diciembre de 1944, medio año antes de que los
alemanes se rindieran, el prestigioso periódico estadounidenseNew York Times
daba así la primera noticia sobre OVNIs del siglo XX: “Los platillos volantes
son un arma secreta. Una nueva arma alemana que ha aparecido en el frente
occidental alemán. Hoy nos informan sobre ello nuestros pilotos de la USAF,
afirmando que en los cielos de Alemania han aparecido unas ‘bolas de plata’
voladoras, que se han visto aisladas o en formaciones. Algunas parecían ser
prácticamente transparentes”. Con el paso del tiempo, el avistamiento de naves
impulsadas por energía antigravitacional se haría cada vez más frecuente. Los
testimonios se multiplicaron, especialmente tras la capitulación del Reich
alemán, y muchos de ellos hacían referencia a hechos acontecidos en los espacios
aéreos del norte de Europa. Las noticias hablaban de OVNIs de fabricación
alemana. Se comentaban, sobre todo, los avistamientos de “abundantes
formaciones” de los que, entonces aún, se denominaban “grandes cohetes”, nombre
con el que se definía a los “aparatos voladores desconocidos y producidos por
la industria armamentística alemana”.
Especialmente
numerosos fueron los testimonios de avistamientos procedentes de Escandinavia,
donde se instalaron varias y poderosas guarniciones alemanas que permanecieron
allí hasta el final mismo de la guerra, ya que nunca resultaron directamente
atacadas y vencidas por los aliados. En 1947, reaparecieron informes aislados,
aunque con menor asiduidad. Sin embargo, pasados unos años los avistamientos
habrían de aumentar tanto en frecuencia como en número y variedad. ¿Qué secreto
se oculta tras estos avistamientos?
Hoy se especula a menudo sobre la forma de encontrar y
utilizar energías “alternativas” que palien la destrucción del medio ambiente
provocada por la energía explosiva, los gases tóxicos, los residuos letales,
etc. Pero lo cierto es que en aquellos tiempos ya se hablaba de que los
alemanes trataban de hallar una “nueva ciencia”, una “técnica diferente y
renovadora” con la que sustituir los motores de explosión, considerados
destructivos en los círculos esotéricos del III Reich, por otros de implosión,
cuya nocividad es nula.
Aquellas investigaciones se basaban principalmente en la
levitación electrogravitacional y la propulsión por “terriones” (fuerzas cósmico-telúrico-terrestres),
en las que, según parece, se encontraba el núcleo de esa “otra técnica”, que
distanció la cosmovisión nazi de las demás, en un intento de proporcionar al
III Reich una total independencia de “materias primas” –inaccesibles de otro
modo– y energía abundante, barata y no contaminante. De hecho, y según se
asegura, “los departamentos de investigación U-13 y E-4 de la SS trabajaban
febrilmente para realizar y perfeccionar esas tecnologías, inconcebibles para
la mayoría del pueblo y para el resto de la humanidad”. Un buen ejemplo de este
trabajo serían las “peonzas voladoras Haunebu” de Víctor Schönberger, que
funcionaban ya con fuerzas de levitación no contaminantes ni generadoras de
ruidos.
Esos “platillos volantes” de las diferentes series Haunebu,
de los que existen fotografías obtenidas por los aliados cuando invadieron el
territorio del III Reich, tienen especial importancia. Estas “peonzas
voladoras” estaban movidas por un propulsor electrogravitacional de
“terriones”, al que se dio el nombre de “Terrionador Thule”, que estaba
acoplado a un generador de bandas de ondas tipo Van Der Graff, a un aparato
magnético productor de energía a base de carbón y a una dinamo cónica de
energía turbinosa tipo Marconi.
El generador de Van de Graaff es una máquina electrostática
que utiliza una cinta móvil para acumular grandes cantidades de carga eléctrica
en el interior de una esfera metálica hueca. Las diferencias de potencial así
alcanzadas en un generador de Van de Graaff moderno pueden llegar a alcanzar
los 5 megavoltios. Las diferentes aplicaciones de esta máquina incluyen la
producción de rayos X, esterilización de alimentos y experimentos de física de
partículas y física nuclear. La construcción práctica de aparatos basados en
esos principios de propulsión se debió a la inventiva del capitán alemán Hans
Koheler y que ya en 1944 fueron fabricados en serie los conversores de
“terriones” tanto en fábricas de la empresa AEG como de la Siemens.
“El propulsor de Koheler –se dice en un informe– precisaba,
para ponerse en funcionamiento, de una energía inicial muy baja y mínima que
podía serle proporcionada por un acumulador eléctrico que lo activaba. Después
de poco tiempo, el conversor de carbón ya funcionaba automáticamente con plena
autonomía, puesto que se convertía en un generador de energía que actuaba, sin
consumirse, como un ‘catalizador’: en este caso, la energía se produce a partir
de nada consumible. Se originaba, eso sí, una transformación de las fuerzas
electrogravitacionales existentes en el interior de la Tierra en electricidad
utilizable. Un principio de simplicidad genial cuando se ha logrado dominar y
se sabe utilizar correctamente….. El aparato volador Haunebu-2 poseía un cañón
de grandes dimensiones que habría de provocar una impresión inolvidable en toda
persona que lo contemplase sin estar preparada para ello o sin saber de qué se
trataba, pues superaba los 25 metros de diámetro y en su eje central alcanzaba
los 10 metros de altura”.
Que algunos artefactos bélicos alemanes tenían una extraña
forma discoidal no es ningún secreto. Así, bajo la designación de V-4 (solo se
han hecho públicos la V-1 y la V-2) se construyeron varios discos voladores
para ser empleados como “bombas volantes”. Así, los datos proporcionados
aseguran que en 1941 ya habían sido acometidos los estudios para diseñar la
“peonza volante” de Schriever-Habermohl, un avión de forma circular y despegue
vertical provisto de motores de “reacción convencional”, efectuándose a finales
de 1942 las primeras pruebas de vuelo, durante las cuales se constataron graves
errores de construcción. Paralelamente, y después de una larga serie de
ensayos, el ingeniero Richard Miethe comenzó a trabajar –también en 1942– en la
construcción de aparatos que volaran y tuvieran forma de disco. De sus
investigaciones, realizadas en colaboración con el científico italiano Giuseppe
Bellonzo, surgiría una nueva versión de la V-7. Transcurrido un tiempo, y bajo
el apoyo del propio Hitler, los equipos “Miethe-Bellonzo” y “Schriever-Habermohl”
entraron en contacto con el propósito de aunar esfuerzos para realizar
coordinadamente sus investigaciones y hacer otras en conjunto. Finalmente sus
esfuerzos dieron como fruto el increíble V-7, aparato similar a un helicóptero
ultrasónico que presentaba doce agregados tipo turbo BMW-028. En su primera
prueba se remontó a una altura de 20.813 metros de altitud, alcanzando en la
segunda 24.200. Y todo ello utilizando helio como “combustible de base”.
Por otra parte, se desarrolló también otra línea más secreta
de “discos volantes” conocida como serie Vril. De ella se ocupó el “grupo
Schumann” en íntima relación con el departamento E-4, de la SS, especializado
en las llamadas “armas milagrosas”. Hoy sabemos que llegaron a construirse 17
aparatos de la serie Vril-1. Su diámetro era de 11,56 metros, podían alcanzar
velocidades de 2.900 km./h y llevaban un cañón teledirigido como dotación de
combate. El Vril-1 era el equivalente revolucionario de un “avión de caza”,
mientras que el Vril-9 era un “caza monoplaza”.
Curiosamente, su diseño parece coincidir con el del aparato
que fue visto en la Luna por el astronauta norteamericano Edwin Aldrige.
También se asegura que, aunque al final de la Segunda Guerra Mundial resultaba
evidente que era imposible coordinar los esfuerzos y mermaban los recursos, los
nazis no dejaron en ningún momento de perfeccionar sus armas. Es más, al ir
dominando la tecnología de propulsión electrogravitacional –se asegura–
obtuvieron mayor velocidad, maniobrabilidad y otras prestaciones en los
aparatos. Así, se afirma, que en una fase intermedia, en la ciudad alemana de
Neustad y bajo el control de tropas técnicamente especializadas de la SS, se
desarrolló el proyecto “Bola de fuego”, al que los estadounidenses denominaron
acertadamente Foo-fighter.
Estas “bolas de fuego” eran dirigidas, mediante ondas de
radio, hasta la proximidad de las formaciones aéreas aliadas. Posteriormente,
los sensores de ondas infrarrojas de que iban provistos estos artefactos eran
los autores del contacto final con el objetivo a destruir. El sistema se basaba
en la búsqueda de fuentes de calor emitidas por los gases de escape de los
aviones enemigos, haciendo que su radar resultara automáticamente destruido, dejando
a los tripulantes sin orientación operativa y casi a la deriva. Se sabe que, en
una fase posterior de este proyecto, se idearon unos “tubos especiales” que
funcionaban descargando de electricidad el objetivo y provocando, por tanto, un
“total fallo del motor” o una “ausencia repentina de electricidad”.
Un fenómeno muy
similar al ocurrido en algunos avistamientos de OVNIs, en los que los vehículos
motorizados se detienen bruscamente sin conseguir que vuelvan a funcionar
mientras dura la presencia del OVNI. Es evidente que estos aparatos volaron y
se utilizaron en aquella época. Pero ¿continúan haciéndolo hoy? Si los
comparamos con las fotografías de OVNIs tomadas en distintos lugares en
nuestros días, podemos observar una enorme semejanza entre ellos y los
artefactos que construyeron los nazis.
Prueba de ello es que, con motivo de uno de los primeros
discos voladores, avistado en Praga a comienzos de 1945, la prensa asociaba
totalmente el fenómeno a los nazis, titulando así la noticia: “Los discos voladores
inventados en Alemania”. Sin embargo, al poco tiempo, y movidos tal vez por la
ciencia-ficción de moda en ese tiempo o quién sabe si por otras oscuras
intenciones, se comenzó a especular sobre el “peligro de invasión
extraterrestre”.
El mismo Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos en
aquella época, declaró que él, personalmente, había visto un OVNI. Incluso en
algunos círculos científicos se llegó a comentar que “el presidente de Estados
Unidos y el Secretario General del PC de la URSS habían hablado seriamente
sobre la posibilidad de sufrir un ataque masivo de OVNIs”, hablando de ellos
como si se tratara de naves venidas del espacio exterior. Sin embargo, años
después de que los rumores sobre “visitantes extraterrestres” se extendieran
por todo el planeta, la revista estadounidense Examiner volvía a la tesis de
finales de la guerra en un artículo publicado el 26 de mayo de 1988 bajo el
título ¡El misterio de los OVNIs, desvelado!, y en el que se decía: “El secreto
sobre los OVNIs estaba ya resuelto hace mucho tiempo, si es que existió alguna
vez. Los extraterrestres son, en realidad, nazis que desean reedificar su
imperio. Los gobiernos del mundo están perfectamente informados de todo este
asunto y, por ello, callan, y, al mismo tiempo, están verdaderamente
aterrorizados”.
Un dato más que parece dar pábulo a la “hipótesis nazi” es
que en algunos informes sobre OVNIs se habla también de la existencia de
aparatos gigantescos, con forma de cigarro, que se han interpretado como naves
nodrizas en las que se alojarían los “discos voladores” y que suelen viajar con
mayor lentitud siguiéndolos. Pues bien, bajo un informe llamadoAndrómeda, se
escondía un proyecto para una nave nodriza; nave que –se asegura– existía ya en
1944, habiendo sospechas de que las había, incluso, con anterioridad a esa
fecha. Con una eslora de 109 metros, estas naves aéreas gigantescas se
impulsaban con propulsores tipo Thule y estaban proyectadas con una capacidad
interior suficiente como para transportar y alojar un aparato Haunebu y varios
de tipo Vril.
Todos ellos –se añade– podían despegar de la nave nodriza
durante el vuelo de la misma e, igualmente, retornar a ellas a través de unas
escotillas laterales especiales. También se dice que estos gigantescos aparatos
iban armados de cañones que podían emerger y recogerse de forma automática. Y
lo cierto es que, tras la guerra, fueron capturados por los aliados dos
proyectos de construcción de estas enormes naves Andrómeda. Ahora bien, sobre
su fabricación real y operativa no se ha podido aportar prueba alguna. Sin
embargo, y a pesar de no contarse con vestigios de la época, parece que
actualmente existen aparatos tipo Andrómeda o similares y que han podido
observarse perfectamente en vuelo. Las fotografías posbélicas de los “cigarros
voladores” son abundantes.
Las fotografías tomadas por George Adamski, en 1952, a un
“platillo volante”, en el que eran claramente visibles los símbolos del Sol
Negro nazi, hizo que se adoptaran urgentes y energéticas medidas. El sol negro
es un símbolo ligado a la filosofía ocultista del nacional-socialismo.
En alemán Schwarze
Sonne, también se refiere al término Sonnenrad (en alemán “rueda solar“),
símbolo de esoterismo y de significado oculto, notable por su uso en el
misticismo nazi. El sol negro es un símbolo esotérico compuesto por dos
círculos concéntricos.
El círculo interior posee la forma de un sol del que parten
doce rayos (que en la concepción clásica de la rueda solar representaban el
movimiento del sol a través del año). Los doce rayos, en sus extensiones,
alcanzan el círculo exterior, donde sus ángulos se tuercen formando a la vez
dos símbolos de importancia clave en el misticismo nazi: la esvástica y doce
runas Sig o Sigel, la runa de la victoria, cuya representación doble conforma
el emblema de las SS. El sol negro es un símbolo utilizado hoy en día por las
ideologías neonazis, así como por los movimientos neopaganos.
En un documento secreto de la CIA conocido gracias a una
filtración, se decía que “ha sido estructurada una red de información a nivel
mundial… y se han cursado órdenes a las principales bases aéreas militares bajo
nuestro mando para localizar, interceptar y abatir a los OVNIs… Todo este tipo
de información debe ser cuidadosamente ocultada y preservada del acceso público
a fin de evitar un pánico general”. A partir de entonces las fotografías sobre
discos voladores serían confiscadas o publicadas sistemáticamente como falsas.
Además, se programó paralelamente una campaña orientada a atribuir un origen
extraterrestre a los OVNIs y a promover “evidencias” de la “normalidad” de
visitas extraterrestres a lo largo de la historia. De esta forma se evitaba que
se relacionen a los OVNIs con los nazis, y se minimizaba, por tanto, la
sensación de pánico mundial. O tal vez había otras razones ocultas. Sin
embargo, aunque existían múltiples narraciones poco creibles sobre OVNIs que
tienen por protagonistas a “venusianos”, “hombres verdes” y extraños seres
monstruosos, hay otros testimonios que deberían ser tenidos en cuenta.
Es el caso de cierto californiano, comerciante de cereales,
que aseguró haber visto un OVNI posado en la tierra y haber oído nítidamente a
los tripulantes de la extraña nave expresarse en correcto alemán y no en un
idioma marciano. La reacción del gobierno estadounidense ante estas
afirmaciones fue automática, intentando impedir una mayor difusión de esos
datos.
George Adamski no sufrió la misma suerte, pero fue porque
afirmó haber contactado simplemente con venusinos… Y, sin embargo, los
misteriosos diseños vistos por Adamski se parecen mucho a símbolos nazis,
aunque él los relacionó con símbolos universales y ancestrales de Venus. Sin
embargo, yo no descarto OVNIs de otras procedencias, ya que la historia de los
platillos volantes puede rastrearse a los largo de toda la historia de la
Humanidad.
Otro hecho que apoya la tesis del informe sobre el origen
nazi de muchos OVNIs es la misteriosa expedición a la Antártida realizada por
los alemanes en 1938 bajo el mando del capitán Ritscher. Su objetivo, tanto científico
como militar, consistía sobre todo en conquistar un espacio de este inhóspito
territorio. Y así fue cómo el nombre del buque en el que se trasladaron los
alemanes –Neu Schwabenland (Nueva Suabia)– fue puesto a una amplia zona de
costa antártica. Años más tarde, en uno de los momentos más encarnizados de la
Segunda Guerra Mundial, Döenitz, almirante de la Marina de Guerra del III
Reich, transmitió una misteriosa orden a las “fuerzas de reserva del último
batallón” de submarinos, plenos de importantes misiones, de una tarea “especial
adicional”.
Respecto a los pormenores y detalles de sus instrucciones,
nunca se ha podido saber nada con certeza y, hasta hoy mismo, permanecen en el
más absoluto misterio. Hay que tener en cuenta que, en aquellos días, la flota
submarina alemana era la más perfeccionada de todo el mundo. Hay plena certeza
de que se construyeron submarinos antisonar, de propulsión eléctrica,
desmontables y veloces. También se sabe que existían proyectos para construir
otros superiores a los indicados. Y está demostrado que el transporte masivo de
hombres, víveres, municiones y miles de mercancías por vía submarina era
totalmente posible y seguro para los alemanes. En realidad, el III Reich jamás
interrumpió su contacto permanente con Japón ni con otros puntos del planeta.
Pero, ¿cuáles eran los verdaderos objetivos, estratégicos y
militares de aquella potencia submarina? Algunos dicen que parecían ser otros
muy distintos a ganar la guerra entablada en la superficie. Lo cierto es que los
documentos capturados por los aliados, relacionados con la armada submarina
alemana, durante la Segunda Guerra Mundial, sus misiones, tácticas, objetivos,
etc., aún están bajo secreto. Algo que añade más misterio al asunto es que,
hasta hoy, no se sabe el paradero de cerca de cien submarinos alemanes,
prácticamente indestructibles por causas naturales. Los aliados han revisado
bien sus hundimientos de submarinos alemanes y no les salen las cuentas. Pero
tal cantidad de submarinos “volatilizados”, sin dejar ningún rastro, representa
una enorme flota.
Además, no se trata de submarinos normales, ya que incluso
buena parte de los mismos eran del tipo U-21, unos supersubmarinos fabricados
en las postrimerías del III Reich y muy perfeccionados. Así, los tipos U-21 y
U-23 eran de gran tamaño, pero estaban construidos por módulos y podían
desmontarse para ser trasladados. Los enormes submarinos mercantes del tipo
U-10 tenían gran facilidad para transportar los módulos individuales destinados
a construir los anteriores o para transportarlos desmontados. La única
explicación para este misterio implica nuevas preguntas: ¿Serán estos barcos
desaparecidos los “submarinos fantasmas” que, desde 1945, son vistos de vez en
cuando en el mar? ¿Dispondrán, para esconderse, de bases especiales, protegidas
e indetectables, tal vez en el seno de los eternos hielos polares antárticos?
Al menos existen fotos que permiten apreciar la identidad entre un “submarino
fantasma”, oficialmente de “origen desconocido”, y un submarino alemán tipo
U-23.
Aprovechando el buen clima invernal antártico, en el
invierno de 1946, recién acabada la guerra en Asia, llegó a la Antártida, bajo
el mando del almirante estadounidense Richard Byrd, una importante flota
estadounidense. Esta expedición tenía como nombre clave High Jump (término
inglés para designar el salto de altura). Después de una meticulosa y larga
preparación, el convoy arribó a la Antártida en febrero de 1947; pero se dio
por finalizada apresuradamente el día 3 de marzo de ese mismo año. Y en este
ínterin, según documentos militares, se perdieron de forma “misteriosa” varios
aviones de combate y hubo “bajas” de marines. No se informó abiertamente, pero
parece que actuaron fuerzas misteriosas que repelieron la presencia militar
americana e hicieron imposible su asentamiento.
Tras cancelar la operación, repentinamente, el almirante
Byrd comunicó a la prensa algo sumamente extraño y fuera de contexto: “Resulta
una verdad muy amarga de admitir; pero en caso de un nuevo conflicto bélico,
podremos ser agredidos por aviones que tienen la capacidad de volar
vertiginosamente desde un Polo a otro. Se precisa tomar urgentemente adecuadas
medidas de defensa para interceptar a los aviones enemigos que provengan de
regiones polares. Especialmente interesa –y se precisa– circundar la Antártida
de una zona de defensa y seguridad“. Todo parece indicar que el misterioso
intento de invasión del territorio antártico alemán, la Nueva Suabia, por parte
de Estados Unidos, resultó un rotundo fracaso.
En 1958 se realizó una nueva expedición estadounidense a la
Antártida; pero en esta ocasión se portaban armas nucleares. Llegaron allí en
el frío y oscuro verano polar. En tres ocasiones se lanzaron misiles atómicos
contra el territorio de Nueva Suabia, pero en ninguna de las tres ocasiones
llegaron a tierra, sino que explosionaron –sorpresivamente– en pleno vuelo al
aproximarse a la vertical de la costa. ¿Qué razón hubo para llevar a cabo
aquellas empresas bélicas sobre la zona antártica? ¿Y para rodear todo este tema
de un completo secretismo?
Un último hecho podría aclarar más este enigma: se conservan
fragmentos de un informe alemán. Trata sobre una “misión suicida” que se llevó
a cabo con un único Haunebu-3 que se construyó para ¡un vuelo a Marte!. El
Haunebu-3 tenía 71 metros de diámetro. Matemáticamente se calculó su capacidad
de autonomía con propulsión electrogravitacional y resultó ser de 75.274.000
Kms., es decir, que cubría suficientemente la distancia Tierra-Marte. Pero
después el impulsor electrogravitacional quedaba inoperante. Un viaje en tales
condiciones significaba, en consecuencia, un viaje a lo desconocido; y lo más
probable, sin posibilidad alguna de regresar para la tripulación, según se dice
compuesta por alemanes y japoneses. Pero así se decidió, según el informe
mencionado, en el ultrasecreto departamento E-4 de las SS, en la primavera de
1945; aunque fuese un postrer acto de sacrificio.
Tras despegar, según el informe, el cohete navegó durante
ocho meses y medio alcanzando la superficie de Marte, como estaba previsto, a
mediados de enero de 1946. Al parecer, no hubo problemas en el viaje, pero se
piensa que con el propulsor electrogravitacional prácticamente agotado, la
extremadamente tenue atmósfera marciana y la atracción gravitatoria, el aterrizaje
de la nave no debió ser suave. Aún así no hay seguridad de que fuese un
aterrizaje forzoso, porque –siempre según el informe– llegó con la energía
mínima suficiente para contrarrestar la relativamente leve fuerza de gravedad
marciana.
Lo cierto, en cualquier caso, es que por ahora sólo podemos
especular sobre aquella empresa espacial pionera y el destino de aquellos
anónimos primeros cosmonautas. Y es que, por increíblemente fantástica que
pueda parecer esta historia, es un acontecimiento contrastado, aunque, eso sí,
celosamente ocultado al público. ¿Cabría la posibilidad de que la tripulación
del Haunebu-3 encontrase algo más de lo que las actuales sondas no tripuladas
han descubierto para nosotros, como verdaderos restos de cultura o incluso refugios
subterráneos habitables? Imposible saberlo. Aunque lo más probable, todo hay
que decirlo, es que el Haunebu-3 esté hoy sepultado bajo metros de arena
marciana.
Se sabe que a principios de mayo de 1945 todos los centros
alemanes de investigación aeronáutica recibieron la orden de Adolf Hitler de
destruir toda evidencia sobre proyectos y armas secretas en desarrollo. Ya en
aquella época los alemanes eran poseedores del cohete A-9, capaz de mantener a
un astronauta en órbita permanentemente en torno a la Tierra. Según otra
información divulgada, al final de la Segunda Guerra Mundial, estaba también
muy avanzada –en los laboratorios subterráneos secretos de Breslau– la
construcción de cuatro prototipos de discos volantes, que formaban parte del
programa Vergeltungswaffen (armas de represalia).
Se dice que, en los últimos momentos, cuando los rusos
presionaban por el frente del Este y los estadounidenses avanzaban por el
Oeste, mientras Hitler y sus íntimos colaboradores se guarecían en el búnker
berlinés, se embarcaron todos los planos y prototipos secretos de Breslau en un
submarino que zarpó de Kiel con rumbo desconocido.
¿Arribó el sumergible a algún lugar secreto de América del
Sur? ¿Llegó a la Antártida? ¿Continuaron los trabajos iniciados en Breslau en
algún lugar ignorado? Si así fuera, tendríamos una explicación para esos OVNIs
tripulados por hombres altos y rubios, vistos poco después de terminar la
Segunda Guerra Mundial.
Claro que ello no explicaría el avistamiento de todos los
casos de OVNIs. Porque ya los textos bíblicos hablan de misteriosasruedas de
fuego girando en el espacio. Y a lo largo de toda la historia humana
encontramos innumerables relatos sobre OVNIs, como puede comprobarse leyendo
cualquier tratado al respecto. Los OVNIs nazis podrían ser la explicación de
fenómenos recientes y no de todos. Pero, ¿y anteriormente? Podríamos pensar que
la tecnología nazi coincidió, en mayor o menor medida, con visitas de otras
civilizaciones superiores ¿extraterrestres?, ¿intraterrestres? O, tal vez, que
los nazis las hubieran obtenido de esas civilizaciones.
Se sabe que Hitler creía en la teoría de que la Tierra es
hueca y que hizo esfuerzos por entrar en contacto con ese mundo subterráneo. Y
la posible existencia de aberturas polares que conducen a este mundo del
interior de la Tierra hace también pensar en la posibilidad de que la
expedición Ritscher llegara a descubrirlo.
Fuente: Despierta al futuro
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